Barrio de los Mil Dioses

Todo estaba excesivamente tranquilo. Tal y como les había referido brevemente la nebulomante, el tal Yukael no parecía una amenaza, pero a pesar de eso se suponía que había secuestrado a unas cuantas personas que, aunque no llevasen mucho tiempo en la ciudad, no era precisamente fácil que hubiese costado tanto dar con siquiera una pista si se trataba de un supuesto mindundi. El draco estaba atento tanto a lo que veía con la niebla mágica como a los sonidos a su alredor, convencido de que en algún momento llegarían los cómplices del krampus. Se preparó para el combate cuando Irianna, Kimbra y Cerbero hicieron saltar el cordel de alarma… Pero no pasó nada.

De hecho, lo único que parecía destacar en cuanto a medidas de seguridad en todo aquello era la protección contra hechizos que había en el sótano, ya que solo la argos pudo ver aparecer a un grupo de los desaparecidos. Noel no tenía ninguna duda de que Matt no se iba a encontrar entre ellos, tal y como confirmaron cuando el lémur y la roquense les llevaron a cinco personas inconscientes. Una de ellas tenía que ser la tal Mónica de la que les había hablado brevemente la idrina, la única humana del grupo.

Dejó que Giz y Gael se ocupasen de hacer el examen principal de daños, pero echándoles un ojo él también por si se daba cuenta de algo. Parecían estar en buenas condiciones, todos estaban vivos… En cuanto el fuego fatuo y el goliat dieron su completo visto bueno y este último se traslocó sin dudar un instante se dirigió primero hacia los empleados de Jack.
—Nosotros nos encargaremos de su seguridad, podéis estar tranquilos —a continuación se giró hacia sus amigos—. Adara, ¿llevamos a los que faltan a la sede? Es mejor que vosotros no os alejéis por si acaso —añadió mirando a Gael y Jack.
Ya que Giz se había ido, prefería que alguien con el nivel mágico del fuego fatuo se quedase, y suponía que el vampiro podría preferir quedarse vigilando a sus empleados, así que simplemente se lo había pedido a la ángel negro por descarte.

Una vez todos estuviesen de acuerdo haría lo mismo que el asreniano y se llevaría a dos de ellos mediante su amuleto de teletransporte, dejando el último para la ángel negro.

Una entrada misteriosa, le gustaba eso. El dullahan permaneción oculto varios pasos apartado de Kimbra para cubrir zona, haciendo todo lo posible por mantener sus pensamientos a raya igual que un niño que juega al escondite y quiere reir por la cercanía de su buscador. Sabía que tenía que tomárselo en serio, había gente secuestrada ahí mismo, pero… cuando pierdes la cabeza y te alistas a un ejército de monstruos realmente ganas otra perspectiva.

“¡Colega, Yuca, tío!” prácticamente gritó en su cabeza, ahogando una risa tras el comentario de Kimbra. Eso de sonar en todas partes y ninguna a la vez era una ventaja a explotar y por eso mismo se mantuvo oculto un poco más. “¿Qué modales son esos hermano? Secuestrar novatillos es una cosa, pero no invitarnos a un té…”

La niebla hacía parecer eso la entrada dramática de un grupo a concierto y le encantaba, casi tanto como el tono frío de Irianna. Con una risa que guardó para sí se frotó las manos, pensando que no estaba mal tenerla de jefa. Su humo empezó a tomar forma con lo que alargó un brazo sobre este para agarrar el mango de un bajo que se creó según tiraba de él, cuyo sonido no tardó en delatar su dirección según él entero se volvía visible. Como instrumento estaba bien, pero cuando tu humo lo vuelve prácticamente indestructible, como arma quedaba hasta mejor. De todas formas nunca había sido muy fan de reventar pobres instrumentos contra el suelo. Ahora que, contra la espalda de un cabrón…

“¿Cortar?" preguntó con quizás demasiado entusiasmo, cesando lo que empezaba a sonar como el tema de batalla de los primeros juegos de Pokémon. “¿Podemos cortar?”

—No me las des, no habríamos llegado sin ti —repuso el lémur, mientras trataba de recordar los hechizos más útiles para romper las cadenas sin que eso conllevara la destrucción de todo el sótano. Lo cierto es que había aprendido algunos conjuros para defenderse en la ciudad pero no habituaba tener en sus filas aquellos que requerían cierta precisión.

Hecho todo un manojo de nervios Tayron logró encontrar el adecuado: el sortilegio de corte. Al pertenecer al grueso de magia para cosechados lo había olvidado por completo. Un chiquillo podría rasgar la madera pero en sus manos sería capaz de desprender las cadenas de sus temibles goznes. Las diminutas ondas invisibles que nacieron se condensaron en un filo imperceptible. Con movimientos de muñeca logró liberar a parte de los prisioneros a la par de la argos solo que en su caso inundando la estancia de un olor inconfundible a plata.

Después dejó que Sinceridad cargara con Mónica y se dirigieron todos hacia la superficie, haciendo acopio de toda la concentración que le fue posible para levitar al resto y que no se desperdigaran allá abajo.

Al llegar ante el equipo de Jack el belga cayó de rodillas, exhausto y con la lengua fuera. Le temblaban las rodillas. Y no solo porque aquella misión hubiera consumido buena parte de sus reservas mágicas.

—Sí, todo bien —respondió de manera escueta al vampiro entre jadeos. Sus ojos color amarillo reconocieron la presencia de todos los allí presentes, pero estos también albergaban una intención insatisfecha. Necesitaba saber qué estaba ocurriendo con Yukael y si podía patearle el culo—. Gracias a todos —cogió aire, dándole un golpecito a Sinceridad en el hombro que celebraba el éxito temporal en el que se encontraban.

Luego saldría con su amiga en busca de los demás. Puede que fuera más novato que ninguno, y que no acostumbrara a coordinar tanta magia de seguido. Pero conocía pocas personas que igualaran su caudal mágico. Aún quedaba rato para que se agotara. Solo esperaba llegar a tiempo.

—Sincy, no vale morirse.

Al escuchar la voz fría de Irianna y la risa de Jace, Kimbra pensó que la misión de distracción podía resultar más divertida de lo que se había pensado en un principio.

Mientras la nebulomante desplegaba la niebla a su alrededor, la krabelinense adoptó una postura de falsa indiferencia, incluso cruzando los brazos para dar una imagen de absoluta seguridad mientras sus compañeros se hacían visibles a su lado.

-Cortes en puntos no vitales pueden incapacitar sin llegar a matar -añadió como comentario a la pregunta de Jace, valorando con seriedad la idea sugerida por el dullahan unos segundos, antes de desenvainar sus machetes con tranquilidad-. ¿Podemos cortar? -se hizo eco del humano, mirando a Irianna, pero sin dejar que su cuerpo dejara de apuntar a Yukael.

La idrina no pudo evitar reír para sus adentros, pero manteniendo la fachada externa, sin darle ni un solo atisbo a Yukael de nada que no fuese aquella frialdad que, a su vez, parecía estar causando tanta gracia a sus amigos. Sin duda, la situación hubiera sido genuinamente cómica de no ser porque no sabía si aquel desgraciado tenía a más desaparecidos en su poder.
—Mientras no lo matemos, yo no voy a sentirme responsable de lo que le ocurra si no colabora —respondió a Jace y Kimbra en voz alta.

El krampus no tardó en, obviamente, oponerse a la idea, y la idrina se desplazó levitando a una posición más baja pero todavía a distancia prudencial y extendiendo aún más su niebla: la posibilidad de que apareciesen refuerzos del nublino seguía estando ahí, sobre todo tras la forma en la que había transportado a los rehenes y que solo Sinceridad había sido capaz de detectar. Esperaba que la argos y el lémur se reuniesen con ellos pronto justamente porque podían volver a necesitar de las habilidades de la roquense.
—Mi trabajo consiste en investigar lo que se me pida —empezó a responder a la pregunta de Yukael—. Me han pedido que busque a una serie de personas desaparecidas —hizo una pausa, buscando más que nada seguir ganando algo de tiempo por si los demás lo necesitaban—. Dispongo de información según la cual hay motivos de peso para creer que eres el responsable de, como mínimo, una de ellas. ¿Te suena una bruja de los espejos? ¿Esas superficies reflectantes de las que te deshiciste por completo recientemente? —Su tono era ahora claramente acusador—. ¿Dónde está Mónica y a quién más has secuestrado?
Finalizó con una pregunta para la cual ya sabía la respuesta. Al menos una parte de ella.

Por supuesto, la idrina había notado su gesto. Estaba buscando algo a su alrededor. Ella hizo lo mismo con su niebla, pero no encontró nada que le hiciera pensar que se trataba de lo que fuera que esperaba ver el krampus. Informó telepáticamente a sus amigos de esto.
<<Puede que haya alguna trampa oculta: está buscando algo insistentemente con la mirada… Yo no detecto nada que me llame la atención. ¿Sinceridad, estás ahí?>>.

“Fua, si crees que hoy estamos graciosos tendrías que vernos con una cerveza tío. Ahí te partes”.

Tenían permiso para cortar, pero en realidad Jace no quería cortar a nadie. Él era más de moratones, puñetazos y tabiques rotos, pero intimidar a gente era incluso mejor que todas esas cosas juntas. Cortar cabezas era la única excepción porque había resultado ser insuperable.

“Seeeeeh” y estiró tanto las vocales que se fusionaron con la risita que las sucedió. Se aferró de tal forma al mástil de su bajo que parecía estar sujetando un martillo de guerra más que un instrumento musical. Así, congelado en una animación discreta de personaje de juego de lucha Jace cedió turno a Irianna para que respondiera. Hasta alguien cortito como él comprendió lo que estaba haciendo la idrina al fingir no tener confirmadas ciertas preguntas. Bien, bien. “Joder que chula eres” le dijo en un canal privado.

Y en este mismo canal escuchó sus advertencias. El humo del dullahan se arremolinó de la manera en la que lo hacía cuando se concentraba, en busca de lo que fuera que quería el krampus, y como diciedo “más te vale hablar rapidito o te parto el otro cuerno” dio un par de pasos cautelosos hacia él, a un lado, rodeándole como si entre ellos tres formasen una manada de lobos hambrientos.

“¿Qué se te ha perdido, colega?” le dijo en un pensamiento susurrado. En realidad esperaba que el pollo eldritch pudiera responder primero.

Los mercenarios fueron muy eficaces. Les ayudaron a levitar al grupo de ciudadanos inconscientes, les inspeccionaron en busca de lesiones y enseguida se los repartieron para llevarlos al refugio. Sinceridad les vio desaparecer, bendita magia, con Mónica con el corazón en un puño,  bastante preocupada y a la vez terriblemente aliviada. No podía terminar de creerse que su amiga estaba viva, pero la había tenido en sus brazos. Le había tomado el pulso. Le había visto respirar. Estaba viva. Dormía, a salvo. Podía apoyarse en ello. Aún recordaba su respiración. Por eso, por mucho que sus miedos le atacaran, estaba convencida de que estaba viva, todo iría bien y por supuesto de que los mercenarios podrían proteger a la bruja mucho mejor de lo que ella podía en esos momentos. Les estaría agradecida de por vida, nunca mejor dicho.

Tocaba volver a tierra. Ella también ansiaba respuestas. Quería saber qué había pasado. Necesitaba averiguarlo todo. Se preparó y recompuso como su amigo y dejó que volvieran a entrar las emociones de venganza y rabia, aunque con la misma cautela que empleaba en las ciudades del Coro.
—Vamos a por ese cabrón, Tay.

Se dispuso a volver al interior pero esta vez para unirse al grupo de Irianna y compañía. Les llegó un mensaje telepático, por cierto, antes de llegar junto a ellos pero la argos magnética no veía nada fuera de lo corriente. Se comunicó con el resto de inmediato.
«No veo nada. Mucho cuidado si está buscando algo que no podemos ver. Estad alerta.»

La misión de rescate había ido demasiado bien, demasiado fácil, así que podía torcerse en cualquier momento. Por eso cuando se unió a los demás no dijo nada más. Estaba hipervigilante, toda su visión volcada en averiguar tanto qué estaba tramando aquel nublino, como si la amenaza vendría de interior, del suelo, o del exterior.

Por enésima vez en aquel infierno de ciudad Tay pudo comprobar que las cosas no sucedían a cámara lenta como en las películas. De hecho, sucedían a un ritmo vertiginoso que casi le hacía vomitar, en parte por la tensión acumulada. Tan pronto como se despidieron de los mercenarios el lémur y la argos pusieron pies en polvorosa para echar una mano a sus compañeros, quienes debido a la cautela con la que debían proceder, aún no habían procesado a Yukael del todo.

Al estar cerca a su encuentro pensó que tampoco es que el krampus tuviera más oportunidades. ¿Qué podía hacer él solo contra tres personas y dos más en camino?

—Mierda, espero no ponerme nervioso y que me de un gatillazo mágico —jadearía en dirección a la roquense, mientras la magia acudía a sus manos para hacerse intangible de nuevo y atravesar aquella estructura—. No es la primera vez que me pasa, el mágico, digo... el otro nunca.

Usando el talismán de telepatía y de nuevo invisible, se apresuró a avisar a la bruja, el dullahan y la demonio de su llegada. Mientras Yukael no intentara localizarle intentaría camuflar su presencia todo lo posible por mucho que deseara insultar a aquel malnacido.

<<Los hemos dejado a salvo>> Añadió en sus mentes, tildando sus palabras de un toque de nerviosismo que sabía a novato.

A lo mejor debería de haber llevado a sus aliados fantasmagóricos consigo. Pero Ancas solo sería un estorbo y Aurelius no solía inmiscuirse en asuntos de mortales.

Solo esperaba que al volver Mónica estuviera ya despierta retocando su pelo ante un espejo.

Los ojos de Kimbra, que se habían vuelto completamente rojos tanto por su estado de alerta como por su intención de mostrarse amenazante, no perdieron de vista ninguno de los movimientos y miradas nerviosas de Yukael, prestándole mucha más atención a estos de lo que lo estaba haciendo con sus palabras y las respuestas de Irianna. Sabía que esa conversación era la razón por la que estaban aquí, pero la investigación era el trabajo de la nebulomante y la demonio consideraba que si su foco estaba totalmente en las posibles amenazas y no diversificado también en las palabras del krampus, eso podía permitirle a Irianna a su vez estar más focalizada en lo que había venido a descubrir.

Independientemente de esto, a la krabelinense no le extrañó que Irianna hubiera estado pendiente como ella de sus movimientos nerviosos y les advirtiera telepáticamente de la posibilidad de una trampa, preguntando a su vez por Sinceridad, quién podía usar sus ojos para detectar dicha trampa. La roquense no tardó en contestar que no veía nada, pero que no dejaran de estar alerta y Tayron añadió que todos los secuestrados habían sido sacados y estaban a salvo, lo que le dio cierta satisfacción a Kimbra, ya que eso significaba que, al menos, la mitad de la misión había sido cumplida.

Pero la facilidad de todo el asunto le hizo fruncir levemente el ceño. “Es posible que sus refuerzos aparezcan de la nada, tal y como los secuestrados simplemente aparecieron” pensó preparándose para cualquier eventualidad.

Jace le estaba poniendo muy difícil el no reírse, pero si para algo podía aprovechar su educación lacustre era para situaciones como aquella, en la que mantener una fachada resultaba altamente beneficioso. Ello no le detuvo, no obstante, para enviarle una sensación tan jocosa como fingida soberbia telepáticamente cuando el dullahan afirmó que era “muy chula”.

Asintió a la suposición de Kimbra, pues ella pensaba lo mismo y por eso le alivió que Tayron y Sinceridad ya hubiesen vuelto junto a ellos, pues era posible que necesitasen de nuevo de las habilidades de la argos. El lémur les confirmó que los secuestrados estaban ya a salvo y envió un agradecimiento telepático. La roquense, no obstante, seguía sin detectar nada fuera de lugar esta vez, pero le aseguró que estarían completamente alerta.

Y, finalmente, la respuesta de Yukael. La nebulomante suspiró, dejándolo salir en voz alta pues le daba igual que lo escuchase el krampus.
—No se trata de ningún tipo de prejuicio. Créeme que intentar apelar a una hipocresía que no existe no te va a servir para nada —le replicó cuando hizo alusión a la forma de obtener magia de la transformación de Jace—. Que hayas roto los espejos solo era uno de los motivos: tampoco estoy obligada a explicarte cuánta información tenemos ni dónde la obtuvimos.

Irianna se acercó todavía más, dejando de levitar para ponerse finalmente en el suelo a una distancia prudencial del nublino.
—Pero hay algo en lo que tienes toda la razón: no es fácil engañar a transformados. Y mucho menos si estos son idrinos, entre otras cualidades. Me temo que mentir no es tu fuerte —le informó con un leve atisbo sardónico en su tono—. A mí, en cambio… Se me da un poco mejor.
Finalmente apretó su tatuaje donde guardaba el estoque y lo apuntó hacia el nublino, alzando la otra mano en una clara intención de preparar un hechizo rápido de ser necesario.

>>No es necesario que confieses que tenías a Mónica. Ya lo sabemos. Así como a otras cuatro personas más —Acercó todavía más la punta de su estoque hacia Yukael, avanzando con cautela y esperando a que sus amigos también lo rodeasen y pendiente siempre de si Sinceridad informaba de algún cambio—. Lo que sigo queriendo saber es dónde están los demás. Por si acaso tu memoria es igual de buena que tu capacidad para mentir, te recuerdo que tienes los números en tu contra, mucho más de lo que crees.

La lacustre despedía confianza absoluta al hablar y en sus gestos, todos y cada uno de ellos cuidadosamente escogidos para ello. En el fondo, aunque el krampus seguía sin parecer ninguna amenaza, no podía evitar sentir intranquilidad. Seguían sin saber qué había estado buscando con la mirada y la posibilidad de que alguien acudiese en su ayuda seguía siendo elevada.

La roquense intentaba no hacer sonido alguno mientras Irianna se dirigía al cabronazo que tenían delante. Habían llegado invisibles y no parecía ser consciente aún de su presencia, así que Sinceridad no quería arruinar la sorpresa hasta que la bruja no terminara de hablar. Seguían al amparo de la invisibilidad, pero seguramente sabía que habían llegado dos más. La roquense apretaba con fuerza la lanza entre sus manos, acompañando al resto para rodear al villano. Jugaría con la sorpresa de no saber de dónde le vendrían las voces (y algo más). Cuando su compañera guardó silencio, entonces sí, Sinceridad golpeó el suelo con la lanza (sin soltarla) muy cerca del otro y abrió el pico inmediatamente después.
—Basta ya de ganar tiempo para nada. Si vas a hacer algo hazlo ya. Si no, seguro que podemos hacerte cosas de esas que ves normales en ciertas transformaciones, a ver si así nos respondes.

Seguiría moviéndose después, en silencio, para cambiar de posición. El golpe era para amedrentar, no para señalar su ubicación.

“Eh”, se quejó inmediatamente “Que desde que no tengo cabeza no me como los labios ni me hurgo la nariz, ¿vale? Y al menos yo mato gente de una, no dejo que sufran tanto” continuó muchísimo más bajito, en un tono burlón, sin remordimiento.

“Nah hombre, hablaba con mi montura, no te jode. Peor eh, si quieres la hago pasar.”

Irianna se marcó una reverse uno card, apretando aún más fuerte las tuercas del pobre krampus y subiendo en la escala de moloneidad que tenía Jace de ella. El orgullo y los primeros pasos a una confrontación real provocó que su pecho se llenara de excitación, y no necesitó ni órdenes ni señales para moverse acorde a la idrina, arrinconando al acusado. Estaba deseando que Yukael cometiera un error, que les diera un motivo por el que atacarle de una, más el extraño peso de un golpe invisible y una nueva voz en la sala rompió su burbuja de expectación. No había escuchado la voz de la roquense lo suficiente para tenerla registrada como aliado, y tardó unos segundos en bajar sus hombros. Entonces ella y el mono verde ya estarían por ahí. Joder, vaya timing de puta madre se estaban marcando.

El lémur llegó justo a tiempo para escuchar parte del discurso de Yukael y la consiguiente respuesta de Dama Enigma. Sus manos se convirtieron en puños por la impotencia de contemplar a un ser tan cobarde como lo era el krampus, pero algo en las palabras y el tono de voz de la bruja consiguieron que mantuviera una calma fría, más propia de una venganza que se teje a fuego lento.

Optó por guardar silencio absoluto por el contrario que su amiga, no es que viera con malos ojos que ella se pronunciara pero prefería que el hombre desconociera su presencia en aquel lugar hasta el último momento, solo por si acaso. Eso no impidió que usara uno de los talismanes telepáticos para comunicarse con el resto. "Coño, verte trabajar en tu despacho es muy distinto a esto, Dama Enigma" fue el pensamiento que proyectó. Las palabras de la idrina solo provocaban que su excitación por ponerle un ojo morado a ese tío aumentara.

Sus dedos negros se tensaron, preparados para hacer acudir a la magia más abrasiva a sus manos al mínimo movimiento. En lo que a él respectaba su labor ya podía haber terminado. Tenían a Mónica. Viva. Pero sería un egoísta y desagradecido al ignorar que aún había desaparecidos en la ciudad.

Y joder. Por qué no. Inmoral o no él también tenía ganas de reventarle la puta cabeza.

Kimbra casi sonrió con satisfacción cuando Yukael habló con seguridad, pero teniendo un claro desliz en sus palabras.

-¿Quién ha hablado de llevar dos años en la ciudad? -preguntó casi con satisfacción segundos antes de que Irianna le apuntara con el estoque y desvelara sus mentiras.

Como bien decía la nebulomante, el krampus no sabía mentir. No es que la demonio fuera una experta en el arte de ocultar la verdad, ciertamente nunca había visto la necesidad, pero tenía bastante claro que fingir que no había secuestrado a alguien a quien claramente había investigado lo suficiente como para saber que llevaba dos años en la ciudad no era la mejor actuación posible.

A la par que Jace, Kimbra se acercó a Irianna flanqueándola por el otro lado, lista para atacar en cualquier momento. La voz de Sinceridad amenazando casi la sorprendió lo suficiente como para volverse en su dirección de forma amenazante, pero por suerte pudo contenerse lo suficiente como para que su sobresalto pudiera percibirse únicamente en la intensidad del rojo de sus ojos. Consciente ya de que se encontraban en la habitación, la krabelinense se preparó para que si Tayron también iba a hablar ya no se viera sorprendida, pero el lémur pareció preferir el silencio, lo que la demonio aprobó. Yukael estaría en este momento sintiendo la amenaza de tres atacantes a los que ve y uno al que no. Cuando Sinceridad y Tayron se descubrieran podrían darle al krampus la sensación de que había incluso más personas todavía ocultas y ellos podrían explotar ese miedo.