Tap reacciona y empieza a preparar un plan que podría servir y, mientras le escucho, repaso los hechizos de que disponemos. Pero Yrio nos interrumpe, alejándose del grupo, derribando la entrada y perdiéndose en la casa.
-Joder... ¿Son así todos los chicos de Sinhdro?-murmuro mirando a las chicas, impresionado, aunque luego echo a correr.
Apretando fuertemente los cristales en el bolsillo del pantalón y las garras listas, paso el umbral de la puerta y luego busco las escaleras del sótano. La luz que se colaba por las ventanas dejaba ver el lugar y rápidamente bajo, aunque con cuidado, hasta que escucho la voz que gritaba y a Yrio. Guardo el arma y tomo aire, resollando por los nervios de estar en lo que sería el "estómago".
-Hola. Yo era el que preguntaba antes, perdona por no decidirnos...-me disculpo, cabreado y avergonzado.
Después le ayudo a que se apoye en mí y poder salir sin que tenga que hacer mucho esfuerzo. Escaleras arriba, sin perder de vista a Yrio que iba delante, luego agarrándolo con fuerza de la mano, y rápidamente afuera, sin pararme a curiosear el maldito lugar. Una vez fuera, y sin soltarle, le estrecho la mano libre y me presento.
-Atol, de otro mundo llamado Libo. Ya irás comprendiendo ese detalle.-río.-Y... Tu héroe, Yrio, de Sinhdro.-luego señalo a los demás con la cabeza.-Tap, repoblador, Alder y Seon, del mismo sitio que Yrio, Serok, de Ulterania.-después señalo las casas con el entrecejo fruncido.-De los errores se aprende.-y dirigiéndome a todos.-¿Volvemos a casa? Este chaval tiene que reponerse y yo empiezo a tener hambre.
Un poco de conversación y luego, de mutuo acuerdo, partimos a Letargo cargados con las cestas y, por un lado, una boca más que alimentar, por otro, un nuevo compañero. <<Ya veremos. Y que no vengan las libélulas, por favor>>
Sigue en el Torreón Letargo .