Torreón Letargo (Archivo V)

La mirada de la niña se ensombreció ligeramente cuando el humano mencionó que la veía triste, no tardó sin embargo en escribirle una escueta respuesta a su pregunta:

"Echo de menos a mis hermanos."

Con su siguiente pregunta Varsai esbozó una sonrisa y más animada le dejó ver su cuaderno.

"Me encanta dibujar, es algo que me viene de pequeña, ¿tú tienes alguna afición?"

Gracias a la mención de sus dibujos y a que la estaba distrayendo con eso la varmana se encontraba ligeramente más contenta.

Quizás se había hecho muy pocas expectativas, mas el torreón se le antojó precioso.
La hierba se amontonaba en torno a la base y subían enredaderas por las paredes. Había una poca humedad en el aire, seguramente provocada por tantas plantas. En lo que una chica demasiado maquillada, -Bolera, Vorela, o algo así- bajó el puente de la entrada, Jace siguió curioseando. Los ojos se le iluminaron al ver la espantosa estatua de una figura femenina en plena escena de muerte, pero le daba igual verse como un rarito. Tenía cobijo, y no le molestaba compartirlo con una estatua tan guay como esa.
Murmuró un haaaaala largo a la vez que giraba sobre sí mismo. Teniendo en cuenta que a principios de ese mismo día había planeado domir a la intemperie, el torreón era algo así como un hotel de tres estrellas. Más de las que podía pedir.
Se giró para mirar a sus compañeros, con la misma expresión de un niño travieso que no aguanta por ensuciar sus zapatos nuevos en el barro.

—¿Hay camas? ¿Habitaciones? ¿Desayuno, merienda y cena? —sonrió— Bueno, lo de la merienda me da igual ¿Puedo explorar ya este sitio?
Les miró esperando una respuesta. Decirle que sí y dejarle ir solo era tan buena idea como darle una bomba de relojería a un macaco.

Varsai tuvo un rato de charla con el humano y después se puso a dibujaren su cuaderno centrándose en eso únicamente. Lo único que consiguió sacarla de su ensimismamiento fue el ruido del puente al bajar, lo último que sabía de los que se habían ido es que se habían ido a explorar o algo así. La niña interesada en saber si todos estaban bien guardó sus cosas rápidamente y bajó las escaleras deprisa hasta la planta baja.

La varmana comprobó con alegría que no solo volvían todos de una pieza si no que había incluso más gente no conocía. Un chico, o eso le parecía, que guardaba cierta similitud con Devoss y con Sigrún y una especie de pájaro que le recordaba al que había visto en la plaza de la fuente. La niña saludó con la mano a los recién llegados y después se fue a la cocina dispuesta a ayudar por si alguien quería hacer la comida. la niña se olvidaba de que había sobrado mucho por que Kimbra había hecho de más, pero la pobre sólo quería ser de utilidad mientras se terminaba de sacar de la cabeza las casas mágicas.

Me quedo callado todo el tiempo, sigo pensando que lo mejor es llevarnos al extraño ser que esta tirado en el suelo. No se lo que pasa por la cabeza de Roaxen pero no es bueno, no se puede dejar a alguien tirado. El pelimorado e Irianna discuten sobre llevarselo o no, por “ supuestísimo” que estoy de parte de ella, pero ya he dado mi opinión y tampoco quiero dirigirle otra vez la palabra a Roaxen.

Entonces me doy cuenta de que varios compañeros no están: Kimbra y Sekk. Vaya, no me habia dado ni cuenta ¿ les habrá pasado algo malo? Espero que no por favor, sería un bajón que en el primer día hubiera muertes. Estoy planteándome comentárselo al resto cuando Roaxen se larga también, probablemente a buscar el resto, entonces creo que ya no hace falta decir nada.

Me fijo exhaustivamente en los alrededores, todo está muy silencioso, como si Rocavarancolia entera nos estuviera espiando, a través de sus calles, edificos, escarabajos gigantes...
De la misma manera miro al pájaro, es como el de la plaza aunque con plumas marrón claro. Fijándome en cada detalle de su extraño cuerpo paso por los brazos y miro detenidamente uno. Es más pequeño que el derecho, por lo que pienso rápidamente que está inutilizado.

Los demás vuelven hasta nuestra posición y para mi sorpresa han encontrado a otro humano. Ayer me hubiera encantado el hecho de que fuéramos más humanos ahora, pero en un día he cambiado de opiniones. Creía que iban a ser malvados y crueles, pero no es así. Sus personalidades son tan normales como la de cualquier persona de mi mundo.

El chico va vestido con una chupa de cuero, de negro, espero que no sea como su aspecto dicta. No puedo evitar una sonrisa cuando se presenta. La manera en la que lo ha hecho es graciosa. Iba a presentarme pero entonces decidimos volver, ya lo saludaré más tarde.

Llegamos al torreón y Vorela nos baja el puente. Jace parece bastante entusiasmado con el torreón, a el le gustará la idea de a estar solo a estar rodeado de gente, comprensible.

- Claro, tío, estás en tu casa, al fin y al cabo sera de todos nosotros durante un año.- Me acerco más a el y le tiendo la mano.- Bienvenido, me llamo Devoss, de Holanda. ¿ De dónde eres?.-

Los ojos verdes de Imre centellean en la oscuridad, su mirada apagada, amarga, me entristece y me envuelve en una capa de melancolía. Un manto en el que siempre he vivido. La estancia es totalmente oscura. Siento las garras de la muerte ceñirse sobre mí, como me acaricia con paciencia, a la espera y acecho de cualquier signo de distracción. Pero mi única preocupación son sus grandes iris, tan brillantes y cegadores como cargados de una extraña nobleza, y, a la vez, admirablemente peligrosos.
En el fondo de las pupilas una gran sucesión de imágenes fugaces, pero lo suficientemente visibles como para poder observarlas.
¿Sería ese el final?. ¿Había muerto en el torreón a manos de uno de sus compañeros?. ¿La había asesinado Sigrún, o tal vez alguna de las dos chicas?.
Se reflejaba la discusión con su hermana, su llegada a la plaza, el barranco de huesos, el torreón. Y también el momento de los monstruos aparentando ser casas. Pero ¿Qué hizo después?. Llegó a sitio seguro y el resto se fue a explorar.
Los ojos de Imre cambian de aspecto, llegando a parecer agresivos. Parpadean por útlima vez y... .

Una suave brisa me acaricia el rostro, es placentera y fresca, como si estuviese ya en el cielo. >>¿Aquí fue a parar mi madre?.<<.
Primero me incorporo, y cegada por la luz, abro con esperanza el ojo izquierdo. Dos segundos más tarde, y con el ánimo por los suelos abro el segundo. El techo húmedo y mugriento, el olor a viejo.
El Torreón. >>¿Qué muerte?, ¿ De qué cielo hablaba antes?. No estoy en el paraíso. Ni en la Tierra. Continuo aquí, en una maltrecha cama, en Rocavarancolia. ¿Y todo lo anterior?. ¿Me lo había imaginado?. Desde luego que no, mi mente poco imaginativa en algunos casos no da para tanto. Definitivamente lo había soñado. ¡Pero qué estúpida¡. ¡Me he quedado dormida después de mi decisión anterior¡. Había olvidado que de vez en cuando me ocurren ese tipo de sueños, suelo revivir los últimos días.<<.

La ventana está abierta, de allí proviene la luz y la brisa. Pero no es eso lo que me ha despertado. Cuando me dispongo a levantarme se escucha de nuevo, esta vez con más insistencia. Me quedo inmóvil, para que los molestos chirridos de mi quejosa cama no eclipsen a los del extraño despertador de esta mañana.
>>El puente. Alguien lo está levantando. ¿Ya habían llegado?. ¿Cuándo tiempo había permanecido dormida., una hora, dos, tres?.<<.
Me calzo las sandalias y bajo por las escaleras con los brazos cruzados por el repentino escalofrío que me ha entrado.
Escucho la voz amistosa de Devoss. Y observo como Varsai saluda a alguien desde su posición. Pero debido a que no he terminado de descender no logro ver al resto.
Bajo mi pelo revuelto me encuentro con una nueva sorpresa, una nueva prueba podría decirse.
>>Otro humano...<<.
Paralizada por el asombro y la vergüenza de tener visita o nuevos compañeros me quedo allí, en la sombra. Analizando a mi compañero de mundo.
La primera impresión es la altura. >>Dios mío que torre.<<. Aún a sabiendas de yo no me quedo atrás me alucina que sea tan alto.
A penas puedo ver su color de ojos, por lo que avanzo con disimulo tres pasos. >>Ahora, perfecto.<<. Dos esferas azules claras se mueven con curiosidad, mirando de un lado hacia otro.
Luce varios tatuajes por el cuerpo. Me recuerda vagamente al humano que salió huyendo con Samika en la separación. >>Un aspecto similar, a lo heavy, o algo parecido. La verdad que no entiendo mucho de ese rollo, pero no por eso no me parece interesante.<<
El cabello es oscuro, pero descubro con dificultad que es un tinte por sus raíces amarillentas.
>>En general. Un humano, no es una chica como hubiese preferido si tuviese opción de elegir, pero, lo que importa, es que todos estamos en el mismo ajo, y quien venga dispuesto a colaborar, por mí, bienvenido sea. <<.
Varías preguntas circulan por mi mente, su lugar de nacimiento, la razón por la que no le hemos encontrado desde un principio, donde estaba cuando despertó, y cuando le encontraron nuestro grupo de expedición. Todas ellas importantes. Pero hay una en especial que provoca nervios. >>¿Y si hay más fuera?. ¿Por qué no?. Cabe la posibilidad de que no sean los únicos extraviados, o de que nos vayan soltando a este lugar cada cierto tiempo. Es decir, un ritual en el que cada dos días llega alguien nuevo, independientemente del mundo del que provenga.<<.

Me introduzco en la conversación. >>Recuerda, solo por propio interés, y con cuidado.<<
-¿Todo bien?. Pregunto a Devoss con la intención de hacer una pequeña introducción, pero interesada en lo que ha ocurrido. Me detengo y esta vez sí que me dirijo a él. Por cortesía y educación me presento.- Yo soy Ruth, y vengo de Israel.- me interrumpo a mí misma al hallar la forma de un móvil en uno de sus bolsillos.- Supongo que no funciona ¿No?- pregunto señalando con la cabeza al aparato, para aclarar dudas por si no lo ha entendido continuo- el móvil digo.
Finalizo con una sonrisa, lo más sencilla y sincera que puedo. No me apetece iniciar una larga conversación pero, algo debo decirle. De todas formas si el móvil funcionase podría sernos útil, en caso de que el propietario nos de su permiso para usarlo. Pero dudo que nos dejen tener contacto con el exterior.

Para cuando preguntó, una joven de rasgos gatunos apareció en escena, pero para cuando se frotó los ojos y tan pronto alzó una mano como saludo, esta había desaparecido.
En ese momento, el otro humano del grupo se le acercó. Jace le analizó de arriba a abajo de forma algo intimidante antes de sonreír con normalidad. Sin dudas, humano. Ni alien pirata ni articulaciones unidas por piezas. De haber estado en la Tierra le habría gustado hacerse respetar de buenas a primeras, infundir un poco de miedo antes de que descubrieran que era poco espabilado, pero a sabiendas que iba a convivir con todos ellos, extraterrestres o no, prefería no llevarse mal con nadie. O casi nadie.

«Roaxen no cuenta.»

Solo le llamó simio, pero al recordar la forma con la que hablaba al resto del grupo arrugó levemente la nariz.
Con Devoss era distinto. No tuvo que esforzarse en sonreír en lo que le llamó "tío" y le dijo que era holandés, mas la duda cruzó unos segundos su rostro en lo que el rubio mencionó ese "durante un año". Apenas tenía recuerdos desde que se había levantado esa mañana, pero poco a poco comenzaba a poner en orden lo sucedido la noche de Halloween, más allá de su borrachera.

—Hah, así que el viejo continente, ¿eh? Se te nota. Te pareces a los futbolistas de tu país.— apenas sabía de fútbol que no fuera el americano, pero sí sabía de los jugadores famosos. Estaba a punto de presentarse cuando otra persona apareció. Una chica rubia de llamativos ojos verdes, a la cual Jace reconoció automáticamente como humana. —Yo...— carraspeó. —Encantado.

Estaba acostumbrado a evaluar a la gente de arriba a abajo, por lo que qué Ruth le estuviera mirando, hacía que su cuerpo se tensara. En lo que esta se fijó en el móvil se relajó, cambiando el peso de una pierna a otra mientras sacaba el aparato inservible de su bolsillo. Al pulsar el botón de encendido bajó la cabeza, abatido, sin resultado alguno.

—Nanay. Debió de quedarse sin batería en algún momento. Cuando me desperté no funcionaba. Si hubiera electricidad aquí...—se encogió de hombros. —Aunque no sé yo si aquí hay cobertura... ¡Hey, a lo que iba!
Se dio un golpecito en el pecho de forma orgullosa para después señalarse a si mismo con el pulgar, en una pose algo heróica, inflando sus pulmones de aire.
—Yo soy Jace. Jace Stanfield. Soy norteamericano, y tengo diecinueve años pasados. No... No sé en que fecha estamos, pero dentro de poco debería cumplir los veinte.— rio de forma despreocupada. —Así que... ¿un año viviendo aquí? No suena mal. La casa de mi padre era mucho peor.

En cuanto llegaron al torreón, la idrina agradeció a Vorela haberse ocupado del puente y ella misma bajó a las mazmorras para subirlo mientras Jace y el ave se daban a conocer a los nuevos. Durante el camino deshizo el nudo de la cinta que mantenía su cabello atado, dejándolo caer suelto nuevamente, y la devolvió a su cuello para después alisarse distraídamente el pelo con una mano, absorta en sus pensamientos. Volvió a la cocina justo para escuchar a medias la conversación sobre aquel aparato que pertenecía al humano mayor y sobre el que sintió curiosidad enseguida. Si no había entendido mal al norteamericano, se trataba de alguna clase de artilugio electrónico, pero…
—¿Ese aparato funciona con electricidad? —Inquirió acercándose lo justo a Jace para señalarlo con la mirada—. No debería… ¿estar enchufado? Nunca he visto algo así, ¿cómo se puede utilizar si no está recibiendo corriente?
Su tono y sus gestos habían evidenciado el interés que le suscitaba aquel ingenio, pero en cuanto se dio cuenta de lo que estaba haciendo un ligero rubor del que no fue consciente tiñó sus mejillas y se apartó el pelo de la oreja de uno de los lados rápidamente antes de recuperar la aparente calma en sus gestos.
>>Lo siento, creo que estoy haciendo demasiadas preguntas. Es que no existe nada parecido en Idris —se excusó esbozando una leve sonrisa en la que esperaba no se trasluciese su nerviosismo.

Buscando la mejor forma de disimular, se acercó a los fogones y abrió la olla en la que Kimbra había cocinado para todos aquella mañana, tratando de calcular a ojo si sería suficiente ahora que el número de comensales había aumentado en dos. Comenzó a dedicarse a la tarea de encender el fuego para distraer su mente de la embarazosa escena que acababa de protagonizar y pidió que alguien se ocupase de ir sacando los platos y los utensilios para comer.
—Tal vez se quede un poco escasa, pero en las cestas hay cosas como frutas o queso por si alguien se queda con hambre. No creo que haga falta preparar nada más hasta la cena —comentó sin girarse mientras removía el contenido de la cacerola.

Roaxen Tenvrai

El ulterano decidió no presionar más al humano de nombre Jace. No solo porque consideró que amenazarle más allá de palabras era inutil y que como el xenoide aviano, estaba siendo recibio en el seno de su comunidad como una especie de enfermedad de transmisión sexual que venia a infectar el único espacio limpio del Capellán, sino porque además no tenia un tiro tan limpio desde aquella posición, sobretodo, la culpa del arma que blandia, que deberia de haber sido forjada por algún herrero inútil. Humano posiblemente.

Volvieron al torreón sin encontrar nada en particular o destacable en la salida. Si es que no se contaba a los dos polizones zampa-provisiones como baggage de la salida, cosa que Roaxen tenia bastante claro que lo eran. Sin embargo, su mente no podia quedar tranquila. Habian encontrado un lugar seguro en mitad de la ciudad llena de peligros. ¿Era lógico aquello? Ni por asomo. Aquella "seguridad" del torreón se deberia probablemente a un diseño inteligente o bien por tecnologia o bien por más artes oscuras que creaban un lugar seguro. El capellan no reflexionó mucho sobre el tema, pues si el objetivo habria sido sobrevivir, aquello lo convertiria en un reto demasiado simple. No. La segunda opción era que la fortuna habia estado de su lado hasta entonces.

El ulterano no creia demasiado en la suerte o el destino. Era una persona de certezas, de estudios, de habilidades. Juzgaba en base a lo que sabia y conocia. Pero sus esperanzas se habian depositado en que la fortuna les deparase unas bajas de alrededor de un sesenta y un setenta porciento en aquel torreón. El ulterano se encontraria mucho más cómodo cuantos menos xenos tuviera que lidiar, ya que el poder de los números no servia de mucho en su situación. El torreón podria estar perfectamente funcional con un tercio de las personas que entonces lo habitaban. La mayoria eran como personajes de fondo, personajes cuyo rol es completamente secundario para la historia y solo están ahí para edulcorar esta o bien apoyar la historia principal. En su caso, estaban para atormentarle.

Salió de su contemplación interna al llegar al torreón, cruzaron las puertas y se pusieron a conversar. El capellán se disponia a no mostrar signos de querer aportar nada hasta que salió el tema tecnológico. Decidiendo darse un lujo, como algo ocasional, se sumó a la conversación en completo silencio y solo habló cuando surgió una pregunta que podría contestar.

-Baterias.-respondió a la pregunta de Irianna sin más.-La tecnologia que ese aparato primitivo usa se llama bateria. Sirve para almacenar poder electrico y distribuirlo a aparatos electrónicos móviles. Al no saber esto, supongo que no conoces de la posibilidades de la misma tecnologiac ¿cierto?-

Se cruzó de brazos.
-Tambien podria tener un microgenerador. Esto solo teoricamente, ya que nadie en Ulterania ha logrado avanzar más en ese departamento y supongo que al ver el tamaño y los componentes de tan zafio instrumento y a la falta de conocimiento sobre el sistema de bateria, la especie humana e idrina van incluso más atrasadas de lo que se podría pensar en un primer momento.-
Comentó sin más.

Cogito Ergo Sum escribió:♚ Aunque, evolutivamente hablando, supuse que los Idrinos serian tecnológicamente más avanzados que los simios humanos. Huh... Que ironia. Pero es tambien un concepto fascinante.

El humano, tal y como se había identificado, dijo que se llamaba Jace y explicó su despertar con algunas palabras confusas para la engendro. Parecía que habían traído al chico a aquel lugar por la misma razón que ellos, por lo que bajó el arma a la vez que sus ojos volvían a adoptar su color original. En ese momento, mirándola de reojo, el chico se refirió a ella con dos conceptos desconocidos, aunque lo que le sorprendió realmente fue que Sekkeh preguntara su opinión. Kimbra nunca había tenido la motivación ni la necesidad de tomar decisiones que afectaran a un grupo mayor que Ámarok y ella y, mucho menos, le habían solicitado que lo hiciera.

- Creo que lo más adecuado sería consultarlo con el grupo al completo. No concierne a una sola persona tomar dicha decisión- contestó, algo insegura al principio, pero con la neutralidad que le caracterizaba.

En ese momento, Roaxen apareció por una de las aberturas superiores indicando que él iba a seguir apuntando al humano, pero Kimbra le ignoró, lo que ya se estaba convirtiendo en costumbre. Sekkeh y la engendro guiaron a Jace al interior, donde se encontraron con el resto de grupo y no tardaron en decidir volver al torreón. Una vez ahí, los dos nuevos integrantes del grupo se dieron a conocer al resto, mientras Kimbra se retiraba al patio a comprobar que sus cultivos progresaban adecuadamente. La Hija de Lunas metió un dedo en la tierra y, notándola muy seca y poco nutrida, decidió crear un fertilizante para ella, por lo que recogió agua del agujero en la tierra que llamaban pozo y lo entró a la cocina donde procedería a cocinar lo planeado. Al entrar, escuchó una conversación que varios miembros del grupo estaban teniendo y se preguntó qué sería aquello que llamaban electricidad, cómo se produciría y cuál sería su finalidad.

Irianna observó de reojo las acciones de Kimbra desde que regresó a la cocina, preguntándose qué estaría haciendo, pero no podía satisfacer su curiosidad al respecto en ese instante porque la respuesta de Roaxen, aunque también informativa, le hizo enarcar una ceja y fruncir el ceño mientras seguía de espaldas al resto de ocupantes de la cocina. A pesar del interés por conocer más detalles acerca de aquellos aparatos y conceptos desconocidos para ella, todo ello fue eclipsado por el acompañamiento envenenado que realizó el ulterano a modo de apunte. Cuando se giró, no obstante, dejando el cucharón de madera con el que había estado removiendo la comida a un lado y utilizando dos trapos para llevar la olla hasta la mesa, lo hizo con expresión neutra.
—Me alegro de que estéis tan tecnológicamente avanzados en Ulterania, parece que en Idris todavía nos queda un largo camino que recorrer en ese ámbito —comentó en un tono que casaba a la perfección con su expresión—. Aunque por lo menos no somos tan primitivos como para considerar a otras culturas con menor desarrollo tecnológico como inferiores.
Irianna esbozó una leve sonrisa antes de señalar la olla para que comenzase a servirse el que quisiera. Su tono se había mantenido neutro en todo momento y la efímera sonrisa tan solo había expresado una cordialidad irreprochable. Quizás un idrino habría podido captar cierto desdén en su mirada.

Sigrún y Varsai habían estado hablando de cosas vanas un rato hasta que, simplemente, la conversación cesó. Sigrún confiaba en que, con el tiempo, irían cogiendo confianza y los diálogos entre ellos serían más frecuentes.

Habían bajado al oír el puente levadizo; los otros acababan de regresar.  
Abajo había más revuelo del habitual. La gatita se escabulló rápidamente en dirección a la cocina. No se molestó en contar a los que habían regresado; si uno había muerto se habría enterado ya. Sin embargo, dos figuras llamaron su atención.

<<Vaya, por la comida no habrá que preocuparse por un tiempo. Hace mucho que no como pollo asado>> pensó, divertido, al mirar al pájaro. <<Habrá que matarlo primero… claro que eso no será ningún problema, al menos por mi parte>>.

―¿Y tú de dónde sales? ―le preguntó al humano. Estaba casi seguro de no haberlo visto antes, pese a que estaba más pendiente de la gatita de lo que estaba dispuesto a reconocer.

Justo cuando terminaba de formular la pregunta, se produjo una rápida charla sobre electricidad. La informática nunca había atraído su interés, por lo que el joven se limitó a escuchar al lado del holandés. Arqueó una ceja ante el ofensivo comentario de Roaxen.

<<Qué leche en la boca tiene este tío>>.

Sintió ganas de iniciar una pelea, pero no era ningún suicida. Prefería esperar  a que Kimbra le enseñase a manejar un poco algunas armas. Entonces, podría usarlo de diana.

Le agradó comprobar que el bomboncito no era el más popular entre sus compañeros.

―¿Cómo ha ido? ― preguntó discretamente a Devoss, señalando al ulterano con el dedo pulgar.

Estaba empezando a dolerle la cara de sonreír, así que agradeció silenciosamente a Roaxen por hacerle poner cara de malas pulgas.

La forma en la que Irianna mostraba curiosidad por su móvil se le antojaba bastante adorable, pero más todavía el como buscaba disimularla. Iba a responderle de la mejor forma que podía a pesar de no tener ni la más remota idea de tecnología más allá de las guitarras eléctricas y mesas de mezcla, cuando el ulterano se le adelantó.
Miró su móvil en varios ángulos. Tenía varios arañazos y hasta una quemadura de cigarro (¿cómo se le prende fuego a un móvil?), pero no era algo que Jace considerase primitivo.

—Ya sé que es un Iphone 3 y no un Iphone 6, pero tampoco es para tanto. Tenía instalado el Flappy Bird.—arrugó la nariz, pasando un dedo por el símbolo ya gastado de la manzanita. Roaxen sonaba como uno de esos humanos repelentes que se compran todos los móviles de última generación para... «¿para qué demonios lo hacen?»
Guardó el aparato de nuevo en el bolsillo antes de cambiar de opinión y lanzárselo a la cara al de pelo morado, cosa que por suerte para todos no tuvo que suceder, ya que fue la propia Irianna quien le mandó a callar a su manera. El moreno esbozó una sonrisa complacida, seguida de un silbido divertido.
Estaba tan centrado en la reacción que Roaxen fuera a tener que no se fijó en la llegada de otra persona al grupo. No supo como tomarse la pregunta, si bien o mal. Frunció el ceño, sin tener claro el meter al recién aparecido en el bando "humanos" o "extraterrestres": tenía la piel más blanca que su abuela tras desconcharse después de las vacaciones en la playa, y eso ya es decir, por lo que antes de que se demostrase lo contrario con pruebas de ADN, sería un "alien del espacio sideral".

—Pues salir lo que es salir, he salido del vientre de mi madre, un placer. Mi nombre es Jace Stanfield.—no quería sonar borde, por lo que trato de disimular la cara de póker con una mueca amable similar a una sonrisita. Tras eso, echó a andar hacia la cocina, engatusado por el olor.

Jace, parece incómodo. Comprensible, se cruza por un nuevo mundo con varios extraterrestres a excepción de Devoss, lo llevan a un lugar seguro y ahora le acosamos con conversaciones y presentaciones. Yo en su lugar, me habría largado de la habitación con cualquier excusa para no permanecer en esa situación. >> Y. ¿A carraspeado?.<<
-Lo suponía- chasqueo con desgana, pero no hacia el humano, sino hacia todo lo que me rodea- los que nos trajeron han cortado nuestros vínculos con nuestros mundos, por parte del lenguaje y de comunicación.- añado sin más, sin explayarme en una respuesta decente, ni siquiera contesto a la pregunta de Irianna sobre la electricidad. Solo comento un:
-No te preocupes, yo aún sigo sin entender el brillo de tu piel.- digo, intentando empatizar un poco, sin saber, si es más bien, por conveniencia, o la necesidad propia de hablar con alguien.

Los siguientes minutos fueron mi confusos, todos hablando, dando su opinión de la electricidad. >>Una vez más el comportamiento de Roaxen es detestable, y completamente infantil. Debe de tener un problema. ¿No puede estar más de cinco minutos sin fantasmear de su supuesta superioridad, y de su mundo?. No quiero ni imaginarme la posibilidad de un nuevo episodio de Roaxen fuera del torreón. Prefiero no preguntar.<<.
Espero la respuesta inmediata de Devoss, pero como Sigrún hace una pregunta similar a la mía, decido esperar, puesto que el interés es el mismo.
Decido encargarme a la petición de la idrina Irianna, puesto que no tengo nada mejor que hacer, y todos pasan del tema.
-Ya me encargo yo.- me limito a decir al pasar por su lado, en tono normal.
Lo siguiente si que es divertido, y por más que quiera, no puedo reprimir una pequeña sonrisa a la respuesta de Irianna. Brillante. Acaba de ser brillante, le ha bastado dos frases para humillarle en cierto modo. Lo merecía. No puede ir por ahí dejando como primitivos a otras razas, sea cierto o no, y más con individuos de tales presentes, y con solo un día y poco de convivencia: >>¿Pero qué clase de razonamiento es ese?. ¿No se supone que el realista Roaxen tiene educación.? Se le debió de caer en la brecha de huesos, por mí que vaya a buscarlo, de cabeza...<< . >>Demasiado Satánica, sí.<<
Preparo la mesa con habilidad, era mi tarea principal cuando aún vivía mi madre, después de su muerte Imre y yo comíamos por separado, y a deshoras. Cuidadosamente coloco los utensilios de forma ordenada por la mesa, con el mismo ángulo de inclinación en cada uno de ellos, quedando rectos. >>Perfecto, bien, sirves para algo...<<.
Le envío una mirada con aprobación a la plateada cocinera, que intenta disimular sus palabras, tejiéndolas de naturalidad. >>A mí no me engaña, sé cuando la gente dice lo que piensa con desprecio, y, obviamente, cuando no.<<. Aunque realmente la chica, no lo ha hecho con intención ofensiva, ni mucho menos. Pero lo ha lanzado. >>Eso es bueno, quizás no sea la única que siente repugnancia hacia ese ser, o quizás me precipite.<<

Retiro mi asiento de la mesa y me siento en él, con las piernas cruzadas sobre la silla. Una cucharada tras otra voy dejando el plato completamente vacío. Lo lavo y lo dejo en su lugar correctamente, y es solo aquí cuando me percato de la presencia un nuevo desconocido. >>Aunque, todavía, todos son desconocidos.<<.
Presenta un plumaje marrón, descolorido y sucio, un pico menudo pero de aspecto potente, aunque algo dañado. Su aspecto es deprimente, llego a sentir angustia y compasión, por lo que me acerco, a indicarle la bañera, para que se asee, para que haga lo que le plazca, cualquier cosa menos ese aspecto. >>Ya no por él, sino por mí, no puedo ver a alguien así, no lo soporto, habiendo comida, debería de reponerse en un tiempo. Si seguimos vivos por entonces, el ave estará un poco más sano y saludable. Y yo, me alegraré, lo sé.<<.
Con inseguridad me acerco haciéndome notar al mover ruidosamente la silla en la que me deposito, un asiento a su lado.
-Yo...soy Ruth. Verás, la ducha y eso... están en esta planta, allí.- señalo con el dedo.- por si quisieras limpiarte o algo.- no quiero darle a entender que está sucio, y que me molesta, porque no es básicamente eso, es solo que no aguanto esa...¿Pobreza.? >>Lo dice la ricachona del barrio, mira por donde he salido.<<. Ver la capa de amargura y muerte que le abraza me recuerda a mis años de infancia, donde el sueldo de los vecinos, era el mantenimiento de la vida una mujer, y dos niñas. Así que con tono más persuasivo y amable también digo algo de más- y las habitaciones están arriba, por si te apetece descansar.

>>Hecho. Amable, y limitándote a lo necesario, pero con un toque amistoso.<<.

Roaxen Tenvrai

Una ceja se alzaba con sorpresa a la vez que una comisura de la boca el ulterano se torció en una apática sonrisa. Intentando hacerla pasar por una simpática y sincera el ulterano cambió su tono de voz y mirada a una más amigable, pero habia ciertos rasgos en sus movimientos y expresiones que ante un ojo aguzado podria delatar su verdadera opinión.
-Oh... siento que he sido malinterpretado enormemente con mis palabras de honestidad demasiado cruda para los oyentes...-se apresuró a decir esbozando la sonrisa cada vez más torva. No pensaba disculparse aquella vez, sin embargo, ante el comentario de Irianna de tan siquiera creer que Ulterania era "primitiva" en algún respecto. Aquello solo conllevó bufidos en el psique del capellán.
-Dejadme que os explique. Cuando me refiero a "más atrasados de lo que cabia esperar" es en base a nuestro conocimiento de otras especies y de sus tratos. Todas hasta ahora, han intentado imitar la apariencia de personas, alterando ciertas facetas y rasgos. Pero nunca habia visto semejante diversidad en un solo lugar.-

Cogito Ergo Sum escribió:♚ De tan solo pensarlo me entran ganas de vomitar.

-Con ello quiero decir, que para los nuestros, nos es dificil imaginar una cultura o fisionomia diferentes debido a todo lo que sabemos y nos educamos en especies Xenoides. Por ello, no es de extrañar que las diferencias entre nuestras especies me resulten como minimo chocantes. Y, quizás por ello, habeis llegado a malinterpretar mis palabras. Cuando hablaba de vuestra tecnologia, no me referia a ello sino como a diferente, al igual que vuestras cabelleras vestigiales o... vuestros bizarros dientes rectos o... vuestro fascinante hábito de deglucir frutos tóxicos.-

Cogito Ergo Sum escribió:♚ Si, eso último fue especialmente decepcionante. Cuando los ví en la cesta, pensé que algún idiota intentaria comerselos. Imaginate que sorpresa al descubrir que podeis digerirlos. ¿Qué más podrán? ¿Caucho? ¿Petroleo? ¿Uranio? Tan fascinante como asqueroso...

Apoyó una mano en la cadera y terminó por esbozar una sonrisa completa.
-No es dificil de imaginar por lo tanto, porque parece que hasta nuestras maneras de comprender y evaluar la realidad sean tan distantes la una de la otra.-

Cogito Ergo Sum escribió:♚ Miralos. Ni siquiera quieren escuchar. Ya se apuran a contratacar con sus patéticos razonamientos de ingenuidad y fantasmagoria surrealista. Cuando estén llorando sobre un charco de su propia sangre entonces comprenderán mis palabras y mi "crueldad"...

El resto del grupo no puso reparos a la hora de incluir a otro más en el lote de nuevos reclutas, y una vez se pusieron de acuerdo decidieron dar por finalizada la expedición para volver cuanto antes al torreón. Fue Vorela la que les abrió la puerta, pero el resto de los que se habían quedado cuidando el fuerte no tardó en aparecer para conocer a Jace y al pájaro sin nombre, por lo que en unos instantes el lugar estuvo demasiado concurrido para los nervios del intara.

Sekk huyó del jaleo hacia las mazmorras, donde guardó sus armas y se tomó unos minutos para despejarse. Aún tenía problemas de equilibrio al no estar acostumbrado a la tierra firme, y de vez en cuando le venía algún mareo que le dejaba una molesta y prolongada  jaqueca. Notaba el inicio de una nueva, pero no podía quedarse allí abajo, así que respiró hondo y regresó con los demás. Quería hacer algo para tener las manos ocupadas, pero la mesa ya estaba puesta, así que se limitó a sentarse para empezar a comer en silencio. Había llegado justo a tiempo para escuchar la respuesta que Irianna le dirigió a Roaxen, y por el contenido de la misma pudo imaginarse los inicios de la conversación general. La contestación del xolnita no tardó en llegar, y los ojos del rubio rodaron de forma imperceptible.

Daba la impresión de que hacer amigos no era uno de los numerosos talentos del capellán, pero no estaba en manos del intara hacerle entrar en razón. <<Sería mucho más sencillo partir una roca con una cucharilla>>, pensó con la mirada perdida. Disfrutó bastante de la comida, pues el picante no le dasagradaba, y en cuanto terminó su plato y lo hubo recogido fue en busca de la krabeliense para agradecerselo. La encontró en el patio, atendiendo el huerto que ella misma había adecentado.
—Oye Kimbra —la llamó, advirtiéndole de su presencia mientras se acercaba para no sobresaltarla—, quería darte las gracias por la comida. Estaba muy rica —le aclaró, no muy seguro de que añadir. De repente se sentía algo estúpido—. ¿Necesitas ayuda con algo? —preguntó de repente—, puedo echarte una mano con lo que sea...

Al final Varsai fue de poca ayuda, la comida ya estaba hecha y Ruth se había encargado de poner los platos. La niña también se preguntaba por el extraño objeto del que parecía ser humano, por lo que ella sabía era imposible que un motor cupiese en el interior de aquello, la explicación de Roaxen no fue de mucha ayuda, la niña no era capaz de imaginarse eso que él llamaba batería así que dejó el tema correr y no se preocupó por otra cosa más que por comer.

<<Pica...>> fue su pensamiento después de comer dos cucharadas. A Varsai no le gustaba la comida picante, precisamente porque picaba y para su gusto la comida tenía muchas especias, pero como sabía que era la única comida que tenían y que no se podía desaprovechar se lo comió sin protestar. Cada dos o tres cucharadas tenía que pararse a beber agua, así fue como terminó con el estómago más lleno de agua que de comida.

Cuando terminó recogió su plato y lo limpió, después de eso buscó su cuaderno de dibujo y se acercó a Irianna con timidez. Le tiró un poco de la manga para llamar su atención y a continuación le enseñó el nuevo dibujo que estaba haciendo.

"El edificio se ve desde la azotea, y parece en mejores condiciones que muchos de los que hemos visto. No está muy lejos, por eso he pensado que igual querríais ir a examinarlo en la próxima salida."

Varsai acompañó la sugerencia de una sonrisa hacia la idrina.

Casi se arrepintió de la verborrea que provocó en Roaxen su respuesta. Solo casi, ya que el ulterano realmente merecía que lo bajasen de la nube en la que parecía vivir constantemente de vez en cuando y la idrina pudo percibir la aprobación de la mayoría de los presentes ante su comentario, algunos más obvios que otros al respecto. Suspiró para sus adentros; en el pomposo discurso del capellán había más ofensas teñidas de pedantería como recurso para camuflarlas entre el resto de palabras innecesarias desde la mismísima primera frase. Lo único que la idrina había sacado verdaderamente en claro de todo aquello era que el xolnita sugería que la sociedad ulterana era cerrada de mente y poco imaginativa, además de probablemente xenófoba. <<Cabelleras vestigiales>> repitió con desdén en su mente para asegurarse de que sonaba a lo que le había parecido en un principio. No obstante, la chica tenía una sospecha bastante fundada de que se trataba especialmente de una opinión personal del pelimorado y la prueba era la forma de comportarse de Sekkeh, completamente diferente a la de su congénere. Era cierto que todavía no se conocían prácticamente y que el intara no había participado demasiado activamente en las conversaciones, pero especialmente para la lacustre las diferencias eran obvias.
—En ese caso, Roaxen Tenvrai, te aconsejo que leas más ficción. Puede que te abra la mente al respecto.
En esa ocasión, aunque continuaba siendo neutro, su tono estaba ligeramente teñido por la irritación que sentía, tratando de contenerla también en su expresión y en sus gestos aunque tampoco se preocupó demasiado de la mueca que contrajo su rostro durante un instante.


Suavizó su expresión para dirigirse a Varsai cuando esta le tironeó de una manga y observó con interés su dibujo para después leer el mensaje que la varmana quería transmitir, volviendo a examinar el papel una vez hubo terminado.
—Parece un edificio importante, desde luego… ¿Puedo? —Inquirió a la balera mientras gestualizaba con las manos y la cabeza una petición de permiso para mostrárselo al resto—. Varsai ha visto este edificio desde la azotea y sugiere que vayamos a visitarlo la próxima vez. Podría ser nuestra primera salida de exploración una vez nos hayamos preparado un poco. Esta mañana se sugirió que los que tienen conocimientos en el uso de armas enseñen a los demás en la medida de lo posible. —Se dirigió entonces a los recién llegados, dándose cuenta de que les faltaba información en lo que se discutía—. No sé cómo os habrá ido a vosotros hasta ahora, pero nosotros ya nos hemos encontrado con más de un peligro. Lo cual me recuerda… ¿Dónde estabais cuando os trajeron aquí? Dos personas del grupo del que nos separamos y yo comprobamos las celdas contiguas antes de salir de aquel edificio…

La pregunta seguía sin respuesta tras habérsela formulado por primera vez en el exterior al ave, pero ahora además también estaba Jace. Era también una invitación a que el pájaro se presentase por fin y la idrina además quería saber qué posibles problemas se habían podido encontrar los rezagados para estar prevenidos. Mientras esperaba su respuesta, Irianna observó de reojo el patio, en el que se encontraban Sekkeh y Kimbra. Al ver a esta última se dio cuenta de la poca atención que le había prestado a la comida preparada por la krabelinense hasta ese instante, su mente demasiado ocupada con la indignación, a pesar de que sin duda el sabor no era algo común. Tenía un toque picante pero no tanto como para que resultase desagradable y el olor que desprendía inundaba las fosas nasales con facilidad, aunque tampoco llegaba a resultar abrumador. Después tendría que comunicarle a la hija de lunas la opinión favorable que le merecía lo que había preparado.