Torreón Sendar
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Rocavarancolia Rol
15 participantes
- Rocavarancolia Rol
Torreón Sendar
19/09/12, 10:54 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Ya antes de la Batalla de Rocavarancolia éste era uno de los mayores torreones de la ciudad. Quedó destruido por un explosivo que le arrancó sus cuatro plantas superiores, dejando tan sólo dos, aunque más tarde se reformó convirtiéndose en un torreón de cuatro plantas. Su base es circular y está protegido por un foso frente a la puerta, mientras que en la parte trasera hay un risco de varios metros de profundidad.
Tiene un patio empedrado muy pequeño acoplado a la parte trasera, con sitio para que una o dos personas entrenen. Una estatua pegada al muro representa una figura envuelta en túnicas cuya nariz y barbilla sobresalen de entre los pliegues. Alguien le pintó un bigote ridículo y una perilla garabateada con carbocillo mezclado con grasa.
La planta baja es un salón circular dividido en una gran sala central con cocina y salón y tres dormitorios pequeños que la rodean. Las escaleras, que están tras una puerta, llevan al resto de plantas del torreón. En el sótano hay una armería con mazmorras, en la primera planta hay cinco habitaciones medianas y dos baños, y en la segunda hay tres dormitorios grandes. La última planta no contiene nada salvo unas escaleras que llevan a la azotea, delimitada por un muro simple de escasa altura.
Tiene un patio empedrado muy pequeño acoplado a la parte trasera, con sitio para que una o dos personas entrenen. Una estatua pegada al muro representa una figura envuelta en túnicas cuya nariz y barbilla sobresalen de entre los pliegues. Alguien le pintó un bigote ridículo y una perilla garabateada con carbocillo mezclado con grasa.
La planta baja es un salón circular dividido en una gran sala central con cocina y salón y tres dormitorios pequeños que la rodean. Las escaleras, que están tras una puerta, llevan al resto de plantas del torreón. En el sótano hay una armería con mazmorras, en la primera planta hay cinco habitaciones medianas y dos baños, y en la segunda hay tres dormitorios grandes. La última planta no contiene nada salvo unas escaleras que llevan a la azotea, delimitada por un muro simple de escasa altura.
- Recetario integral de Persilia Sukaldaria:
- RECETARIO INTEGRAL DE PERSILIA SUKALDARIA
Libro de unas 150 páginas encuadernado en cuero. El título está escrito con letras cursivas y enrevesadas y un poco de relieve que ocupan toda la cubierta, donde no hay ninguna ilustración. En la parte trasera hay una sinopsis escrita en un recuadro decorado.
Sinopsis
¿Aburrido de cocinar siempre lo mismo? Adéntrate en mi recetario integral, donde he volcado años de experimentación combinando las delicias de todos los mundos conocidos. Entrantes, picoteo, postres y todo tipo de platos tradicionales con una vuelta de tuerca… ¡las mezclas de sabores nunca vistas conquistarán tu paladar y el de tus comensales!
Más de 100 increíbles recetas.
¡Incluye un anexo de venenos que se camuflarán perfectamente en tus platos y un grimorio de cocina con los hechizos imprescindibles para cualquier chef!
Anexo
LOS VENENOS MÁS DISCRETOS
Tanto si quieres provocar una diarrea como si tienes más interés en matar a comensales indeseados (…) este anexo imprescindible en cualquier recetario que se precie (…).
(La página está rota y, el resto de este anexo, arrancado).
GRIMORIO DE COCINA DE PERSILIA SUKALDARIA
Todo cocinero debe dominar estos hechizos, a los que he hecho referencia a lo largo del recetario. Descubre conmigo cómo realizarlos si todavía no los conocías.- Leyenda de colores y niveles:
- Mago
Brujo alto
Brujo bajo
• ¿Tienes carnes difíciles de cortar y despiezar? Prueba con el hechizo de corte.- Instrucciones:
- Corte: invoca un diminuto filo invisible de ondas que hace un corte en la superficie señalada. Hay muchas variaciones de este hechizo que, a altos niveles, permiten hacer cortes enormes o en profundidad. Un brujo bajo suele ser capaz de hacer rasguños en carne desprotegida o tallar madera. Un brujo medio podría cortar madera, arañar metal o hacer cortes superficiales en carne desprotegida. Mientras que un cosechado nivel mago podría hacer arañazos más profundos en el metal o tajos sobre carne.
Como hechizo físico que es, sus efectos dependen de la dureza y resistencia del material objetivo.
Lanzamiento a ojo, los gestos de la mano delimitando la dirección de los cortes. Conjuración rápida.
• ¡Con el hechizo de homogeneización no vuelvas a dejarte los brazos batiendo!- Instrucciones:
- Hechizo de homogeneización (*): hechizo que acelera la homogeneización de un líquido, suele aparecer un pequeño torbellino. En su defecto, implica que el líquido dé vueltas.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida.
• No encontrarás nada más rápido para encender el fuego que esto: hechizo de invocar llamas.- Instrucciones:
- Invocar llamas (**): Un brujo bajo puede hacer algunos chispazos y llamas de vela (*). Un brujo alto puede invocar llamas ligeramente más grandes que las de vela que, si es hábil o controla bien el hechizo, puede manejar con las manos sin que le quemen (**). Un mago puede encender hogueras pequeñas en poco tiempo e invocar fuegos de antorcha (***).
Importante: Estas llamas no pueden arrojarse como proyectiles ya que necesitan sustentarse o bien en la magia de quien las invoca o bien en un combustible (madera, grasa...) y si se alejan demasiado del invocador y carecen de combustible, se apagan. Sin embargo pueden usarse como arma de corta distancia.
Lanzamiento por voluntad. Conjuración rápida.
• También es importante conocer estas soluciones para medir la temperatura, la concentración de sal, la presión dentro de la olla, la densidad de un líquido o el tiempo hasta que esté listo tu plato:- Instrucciones:
- Hechizos medidores de magnitudes sencillas: forman una pequeña esfera fantasma que cambia de color según la intensidad de la magnitud a medir. Son diferentes variedades de un mismo hechizo que permiten medir la temperatura, la presión, la densidad de un material, el tiempo (para lo que hacen falta conocimientos adicionales y nivel de brujo alto para configurar el medidor), o la concentración de un determinado soluto (posible a niveles a partir de brujo alto).
Si una esfera no está configurada, ésta tenderá a habituarse a la cantidad de magnitud a la que esté expuesta y la establecerá como su nuevo punto de equilibrio, asociándola con el color intermedio.
Lanzamiento por voluntad. Conjuración rápida-media.
• La solución más rápida para calentar o enfriar tus platos rápidamente es, sin duda, el hechizo térmico.- Instrucciones:
- Térmico: aumenta o disminuye notablemente la temperatura de un objeto de tamaño pequeño (*). Con práctica pueden limitarse esos cambios a una dirección controlada por el mago (chorros de calor, [**]). Puede anclarse a una sala concreta, creando una cámara frigorífica (***): no obstante es necesario repetir varias veces el hechizo si se quiere usar una habitación como congelador ya que este hechizo supone solamente un descenso térmico. Van de fuera a dentro.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida-media.
• ¿Quieres catar la comida solo con el aroma? ¿Estás en otra habitación y necesitas saber que no se te esté pasando la comida? El hechizo de amplificación sensorial del olfato es un aliado imprescindible.- Instrucciones:
- Amplificación sensorial olfativa:(**) magnifica los impulsos que llegan al cerebro por parte de receptores nasales. Los nervios se vuelven hipersensibles a la transmisión de percepciones, pero ello no significa que éstas lleguen más rápido.
• O, si quieres disfrutar de la comida como nunca, prueba esta otra variante: el hechizo de amplificación sensorial del gusto.- Instrucciones:
- Amplificación sensorial gustativa:(**) magnifica los impulsos que llegan al cerebro por parte de receptores del gusto. Los nervios se vuelven hipersensibles a la transmisión de percepciones, pero ello no significa que éstas lleguen más rápido.
• ¿Te ha quedado muy aguada la comida? ¿Has echado demasiada agua a esa sopa? No te preocupes, ¡hay solución! ¡El hechizo de drenaje!- Instrucciones:
- Hechizo de drenaje: deseca superficies húmedas, evaporándolas o más comúnmente trasladando dicha humedad a otro recipiente deseado succionándola. Es un hechizo simple en su formulación pero con amplia variabilidad de potencia: puede secar desde un dedal de agua a un lago según la energía que aportes. (disponible a cosechados hasta el límite de sus fuerzas).
Lanzamiento por área. Conjuración rápida.
• ¿El aspecto de tu comida no es el que esperabas? ¿Quieres un resultado digno de reyes? Emplata como un profesional con el moldeado de materia orgánica.- Instrucciones:
- Moldear materia orgánica (**): el hechizo reblandece la materia al contacto con la piel del usuario, dejándola así por un tiempo. Sin embargo no altera su naturaleza, lo que moldees seguirá siendo lo que era aunque cambie de forma.
Lanzamiento por contacto, a ojo en el caso de hechiceros más experimentados. Conjuración rápida-media.
• Si el anterior era una maravilla infravalorada, este es una verdadera joya infravalorada. ¡Olvídate de desastres y queda bien siempre con tus invitados con el Nudo de Cerática!- Instrucciones:
- Nudo de Cerática (*): ¿harto de que se le desmoronen los sándwiches de más de dos pisos? ¿Cansado de que, al cortar una tarta, la mitad de la nata que la rellena se salga por los lados? ¡No se preocupe más! El Nudo de Cerática tiene la solución. Con este simple hechizo, podrá hacer una hamburguesa de diez pisos, luego cortarla en rodajas perfectas, ¡y hacerse un bocadillo de hamburguesa! El Nudo de Cerática lo mantiene todo en su sitio perfectamente. ¿Los sanjacobos le estallan llenándole el plato de queso? ¿Teme morder un taco por miedo a llenarse el regazo de salsa picante? ¡Se acabó, gracias al Nudo de Cerática! ¡No me puedo creer que no sea una variación del hechizo tapón!
El Nudo de Cerática se anula al cortar rodajas o mordiscos lo suficientemente finos, o con los ácidos gástricos. Cuesta más cuanto más endeble, complejo y líquido sea su sándwich.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida.
• ¿A tu comida le falta esa chispa de color que hace que se coma con los ojos? ¿O quieres darle un toque exótico? Si no tienes colorantes alimentarios a mano, el hechizo de cambio de color será tu mejor aliado.- Instrucciones:
- Cambio de color: hechizo que sirve para colorear materia. No se limita a aplicar una capa de color externa o modificar el color de la superficie, sino que cambia el propio color que posee un material, dejando una pequeña huella mágica reconocible mediante hechizos específicos. Se puede graduar: aplicar colores diferentes (en todos los sentidos), hacerlo uniforme, solo en cierta parte del material, etc.
- Los brujos altos pueden cambiar el matiz del color original, manteniéndolo uniforme y sin controlar los matices y gradaciones que surjan de la mezcla entre el nuevo tono y el antiguo. Cuesta (***) para objetos pequeños y (****) para objetos medianos.
- Los cosechados nivel mago pueden modificar completamente el tono (aunque todavía quedará algún matiz del antiguo). Con esfuerzo puede aprender a aplicar leves matices y gradaciones no muy extremas. Necesitan (*****) para objetos grandes.
- A partir del nivel moderado bajo se pueden aplicar colores y gradaciones sin límite en cualquier objeto, costando más energía y concentración cuanto mayor sea el tamaño de la cosa en cuestión y cuandos más colores y matices quieran usarse.
Lanzamiento a ojo. Conjuración media a larga (dependiendo de las cláusulas que tenga). - Los brujos altos pueden cambiar el matiz del color original, manteniéndolo uniforme y sin controlar los matices y gradaciones que surjan de la mezcla entre el nuevo tono y el antiguo. Cuesta (***) para objetos pequeños y (****) para objetos medianos.
• ¿Le falta aroma a tu plato? ¿O tienes algún ingrediente que ocultar a tus comensales? Mejora o altera las propiedades organolépticas de la comida con el hechizo de olor falso.- Instrucciones:
- Hechizo de olor falso (*): El hechicero que lo realice puede hacer que aquello que toque desprenda un olor que tiene que ser muy familiar para aquel que realiza el hechizo. El coste aumenta a medida que aumenta el área afectada por el hechizo. El olor se va de golpe a los tres días. Más convincente será el engaño cuanto con más detalle lo recuerde el mago, aunque hay que tener en cuenta que el olor resultante puede verse afectado por la subjetividad del que realice el hechizo, al basarse en sus recuerdos al fin y al cabo.
Lanzamiento por anclaje. Conjuración media.
• ¿Harto de que se te derramen líquidos en la cocina? Hechiza tus recipientes con la maravilla infravalorada que es el hechizo tapón.- Instrucciones:
- Hechizo tapón (*): hechizo que impide que un líquido se derrame de su recipiente.
Lanzamiento por área, aplicado generalmente a la boca del recipiente. Conjuración muy rápida.
• ¿Tienes las manos de mantequilla? Literal, o figuradamente. ¡Endurece tus tarros de cristal con la protección contra ruptura!- Instrucciones:
- Protección contra ruptura (**): aplicado a objetos frágiles, evita que se rompan con tanta facilidad. A más resistencia que se quiera incrementar y mayor la superficie del objeto encantado, más energía requiere.
Lanzamiento por anclaje. Conjuración rápida-media.
• ¿Te has manchado cocinando? El hechizo de limpieza de ropas es la solución.- Instrucciones:
- Limpieza de ropas (**): elimina manchas, arrugas y limpia en general las prendas de ropa que desee el mago (es un agregado de varios hechizos unificados en uno solo).
Lanzamiento por anclaje. Conjuración muy rápida.
• O también, si sueles quemarte cocinando (a ti, o tus pertenencias), también tienes solución con el hechizo ignífugo.- Instrucciones:
- Hechizo ignífugo (**): encanta prendas de ropa, personas u objetos para que sean inmunes a fuego normal.
Lanzamiento por anclaje. Conjuración media.
- Grimorio para principiantes de Platero:
- Barrera de inercia:
- -Barrera de inercia: (***) de nombre engañoso (no es una barrera en absoluto) en el área delimitada impide que cualquier objeto o persona desprotegidos sean levantados del suelo, y que los atrae irremediablemente hacia el suelo si ya están en el aire. No obstante, también impide cualquier acción voluntaria que implique levantar ambos pies del suelo a la vez, como saltar o emprender el vuelo (se puede correr pero con más torpeza). Si se invoca mientras el objetivo está en el aire, al caer lo hará infaliblemente pies por delante.
Físico. Lanzamiento por área. No es inversible, lo que quiere decir que incluso el lanzador, si está en el área delimitada, se verá afectado. Conjuración media.
- Campo de fuerza:
- -Campo de fuerza (** el espacio para una persona, una campana grande ***, el espacio equivalente a una habitación ****): en forma de media esfera (con una especificación puede formar una esfera completa) bloquea proyectiles de tamaño considerable como si éstos hubieran chocado ante una barrera invisible, en un radio variable según la destreza del mago.
Físico. Inversible. Lanzamiento por área. Conjuración rápida-media.
- Curación nívea:
- -Curación nívea: (****) (utilizable cerca de la Luna Roja). Combate venenos que cursan con fiebre y repara quemaduras; actúa a modo de incentivo para que el organismo siga funcionando y reparándose a sí mismo. Evita que la sangre se coagule y que los órganos se colapsen, además de ejercer un efecto refrescante sobre el organismo en general. No obstante no puede mantener indefinidamente con vida a un moribundo: el organismo depende cada vez más de ese impulso artificial y usarlo en demasía puede provocar que si se le deja a solas empeore considerablemente.
Lanzamiento por área: se hace un barrido con la mano que abarca al área quemada o a la persona envenenada. Es necesario que se aplique sucesivas veces y con regularidad, del mismo modo que se debe renovar una cataplasma o emplasto.
Conjuración media-larga.
- Desvío:
- -Desvío (**, pero variable a más según la potencia de lo desviado): Interfiere en la trayectoria de un hechizo que ya haya sido lanzado. Requiere gestos intuitivos para desviar el encantamiento en una dirección u otra. Siempre requiere menos energía que bloquearlo o disolverlo, pero también reflejos. Si el hechizo es demasiado potente, probablemente no se podrá desviar lo suficiente o hacerlo requerirá demasiada energía. (El coste orientativo indicado arriba es el que ofrecerán unos hechizos ofensivos de potencia moderada en términos de cosechado: se han obviado los más débiles porque normalmente ésos no suelen constituir una verdadera amenaza, y los que les sean lanzados con verdaderas intenciones de daño les costarán más) Si se desvía a demasiada poca distancia el coste será prácticamente el mismo que el de bloquearlo: si se hace a distancia cercana pero prudencial (la típica en duelos de magia) una unidad menos, si se tiene cuidado de poner distancia de unos cuantos metros llegará a dos unidades menos.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida.
- Hechizo de impacto:
- -Hechizo de impacto: potente golpe mágico que actúa como una bola de demolición (***). Puede gradarse hacia abajo para actuar a modo de empujón de moderado (*) a potente (**).
Lanzamiento por disparo de alcance largo. Conjuración media.
- Levitación:
- -Levitación: un hechizo exigente mentalmente, cansa más de lo acostumbrado. Cuando una persona levita lo más normal es caminar sobre el aire; uno puede dejarse arrastrar simplemente por el hechizo sin moverse, pero la sensación de indefensión es mayor.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida.- Brujos bajos: objetos ligeros (por ejemplo una manzana)(*) con poca práctica, un baúl (**) con práctica.
- Brujos altos: Un baúl con poca práctica, una persona (***) con práctica.
- Magos: Una persona con algo de práctica, objetos muy pesados (****)con mucha práctica.
Si el objeto que levantado es un puñado de botones (los cuales entran en la categoría de objeto ligero) contarían como un solo asterisco. Lo que cuesta más es la concentración necesaria para mantener tantos objetos distintos en el aire a la vez. - Brujos bajos: objetos ligeros (por ejemplo una manzana)(*) con poca práctica, un baúl (**) con práctica.
- Parálisis:
- -Parálisis (***): envuelve al objetivo en un aura azulada al lanzarlo. Sus efectos duran cerca de una hora si se aplica a una única persona. Inmoviliza por completo, y su coste aumenta proporcionalmente a lo voluminoso del objetivo.
Lanzamiento por disparo de alcance corto, por contacto o por área a varios objetivos. Conjuración media.
- Traspaso de energía:
- -Traspaso de energía: no un hechizo en sí, aunque necesita de un chispazo de magia para arrancar. No obstante la energía puede tomarse de alguien no mágico (los efectos se detallan en el post de Sistema de magia). El proceso es perceptible para ambas partes y puede gradarse a voluntad: no obstante si el traspaso de energía es excesivo por parte de la parte emisora y ésta se desmaya o pierde el conocimiento, el enlace entre ambas personas se rompe y el traspaso se interrumpe. Es el mecanismo de funcionamiento de muchos amuletos.
Lanzamiento por contacto. Conjuración muy rápida.
Notas:
-Este grimorio también contiene varios de los hechizos que también venían en el libro de cocina (corte, térmico...).
-También pueden aprender de él cómo anclar hechizos.
-A lo largo de los meses se irán traduciendo más hechizos y añadiéndolos a esta lista.
- Ver mensajes archivados:
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Torreón Sendar
29/06/24, 09:37 pm
—Oh. Um —suspiró una risa para Räg—, vale, no pasa nada —cambió la vista a Ethan para no hacerlo extra-incómodo—. ¿Hay melocotones?
Realmente quería uno, aunque fuera por llevarse a la boca algo más dulce y entretenerse comiendo, pero la bromita le arrancó una pequeña sonrisa. Echaba de menos los tiempos en los que el excedente de frutas era una molestia digna. Entonces llegó la pregunta de Airi, el puente perfecto para comprender el extrañísimo superpoder de Räg, por el cual sentía tanto desdén como curiosidad. Por pudor, modales y sentimientos él no habría podido sacar el asunto a la mesa, pero eso no quería decir que no estuviera interesado como espectador y el buen chismoso que había sido siempre. Al final del día le complacía ver sus dudas resueltas, incluso si estas no traían exactamente buenas noticias. Un placer pasajero, sin duda. Había cosas con las que era más feliz ignorando.
Escuchó al mjörní con orejas alzadas y una expresión que poco a poco vislumbraba duda. Nohlem era bueno poniendo cara de póker -o al menos eso creía él-, pero rareza tras rareza no sabía cómo mantenerse, partiendo de la casi extinción a disparar sangre por algo tan sacro como los ojos. Gracias a las formas científicas del reptil esto aún podía comprenderlo como bizarrada propia de su especie, del mismo modo que entre los allí presentes él era el único capaz de ronronear o que hubiera varmanos que lo hicieran a voluntad, pero fue la parte más… cultural, la que le tambaleó.
Su mundo era uno de dualidades. Por un lado había mucho romanticismo por el futuro y lo inexplorado, lo cual popularizaba la investigación y aceleraba el avance de las máquinas y la ciencia. Por otro lado, el morbo a lo desconocido generaba nuevos misterios y alimentaba viejas supersticiones, tan eternas como el primer varmano, y si bien es cierto que habían abandonado la religión hacía muchisimo, de árbol quemado no arden raíces. Räg podía justificar con lógica, pero su lenguaje corporal y creencias tiraban fuerte para el lado contrario, y esto es lo que estaba ganando a Nohlem.
Räg era un presagio. Un augurio. Lo había confundido con uno el primer día, resulta ser que estaba en lo cierto. Nohlem se quedó quieto, dolorosamente tenso. El hambre que tenía se cortó de un desagradable golpe al empatizar con el pobre estado del mjörní, tembloroso y sollozante, pero no en un buen sentido. Se le pegaron sus nervios. Le hizo creer en sus miedos, sentirlos. Que era un peligro. Räg era un peligro.
Si fuera otro tipo de vestigio, tal vez, solo tal vez, Nohlem se hubiera sentido menos atrapado, pero de todas las condenadas partes del cuerpo tenía que sangrar de donde se albergaba el alma. Poco a poco la noticia calaba, y mientras el sanguinario se deshacía en lágrimas el granta solo podía volver la vista atrás a lo sucedido, uniendo puntos en una pizarra dentro de su cabeza. El mjörní había sido el primero en acercarse a la trampa. El que al manchar de sangre a Sutileza lo había condenado. También lo había empapado a él... moviendo poco más que los ojos Nohlem se miró el brazo izquierdo, girándolo lento y robótico antes de volver al frente, descompuesto en el llanto ajeno. Su cara tenía subtítulos, y sabía que tenía las pupilas dilatadas por la abrumadora luz que le entraba. No se movió. Se quedó ahí, tieso de pies a mandíbula como una figura de cera, mareado por oir al otro hiperventilar, pálido de no ser por su piel morena. A pesar de ya estar limpio quería lavarse el brazo- no, lavarse entero a consciencia hasta rasparse.
No estaba siendo racional, pero... por desgracia Kahlo no era la única a la que se le daba bien buscar culpables.
Realmente quería uno, aunque fuera por llevarse a la boca algo más dulce y entretenerse comiendo, pero la bromita le arrancó una pequeña sonrisa. Echaba de menos los tiempos en los que el excedente de frutas era una molestia digna. Entonces llegó la pregunta de Airi, el puente perfecto para comprender el extrañísimo superpoder de Räg, por el cual sentía tanto desdén como curiosidad. Por pudor, modales y sentimientos él no habría podido sacar el asunto a la mesa, pero eso no quería decir que no estuviera interesado como espectador y el buen chismoso que había sido siempre. Al final del día le complacía ver sus dudas resueltas, incluso si estas no traían exactamente buenas noticias. Un placer pasajero, sin duda. Había cosas con las que era más feliz ignorando.
Escuchó al mjörní con orejas alzadas y una expresión que poco a poco vislumbraba duda. Nohlem era bueno poniendo cara de póker -o al menos eso creía él-, pero rareza tras rareza no sabía cómo mantenerse, partiendo de la casi extinción a disparar sangre por algo tan sacro como los ojos. Gracias a las formas científicas del reptil esto aún podía comprenderlo como bizarrada propia de su especie, del mismo modo que entre los allí presentes él era el único capaz de ronronear o que hubiera varmanos que lo hicieran a voluntad, pero fue la parte más… cultural, la que le tambaleó.
Su mundo era uno de dualidades. Por un lado había mucho romanticismo por el futuro y lo inexplorado, lo cual popularizaba la investigación y aceleraba el avance de las máquinas y la ciencia. Por otro lado, el morbo a lo desconocido generaba nuevos misterios y alimentaba viejas supersticiones, tan eternas como el primer varmano, y si bien es cierto que habían abandonado la religión hacía muchisimo, de árbol quemado no arden raíces. Räg podía justificar con lógica, pero su lenguaje corporal y creencias tiraban fuerte para el lado contrario, y esto es lo que estaba ganando a Nohlem.
Räg era un presagio. Un augurio. Lo había confundido con uno el primer día, resulta ser que estaba en lo cierto. Nohlem se quedó quieto, dolorosamente tenso. El hambre que tenía se cortó de un desagradable golpe al empatizar con el pobre estado del mjörní, tembloroso y sollozante, pero no en un buen sentido. Se le pegaron sus nervios. Le hizo creer en sus miedos, sentirlos. Que era un peligro. Räg era un peligro.
Si fuera otro tipo de vestigio, tal vez, solo tal vez, Nohlem se hubiera sentido menos atrapado, pero de todas las condenadas partes del cuerpo tenía que sangrar de donde se albergaba el alma. Poco a poco la noticia calaba, y mientras el sanguinario se deshacía en lágrimas el granta solo podía volver la vista atrás a lo sucedido, uniendo puntos en una pizarra dentro de su cabeza. El mjörní había sido el primero en acercarse a la trampa. El que al manchar de sangre a Sutileza lo había condenado. También lo había empapado a él... moviendo poco más que los ojos Nohlem se miró el brazo izquierdo, girándolo lento y robótico antes de volver al frente, descompuesto en el llanto ajeno. Su cara tenía subtítulos, y sabía que tenía las pupilas dilatadas por la abrumadora luz que le entraba. No se movió. Se quedó ahí, tieso de pies a mandíbula como una figura de cera, mareado por oir al otro hiperventilar, pálido de no ser por su piel morena. A pesar de ya estar limpio quería lavarse el brazo- no, lavarse entero a consciencia hasta rasparse.
No estaba siendo racional, pero... por desgracia Kahlo no era la única a la que se le daba bien buscar culpables.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Torreón Sendar
30/06/24, 12:50 pm
—Yo quieru un melocotón de esos... porfi... si hay... —le pidió a Ethan casi en un ruego cansado. La mención a la fruta le sirvió para ignorar un poco la pregunta con la que Airi parecía haber detenido el aire, así que sonrió con brevedad y cierta nostalgia al recordar cuantas bromas se habían gastado unos a otros con aquel manjar recurrente. Llegó a repudiarla, pero llevaba tantas horas sin llevarse nada al estómago que se habría comido una tarta de nueve pisos de melocotones si pudiera. Y todo gracias a que Nohlem le había abierto un poco el apetito al recordarle que lo normal era no conformarse con la miseria de los últimos días.
La consiguiente pregunta de Rick sí le hizo prestar más atención y levantar la mirada de la pieza de comida que ahora sostenía en las manos. Parpadeó de seguido, pues por su pequeña mente de infante no había pasado la posibilidad de que el mjörní estuviera herido, ya que desde que consiguieron resguardarse bajo los muros de Sendar su amigo no sangraba.
Sin embargo... admitía que sí que había una sombra dudosa que se cernía sobre su comprensión, una demasiado compleja como para que pudiera descifrarla, y a la cual le siguió una explicación igual de entramada y repleta de términos ininteligibles para él.
Aniol no entendía de "globos oculares" o "vestigios evolutivos" en absoluto. Pero le quedó claro lo importante, y es que Räg lo estaba pasando mal. Cuando percibió sus lágrimas y su respiración agitada se levantó despacio, llevándose las manos a la boca y agitando la cabeza a todos lados en busca de alguien que pudiera expresar las palabras adecuadas. Se detuvo en especial sobre Damian al imaginar que probablemente para él resultaría algo asombroso que el lagartito pudiera escupir sangre por los ojos. Su mente por contra viajaba por otra senda.
Era sabido en su mundo que las niñas sangraban un poquito por ahí abajo cuando se convertían en mujeres... él mismo había oído conversaciones de sus hermanas en las que susurraban tales misterios. Quizás Räg estaba creciendo e iba a convertirse en una mujer lagarto, de ahí a sus escamas moradas y tan hermosas. No le veía lo malo. Ni tampoco el peligro.
—No... —se lamentó. El churumbel se deslizó como una nube cargada de aprensión hasta quedar cerca del mjorní. No llegó a enredar sus dedos en sus ropajes, pero le agarró su mano izquierda con suavidad sin querer abrumarle con ningún abrazo. La situación ya era límite, lo último que deseaba era ver a uno de sus grandes referentes en ese estado—. Pero... Räg... tú no eres violentu... además... siempre eres amable con todos nosotros... incluso cuando me enseñas a usar el palito... —agachó la cabeza un poco cabizbajo, no podía ser cierto que estuviera destinado a cosas malas.
Era raro que expulsara sangre por los ojos. Y muy inquietante. Pero bueno Tawar era una planta parlanchina, Colmillo un perro con su hocico y su olfato y todo y Nohlem de vez en cuando ronroneaba bajito.
Y ayer él había degollado a un jabalí-oso gigante. Si necesitaban acostumbrarse a verdades espinosas no veía otro momento mejor que ese.
La consiguiente pregunta de Rick sí le hizo prestar más atención y levantar la mirada de la pieza de comida que ahora sostenía en las manos. Parpadeó de seguido, pues por su pequeña mente de infante no había pasado la posibilidad de que el mjörní estuviera herido, ya que desde que consiguieron resguardarse bajo los muros de Sendar su amigo no sangraba.
Sin embargo... admitía que sí que había una sombra dudosa que se cernía sobre su comprensión, una demasiado compleja como para que pudiera descifrarla, y a la cual le siguió una explicación igual de entramada y repleta de términos ininteligibles para él.
Aniol no entendía de "globos oculares" o "vestigios evolutivos" en absoluto. Pero le quedó claro lo importante, y es que Räg lo estaba pasando mal. Cuando percibió sus lágrimas y su respiración agitada se levantó despacio, llevándose las manos a la boca y agitando la cabeza a todos lados en busca de alguien que pudiera expresar las palabras adecuadas. Se detuvo en especial sobre Damian al imaginar que probablemente para él resultaría algo asombroso que el lagartito pudiera escupir sangre por los ojos. Su mente por contra viajaba por otra senda.
Era sabido en su mundo que las niñas sangraban un poquito por ahí abajo cuando se convertían en mujeres... él mismo había oído conversaciones de sus hermanas en las que susurraban tales misterios. Quizás Räg estaba creciendo e iba a convertirse en una mujer lagarto, de ahí a sus escamas moradas y tan hermosas. No le veía lo malo. Ni tampoco el peligro.
—No... —se lamentó. El churumbel se deslizó como una nube cargada de aprensión hasta quedar cerca del mjorní. No llegó a enredar sus dedos en sus ropajes, pero le agarró su mano izquierda con suavidad sin querer abrumarle con ningún abrazo. La situación ya era límite, lo último que deseaba era ver a uno de sus grandes referentes en ese estado—. Pero... Räg... tú no eres violentu... además... siempre eres amable con todos nosotros... incluso cuando me enseñas a usar el palito... —agachó la cabeza un poco cabizbajo, no podía ser cierto que estuviera destinado a cosas malas.
Era raro que expulsara sangre por los ojos. Y muy inquietante. Pero bueno Tawar era una planta parlanchina, Colmillo un perro con su hocico y su olfato y todo y Nohlem de vez en cuando ronroneaba bajito.
Y ayer él había degollado a un jabalí-oso gigante. Si necesitaban acostumbrarse a verdades espinosas no veía otro momento mejor que ese.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Torreón Sendar
30/06/24, 09:14 pm
Airi no pretendía crear un debate de quién debía curarse primero, al menos no en ese momento, aunque le supo un poco mal haber dejado claras sus prioridades sin darse cuenta. Tras suturar de aquella manera tan burda la herida de Connor no se podía quitar de la cabeza la arena y otras cosas que habían podido quedar hundidas bajo la herida, eso suponiendo que una posible infección remitiese con ayuda de aquel amuleto.
Cuando hizo la pregunta a Räg lo había hecho desde la preocupación, pero no pudo evitar sentirse mal al ver que con ello solo había conseguido ponerlo más nervioso. Su lengua se trababa constantemente al hablar. Parecía que tuviese que confesarles algo horrible, y Airi se pensó lo peor. Tal vez realmente su vida estaba en peligro o algo así, y no había querido confesarlo antes para no bajar más los ánimos. Al lado de sus temores, la explicación que dio no sonaba tan terrible.
Decir que le estallaban los globos oculares le hizo congestionar la expresión con la impresión. Suponía que no era tan extremo como lo había hecho sonar o se habría quedado ciego, pero quién sabía si había magia o algo parecido detrás de eso. Ya nada le extrañaba.
Se calmó considerablemente a medida que continuaba su explicación, pero cuando implicó que aquello era algo malo en su mundo torció la cabeza con confusión. ¿Acaso no era un rasgo natural en su especie? Pero la explicación continuó y Räg sonaba tan convencido cuando les informó de que aquello le convertía en alguien violento que Airi no supo cómo reaccionar. Se paralizó en el sitio, ponderando. No sabía literalmente nada de su especie, y lo único que tenía era la palabra de Räg para tratar de entender de qué iba todo aquello.
El mjörní le había hablado del pasado de su mundo. Le había mostrado su horror por la violencia y la guerra. Creía conocerlo bien, ¿pero lo hacía? No le creía capaz de engañarles, incluso les estaba contando algo malo sobre sí mismo, aunque fuese tarde, y aunque no acabasen de entender qué implicaba. Airi siempre había sentido seguridad al lado de Räg, y sus amigos mjörnís al parecer también, si lo que decía sobre que le habían ayudado era cierto.
Le sanaí tenía demasiado cansancio encima para continuar dándole vueltas al asunto tras aquel pensamiento. Si sus amigos, de los que había hablado con tanto cariño, confiaban en él, elle también se iba a fiar de su instinto. Como lo estaba haciendo Aniol.
—Te conocemos, Räg, tú no eres así —añadió tras el niño. «Salvo que cambie de repente» le traicionaron sus pensamientos—. No hay necesidad de preocuparse por eso ahora. No eres un peligro para nosotros, hasta ahora nunca lo has sido.
»Sé que es difícil… —Se acercó a él, debatiendo si ponerle una mano en el hombro ayudaría o no a calmarle—. ¿Pero podrías responder a otra pregunta? ¿Es… algo que hayas visto que le pasase a otros con tus propios ojos? Lo de volverse violentos, quiero decir.
Ya frente a él, estaría pendiente de si su ansiedad iba a más para tratar de ayudarle o dejarle espacio. No sabía qué hacer, y por el ambiente reinante tenía la seguridad de no ser le únique.
Cuando hizo la pregunta a Räg lo había hecho desde la preocupación, pero no pudo evitar sentirse mal al ver que con ello solo había conseguido ponerlo más nervioso. Su lengua se trababa constantemente al hablar. Parecía que tuviese que confesarles algo horrible, y Airi se pensó lo peor. Tal vez realmente su vida estaba en peligro o algo así, y no había querido confesarlo antes para no bajar más los ánimos. Al lado de sus temores, la explicación que dio no sonaba tan terrible.
Decir que le estallaban los globos oculares le hizo congestionar la expresión con la impresión. Suponía que no era tan extremo como lo había hecho sonar o se habría quedado ciego, pero quién sabía si había magia o algo parecido detrás de eso. Ya nada le extrañaba.
Se calmó considerablemente a medida que continuaba su explicación, pero cuando implicó que aquello era algo malo en su mundo torció la cabeza con confusión. ¿Acaso no era un rasgo natural en su especie? Pero la explicación continuó y Räg sonaba tan convencido cuando les informó de que aquello le convertía en alguien violento que Airi no supo cómo reaccionar. Se paralizó en el sitio, ponderando. No sabía literalmente nada de su especie, y lo único que tenía era la palabra de Räg para tratar de entender de qué iba todo aquello.
El mjörní le había hablado del pasado de su mundo. Le había mostrado su horror por la violencia y la guerra. Creía conocerlo bien, ¿pero lo hacía? No le creía capaz de engañarles, incluso les estaba contando algo malo sobre sí mismo, aunque fuese tarde, y aunque no acabasen de entender qué implicaba. Airi siempre había sentido seguridad al lado de Räg, y sus amigos mjörnís al parecer también, si lo que decía sobre que le habían ayudado era cierto.
Le sanaí tenía demasiado cansancio encima para continuar dándole vueltas al asunto tras aquel pensamiento. Si sus amigos, de los que había hablado con tanto cariño, confiaban en él, elle también se iba a fiar de su instinto. Como lo estaba haciendo Aniol.
—Te conocemos, Räg, tú no eres así —añadió tras el niño. «Salvo que cambie de repente» le traicionaron sus pensamientos—. No hay necesidad de preocuparse por eso ahora. No eres un peligro para nosotros, hasta ahora nunca lo has sido.
»Sé que es difícil… —Se acercó a él, debatiendo si ponerle una mano en el hombro ayudaría o no a calmarle—. ¿Pero podrías responder a otra pregunta? ¿Es… algo que hayas visto que le pasase a otros con tus propios ojos? Lo de volverse violentos, quiero decir.
Ya frente a él, estaría pendiente de si su ansiedad iba a más para tratar de ayudarle o dejarle espacio. No sabía qué hacer, y por el ambiente reinante tenía la seguridad de no ser le únique.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Re: Torreón Sendar
02/07/24, 12:19 pm
Ethan era agnóstico por mera vagancia. No es solo que no siguiera ninguna religión, es que la más cercana a la que había estado eran las fábulas japonesas que su padre le había leído de pequeño. No creía en las supersticiones aunque tampoco lo había hecho con la magia y ahí estaba, rodeado de criaturas de otros planetas mientras hablaban en el salón sobre miedos y etnias. Las devociones de uno simplemente se diluían en un concepto más simple y es que sí había la posibilidad de que sucediera, en esa ciudad iba a ocurrir.
Agradeció estar lejos cuando Rag empezó a hablar pues así su única compañía fue la comida y no el tartamudeo apenado de su compañero. No es que no tuviera empatía pero como el clima de aquel lugar hasta esa emoción se veía apagada por mero cansancio. Tanto así que cuando quiso seguir la broma de los melocotones se dio de bruces con una triste realidad, no habían. Claro, con tanto tiempo entre medias la fruta había cambiado de estación y las que en su día abundaban ahora eran sustituidas por otras muy diferentes. Hasta esa tontería le entristecía, sin melocotones lo que les quedaba ahora era multitud de naranjas. Tomo una para él y otra para Aniol suponiendo que Nohlem solo había bromeado al respecto.
-No quedan.
Mencionó en bajo mientras se la daba al pequeño y regresaba a su asiento de la forma más respetuosa posible. En silencio, se mantuvo pelando la fruta mientras escuchaba todo lo que el lagarto tenía que confesarlos. Siendo honestos, tras la caída en picado de ayer un problema que a primera vista se le antojaba pura xenofobia le hacía quitarle cierto peso al asunto. No lo llegaría a comentar en alto pues la educación seguía latente en él pero a esas alturas un problema cultural en aquella ciudad de mierda era meramente inexistente. ¿Qué más daba que lo fueran aislar si su problema actual es que los querían matar? Regresar a casa se le antojaba un sueño imposible, así que muchos problemas vinculados al mismo se iban disipando tras una extraña niebla irreal.
-Rag… En mi mundo hay personas que piensan que si tienes la tez más oscura eres un delincuente o un asesino, que si te gusta alguien de tu mismo género estás enfermo y que por el hecho de ser mujer pueden tratarte de peor manera… -Se aclaró la garganta sin saber si acercarse o no a su compañero. -Lo que quiero decir es que a veces la sociedad tiene miedo a lo que ellos consideran que se sale de la norma, de lo común y entonces te señalan como culpable de algo que siquiera has hecho.
Se quedó pensativo en el sitio recordando los inicios que habían tenido todos. El lagarto nunca había sido agresivo, al contrario, le había visto sufrir ante el menor comportamiento fuerte del resto. No sabía apenas de aquella sociedad de lagartos pero cuanto más les compartía acerca de ella más claro le dejaba que no era nada sana. No buscaban conflicto hasta el punto sesgado donde alguien joven como Rag sufría porque una sola persona levantara la voz, decían no ser agresivos pero aislaban a personas inocentes por un rasgo físico que no elegían tener, aunque fueran simples críos.
-¿Y qué hay de malo en ser agresivo? Aunque fuera el caso, no te digo pegar por pegar ni ser violento por serlo, pero a veces es necesario levantar la voz y en otras por mucho que no nos agrade hay que poder defenderse. -Se encogió de hombros en el sitio. -Rag tu no eres mala persona por tener una condición racial, pero tampoco lo serias si te permites estar enfadado. Sea lo que sea lo que te hayan dicho llevamos no sé cuánto tiempo conviviendo todos juntos y desde luego que más allá de darnos un susto con tanta sangre no has hecho nada malo.
Agradeció estar lejos cuando Rag empezó a hablar pues así su única compañía fue la comida y no el tartamudeo apenado de su compañero. No es que no tuviera empatía pero como el clima de aquel lugar hasta esa emoción se veía apagada por mero cansancio. Tanto así que cuando quiso seguir la broma de los melocotones se dio de bruces con una triste realidad, no habían. Claro, con tanto tiempo entre medias la fruta había cambiado de estación y las que en su día abundaban ahora eran sustituidas por otras muy diferentes. Hasta esa tontería le entristecía, sin melocotones lo que les quedaba ahora era multitud de naranjas. Tomo una para él y otra para Aniol suponiendo que Nohlem solo había bromeado al respecto.
-No quedan.
Mencionó en bajo mientras se la daba al pequeño y regresaba a su asiento de la forma más respetuosa posible. En silencio, se mantuvo pelando la fruta mientras escuchaba todo lo que el lagarto tenía que confesarlos. Siendo honestos, tras la caída en picado de ayer un problema que a primera vista se le antojaba pura xenofobia le hacía quitarle cierto peso al asunto. No lo llegaría a comentar en alto pues la educación seguía latente en él pero a esas alturas un problema cultural en aquella ciudad de mierda era meramente inexistente. ¿Qué más daba que lo fueran aislar si su problema actual es que los querían matar? Regresar a casa se le antojaba un sueño imposible, así que muchos problemas vinculados al mismo se iban disipando tras una extraña niebla irreal.
-Rag… En mi mundo hay personas que piensan que si tienes la tez más oscura eres un delincuente o un asesino, que si te gusta alguien de tu mismo género estás enfermo y que por el hecho de ser mujer pueden tratarte de peor manera… -Se aclaró la garganta sin saber si acercarse o no a su compañero. -Lo que quiero decir es que a veces la sociedad tiene miedo a lo que ellos consideran que se sale de la norma, de lo común y entonces te señalan como culpable de algo que siquiera has hecho.
Se quedó pensativo en el sitio recordando los inicios que habían tenido todos. El lagarto nunca había sido agresivo, al contrario, le había visto sufrir ante el menor comportamiento fuerte del resto. No sabía apenas de aquella sociedad de lagartos pero cuanto más les compartía acerca de ella más claro le dejaba que no era nada sana. No buscaban conflicto hasta el punto sesgado donde alguien joven como Rag sufría porque una sola persona levantara la voz, decían no ser agresivos pero aislaban a personas inocentes por un rasgo físico que no elegían tener, aunque fueran simples críos.
-¿Y qué hay de malo en ser agresivo? Aunque fuera el caso, no te digo pegar por pegar ni ser violento por serlo, pero a veces es necesario levantar la voz y en otras por mucho que no nos agrade hay que poder defenderse. -Se encogió de hombros en el sitio. -Rag tu no eres mala persona por tener una condición racial, pero tampoco lo serias si te permites estar enfadado. Sea lo que sea lo que te hayan dicho llevamos no sé cuánto tiempo conviviendo todos juntos y desde luego que más allá de darnos un susto con tanta sangre no has hecho nada malo.
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Re: Torreón Sendar
03/07/24, 04:53 pm
Con las primeras palabras del mjörní y su claro nerviosismo, a Rick le quedó claro que aquel tema iba a ser muy peliagudo. No es que ver incómodo a su compañero fuera algo nuevo, ya se había fijado en lo estresante que le resultaba el conflicto desde hacía tiempo, pero el punto en el que se encontraba era más preocupante. El neoyorquino escuchó atentamente, manteniendo la fachada de tranquilidad para no empeorar sin querer los nervios de Räg. Tenía claro que si podía ayudarle tras lo que fuera a explicar lo haría.
Lo primero que expresó con la cara Rick fue una ligera sorpresa, comedida tanto por todos los detalles que le faltaba por contar a su compañero como por la curiosidad familiaridad con eso de hacer estallar los globos oculares. No podía negar que la apariencia de Rägjynn le había recordado desde bastante pronto a los lagartos cornudos que vivían en algunas partes de Estados Unidos, pero ni por un segundo se le había ocurrido que también compartieran ese rasgo tan peculiar. En su imaginación no es que resultara algo muy agradable y prefería quedarse con la duda de más detalles sobre cómo funcionaba, pero aquel no era el momento para dispersarse. Vale, era una condición rara entre su especie, pero... -(Hay algo más, ¿no?)- pensó. Por más repelús que ya le diera a él solo eso, podía intuir que la ansiedad del lagarto tenía un motivo más profundo que no tardó en revelar.
Fue a esas alturas que el chico fue comprendiendo todo el peso de la situación en la que se encontraba el mjörní. Tal vez ya por las connotaciones que tenía esa palabra en La Tierra se puso en alerta antes de que la conversación siguiera, gustándole cada vez menos lo que conllevaba ser un "sanguinario". En cualquier otro momento su escepticismo y el bagaje que tenía su mundo ya le habrían hecho dudar de la veracidad de esa parte que proclamaba el Culto, pero además tenía pruebas claras de que, a pesar de lo que dijeran en Mjörne, aquella era una creencia falsa y dañina. Y aunque no las tuviera, confiaba en su amigo y aquellas lágrimas no transmitían ni una pizca de esa supuesta maldad contenida.
Miró brevemente al resto del grupo, buscando cómo se habían tomado la noticia. El cansancio no le permitió mostrarlo, pero se alegraba de que pareciera que pensaran igual al respecto. Afectado por la pena del mjörní, Rick olvidó por un momento el dolor de sus heridas y se levantó del sillón con la vara. Mientras se iba acercando a su compañero, fue asintiendo a los tiernos ánimos de Aniol y a los sensatos argumentos de Airi y Ethan. Por un momento tuvo la misma duda que le sanaí, pero el neoyorquino acabó poniéndole una mano en el hombro en señal de apoyo para intentar ayudar a calmarle, aunque prestando atención por si prefería tener espacio. Con un tono tranquilo y tan conciliador como le permitía el cansancio del último día, empezó a añadir a los ánimos: -Rägjynn, Ethan tiene razón. No todo lo que cree la sociedad o parte de ella tiene por que ser cierto. Es cierto que no conocemos todo sobre tu mundo pero... fíjate en lo claro que lo tenemos todos- Sacó las fuerzas para una pequeña sonrisa, la único a lo que podía llegar en esos momentos. -No eres un peligro, y mucho menos por poder o no hacer eso. Hemos pasado mucho tiempo juntos para saber que eres buena persona y nada va a hacer que cambiemos de opinión.-
La pregunta de Airi le pareció muy acertada para que su amigo comprendiera más su punto, así que esperó atento a cómo iría reaccionando a todo aquello y a su respuesta.
Lo primero que expresó con la cara Rick fue una ligera sorpresa, comedida tanto por todos los detalles que le faltaba por contar a su compañero como por la curiosidad familiaridad con eso de hacer estallar los globos oculares. No podía negar que la apariencia de Rägjynn le había recordado desde bastante pronto a los lagartos cornudos que vivían en algunas partes de Estados Unidos, pero ni por un segundo se le había ocurrido que también compartieran ese rasgo tan peculiar. En su imaginación no es que resultara algo muy agradable y prefería quedarse con la duda de más detalles sobre cómo funcionaba, pero aquel no era el momento para dispersarse. Vale, era una condición rara entre su especie, pero... -(Hay algo más, ¿no?)- pensó. Por más repelús que ya le diera a él solo eso, podía intuir que la ansiedad del lagarto tenía un motivo más profundo que no tardó en revelar.
Fue a esas alturas que el chico fue comprendiendo todo el peso de la situación en la que se encontraba el mjörní. Tal vez ya por las connotaciones que tenía esa palabra en La Tierra se puso en alerta antes de que la conversación siguiera, gustándole cada vez menos lo que conllevaba ser un "sanguinario". En cualquier otro momento su escepticismo y el bagaje que tenía su mundo ya le habrían hecho dudar de la veracidad de esa parte que proclamaba el Culto, pero además tenía pruebas claras de que, a pesar de lo que dijeran en Mjörne, aquella era una creencia falsa y dañina. Y aunque no las tuviera, confiaba en su amigo y aquellas lágrimas no transmitían ni una pizca de esa supuesta maldad contenida.
Miró brevemente al resto del grupo, buscando cómo se habían tomado la noticia. El cansancio no le permitió mostrarlo, pero se alegraba de que pareciera que pensaran igual al respecto. Afectado por la pena del mjörní, Rick olvidó por un momento el dolor de sus heridas y se levantó del sillón con la vara. Mientras se iba acercando a su compañero, fue asintiendo a los tiernos ánimos de Aniol y a los sensatos argumentos de Airi y Ethan. Por un momento tuvo la misma duda que le sanaí, pero el neoyorquino acabó poniéndole una mano en el hombro en señal de apoyo para intentar ayudar a calmarle, aunque prestando atención por si prefería tener espacio. Con un tono tranquilo y tan conciliador como le permitía el cansancio del último día, empezó a añadir a los ánimos: -Rägjynn, Ethan tiene razón. No todo lo que cree la sociedad o parte de ella tiene por que ser cierto. Es cierto que no conocemos todo sobre tu mundo pero... fíjate en lo claro que lo tenemos todos- Sacó las fuerzas para una pequeña sonrisa, la único a lo que podía llegar en esos momentos. -No eres un peligro, y mucho menos por poder o no hacer eso. Hemos pasado mucho tiempo juntos para saber que eres buena persona y nada va a hacer que cambiemos de opinión.-
La pregunta de Airi le pareció muy acertada para que su amigo comprendiera más su punto, así que esperó atento a cómo iría reaccionando a todo aquello y a su respuesta.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Sendar
04/07/24, 06:58 am
Cernió su mano en torno a la de Aniol apenas siendo consciente de lo que hacía y mirando sin ver a través de sus ojos abnegados en lágrimas. Las palabras del polaco, la amabilidad que le estaba mostrando… Después también Airi. No sabía si podía aceptarlas. Si debía hacerlo.
No obstante, su cuerpo actuó solo y apretó un poco más la mano del niño, sin llegar a realizar fuerza suficiente como para hacerle daño pero sí para reafirmar que no rechazaba su contacto. Quería creerles. Necesitaba creerles. Pero…
Se esforzó en controlar su respiración y sus quejidos para escuchar todo lo que tenían que decirle. Ethan trató de hacerle llegar un mensaje que no sabía si comprendía del todo. Había escuchado antes a sus compañeros humanos hablar sobre temas conflictivos como los que estaba explicando el británico y nunca los había entendido. Ethan, y el resto de terrestres por lo que había podido comprender, parecían tener muy claro que aquella clase de juicios eran erróneos y Rägjynn no hubiese podido estar más de acuerdo al no entender por qué nadie iba a ser discriminado por su género o el color de su piel. Para un mjörní, el color de las escamas solo podía ser algo indiferente o positivo, en el caso de los escamas negras… Incluso sus escamas moradas habían suscitado ciertos conflictos que nada tenían que ver con la discriminación… Al menos no hacia su persona.
Pero no creía que fuese tan sencillo. Los humanos y los mjörnís eran especies muy diferentes, y desde luego no era capaz de imaginar una balanza en equilibrio entre los dilemas que había expuesto el mestizo frente a la condición de sanguinario. El Culto a la Sanación, el Templo de Förstelyr, le habían acogido desde poco después de nacer y tratado con la calidez de una familia que de otro modo no hubiese tenido. Ellos no podían...
Pero si no se equivocaban en nada, ¿dónde le dejaba eso a él? Trató de alzar la vista, borrosa a través de las lásgrimas, y por un instante le pareció ver a Alysdr y Skjë sustituyendo a algunos de sus compañeros de torreón. Ellos también le habían intentado convencer de formas parecidas. En realidad, podía decir que lo habían logrado, pues no había llegado a confesar su impureza a la Väler aunque se lo hubiese planteado cada día tras el encuentro con el jörd.
Aun así, sentía que no se había explicado del todo bien. Por supuesto que no lo había hecho, no era más que un amasijo de ansiedad tembloroso.
—Yo… No… No es… No es que no me pueda enfadar. Yo también me enfado. Todo el mundo lo hace a veces, eso ya… ya lo sé… —empezó a explicarse, tratando de evitar que le temblase la voz. Desde luego, pensar en su vida en el templo le hacía recordar algo por lo que había estado verdaderamente enfadado justo antes del incidente—. Lo que significa ser un sanguinario es… Lo que dicen las enseñanzas de la Sanación al respecto… —se intentó corregir, para tratar de evitar los mayores malentendidos posibles.
Las palabras de Rick le habían hecho pensar en que probablemente nunca les había explicado con claridad nada acerca de la Mjörne pre-catástrofe. A fin de cuentas, había estado evitando todo lo que pudiera provocar lo que al final había sido inevitable.
>>La capacidad de disparar sangre por los ojos... Es un rasgo de los mjörnís de antes de la catástrofe que no debería seguir existiendo. Éramos una especie que vivía por y para la guerra. No había normas de convivencia, ni respeto entre unos y otros más allá del valor que uno pudiese tener como soldado. La magia prácticamente solo se utilizaba con propósitos bélicos, el día a día estaba centrado en la conquista. Lo único que nos unía era… la sed de sangre. Los historiadores dicen que… Mjörne entera dejó de lado sus disputas internas para hacer frente a conquistadores provenientes de otro mundo. Solo porque había un enemigo mayor que nosotros mismos al que enfrentarse, aplastar y someterlos a ellos en su lugar —hablaba ahora de forma más monótona, recitando parte de las lecciones de historia que siempre les repetían. Los mjörnís del presente querían asegurarse de que nadie olvidaba lo que habían sido y debían dejar de ser—. Estos ojos… la condición de sanguinario… Es el vestigio de algo que los mjörnís ya no somos. Debería haber desaparecido por completo. Bueno, o eso es lo que… Lo que dicen.
Miró hacia Airi tras hacer una pausa. Empezaba a no estar del todo seguro de qué estaba intentando explicar, porque era un concepto demasiado integrado en los valores morales de los que venía. Y, sin embargo, la pregunta de le sanaí… Él mismo se había hecho esa pregunta en alguna ocasión. Cuando había visto a huérfanos muy pequeños ser condenados al exilio de un día para otro. Pero nunca se había dado cuenta de hasta qué punto se lo preguntaba. Al menos no hasta que hubiera sido su turno y Alys se negaba día tras día a creer que fuese a cambiar de un día para otro. En el fondo, tenía claro que hubiera hecho lo mismo si los papeles se hubieran intercambiado. Y ahora eran sus nuevos amigos los que le estaban intentando convencer de lo mismo que el hermano que dejó atrás.
—No —respondió finalmente mirando hacia Airi—. Solo… rumores. A fin de cuentas, se sabe que alguien es sanguinario desde poco después de nacer… O eso se suponía —dirigió su mirada hacia sí mismo, como si se estuviese dando cuenta de algo muy obvio por primera vez. En realidad, el pensamiento ya había estado navegando a la deriva ente tantos otros que había tratado de ahogar—. Y después de que se los lleven… Nadie sabe lo que ocurre en la Isla de los Sanguinarios. Según dicen… Ni siquiera los Sacerdotes del Orden que se encargan de vigilarla tienen mucho contacto con los sanguinarios. O eso es lo que tengo entendido.
Hizo otra pausa, en la que clavó su mirada en su regazo, adquiriendo una expresión algo más pensativa, las lágrimas empezando a ser menos frecuentes. Seguía temblando, pero su tono no era el mismo.
>>Tiene que haber… otros como yo, ¿verdad? Otros sanguinarios… que nadie sepa que lo son. No soy especial, aunque algunas personas pretendían… —negó con la cabeza. De los presentes, solo Rick sabía a qué se refería—. Es… improbable que sea el único.
Miraría a Ethan al terminar antes de volver a agachar la cabeza, porque creía que lo que estaba diciendo tenía que ver con lo que había querido explicarle antes el humano. De algún modo, empezaba a ver una conexión con las distintas formas de pensar de sus compañeros de mundos tan diversos.
Y, sobre todo, quería que alguien le diese la razón. Y al mismo tiempo quería que se la quitasen. No sabía cómo debía sentirse al respecto. Estaba utilizando la lógica, sacando a flote una de las tantas incongruencias que amenazaban con… ¿Con qué? ¿Convertirle en lo que afirmaban que era ser un sanguinario? Estaba confuso, iba en contra de todas las enseñanzas del Culto, pero Rägjynn nunca había sido capaz de abandonar el pensamiento crítico a pesar de que se le considerase un alumno modelo. ¿En qué le convertía eso? ¿En hereje? ¿En sanguinario?
¿Y eso qué significaba, a fin de cuentas?
No lo sabía. Se sentía perdido, confuso y tenía miedo. Pero tenía un poco menos de miedo que cuando había empezado a explicar por qué el día anterior había empezado a disparar sangre por los ojos.
No obstante, su cuerpo actuó solo y apretó un poco más la mano del niño, sin llegar a realizar fuerza suficiente como para hacerle daño pero sí para reafirmar que no rechazaba su contacto. Quería creerles. Necesitaba creerles. Pero…
Se esforzó en controlar su respiración y sus quejidos para escuchar todo lo que tenían que decirle. Ethan trató de hacerle llegar un mensaje que no sabía si comprendía del todo. Había escuchado antes a sus compañeros humanos hablar sobre temas conflictivos como los que estaba explicando el británico y nunca los había entendido. Ethan, y el resto de terrestres por lo que había podido comprender, parecían tener muy claro que aquella clase de juicios eran erróneos y Rägjynn no hubiese podido estar más de acuerdo al no entender por qué nadie iba a ser discriminado por su género o el color de su piel. Para un mjörní, el color de las escamas solo podía ser algo indiferente o positivo, en el caso de los escamas negras… Incluso sus escamas moradas habían suscitado ciertos conflictos que nada tenían que ver con la discriminación… Al menos no hacia su persona.
Pero no creía que fuese tan sencillo. Los humanos y los mjörnís eran especies muy diferentes, y desde luego no era capaz de imaginar una balanza en equilibrio entre los dilemas que había expuesto el mestizo frente a la condición de sanguinario. El Culto a la Sanación, el Templo de Förstelyr, le habían acogido desde poco después de nacer y tratado con la calidez de una familia que de otro modo no hubiese tenido. Ellos no podían...
Pero si no se equivocaban en nada, ¿dónde le dejaba eso a él? Trató de alzar la vista, borrosa a través de las lásgrimas, y por un instante le pareció ver a Alysdr y Skjë sustituyendo a algunos de sus compañeros de torreón. Ellos también le habían intentado convencer de formas parecidas. En realidad, podía decir que lo habían logrado, pues no había llegado a confesar su impureza a la Väler aunque se lo hubiese planteado cada día tras el encuentro con el jörd.
Aun así, sentía que no se había explicado del todo bien. Por supuesto que no lo había hecho, no era más que un amasijo de ansiedad tembloroso.
—Yo… No… No es… No es que no me pueda enfadar. Yo también me enfado. Todo el mundo lo hace a veces, eso ya… ya lo sé… —empezó a explicarse, tratando de evitar que le temblase la voz. Desde luego, pensar en su vida en el templo le hacía recordar algo por lo que había estado verdaderamente enfadado justo antes del incidente—. Lo que significa ser un sanguinario es… Lo que dicen las enseñanzas de la Sanación al respecto… —se intentó corregir, para tratar de evitar los mayores malentendidos posibles.
Las palabras de Rick le habían hecho pensar en que probablemente nunca les había explicado con claridad nada acerca de la Mjörne pre-catástrofe. A fin de cuentas, había estado evitando todo lo que pudiera provocar lo que al final había sido inevitable.
>>La capacidad de disparar sangre por los ojos... Es un rasgo de los mjörnís de antes de la catástrofe que no debería seguir existiendo. Éramos una especie que vivía por y para la guerra. No había normas de convivencia, ni respeto entre unos y otros más allá del valor que uno pudiese tener como soldado. La magia prácticamente solo se utilizaba con propósitos bélicos, el día a día estaba centrado en la conquista. Lo único que nos unía era… la sed de sangre. Los historiadores dicen que… Mjörne entera dejó de lado sus disputas internas para hacer frente a conquistadores provenientes de otro mundo. Solo porque había un enemigo mayor que nosotros mismos al que enfrentarse, aplastar y someterlos a ellos en su lugar —hablaba ahora de forma más monótona, recitando parte de las lecciones de historia que siempre les repetían. Los mjörnís del presente querían asegurarse de que nadie olvidaba lo que habían sido y debían dejar de ser—. Estos ojos… la condición de sanguinario… Es el vestigio de algo que los mjörnís ya no somos. Debería haber desaparecido por completo. Bueno, o eso es lo que… Lo que dicen.
Miró hacia Airi tras hacer una pausa. Empezaba a no estar del todo seguro de qué estaba intentando explicar, porque era un concepto demasiado integrado en los valores morales de los que venía. Y, sin embargo, la pregunta de le sanaí… Él mismo se había hecho esa pregunta en alguna ocasión. Cuando había visto a huérfanos muy pequeños ser condenados al exilio de un día para otro. Pero nunca se había dado cuenta de hasta qué punto se lo preguntaba. Al menos no hasta que hubiera sido su turno y Alys se negaba día tras día a creer que fuese a cambiar de un día para otro. En el fondo, tenía claro que hubiera hecho lo mismo si los papeles se hubieran intercambiado. Y ahora eran sus nuevos amigos los que le estaban intentando convencer de lo mismo que el hermano que dejó atrás.
—No —respondió finalmente mirando hacia Airi—. Solo… rumores. A fin de cuentas, se sabe que alguien es sanguinario desde poco después de nacer… O eso se suponía —dirigió su mirada hacia sí mismo, como si se estuviese dando cuenta de algo muy obvio por primera vez. En realidad, el pensamiento ya había estado navegando a la deriva ente tantos otros que había tratado de ahogar—. Y después de que se los lleven… Nadie sabe lo que ocurre en la Isla de los Sanguinarios. Según dicen… Ni siquiera los Sacerdotes del Orden que se encargan de vigilarla tienen mucho contacto con los sanguinarios. O eso es lo que tengo entendido.
Hizo otra pausa, en la que clavó su mirada en su regazo, adquiriendo una expresión algo más pensativa, las lágrimas empezando a ser menos frecuentes. Seguía temblando, pero su tono no era el mismo.
>>Tiene que haber… otros como yo, ¿verdad? Otros sanguinarios… que nadie sepa que lo son. No soy especial, aunque algunas personas pretendían… —negó con la cabeza. De los presentes, solo Rick sabía a qué se refería—. Es… improbable que sea el único.
Miraría a Ethan al terminar antes de volver a agachar la cabeza, porque creía que lo que estaba diciendo tenía que ver con lo que había querido explicarle antes el humano. De algún modo, empezaba a ver una conexión con las distintas formas de pensar de sus compañeros de mundos tan diversos.
Y, sobre todo, quería que alguien le diese la razón. Y al mismo tiempo quería que se la quitasen. No sabía cómo debía sentirse al respecto. Estaba utilizando la lógica, sacando a flote una de las tantas incongruencias que amenazaban con… ¿Con qué? ¿Convertirle en lo que afirmaban que era ser un sanguinario? Estaba confuso, iba en contra de todas las enseñanzas del Culto, pero Rägjynn nunca había sido capaz de abandonar el pensamiento crítico a pesar de que se le considerase un alumno modelo. ¿En qué le convertía eso? ¿En hereje? ¿En sanguinario?
¿Y eso qué significaba, a fin de cuentas?
No lo sabía. Se sentía perdido, confuso y tenía miedo. Pero tenía un poco menos de miedo que cuando había empezado a explicar por qué el día anterior había empezado a disparar sangre por los ojos.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Sendar
04/07/24, 06:55 pm
No.
No, no, no.
Dejó de razonar, de querer entender. No se movió, no cambió el rostro a la empalagosa empatía humanoide, suficiente trabajo hacía no demostrando su creciente asco. Que bonito estaba el discurso sobre las 500 variadas formas humanas de marginarte socialmente, pero nada tenía que ver el color de la piel o lo que te gustase llevar a la cama con una maldición que hacía que tu alma sangrase a presión como la cisterna de un camión de bomberos. Porque no, encima no era simplemente llorarla -que ya era bastante preocupante-, era explotarla y dispararla. A la mierda. ¿En qué cabeza cabía eso?
Escuchar el pasado de la especie de Räg hacía flaco favor a su posición, y es que para Nohlem todo lo que decía sonaba a que el mjörní era, como poco, un animal contagiado de rabia latente. Le daba absolutamente igual como había demostrado ser, no es como si los pobres animales salvajes decidieran como comportarse cuando tenían una enfermedad o un parásito dado el momento, la agresividad no era voluntaria. Y eso todavía tenía tratamiento y justificación. Una marca como aquella, no obstante...
Y a él le había empapado con ella.
Cerró los puños sobre sus rodillas e inspiró profundamente para controlar los nervios que se iban apoderando de él. Mito, ciencia o no, por cultura no le entraban tantos palos en la cabeza. Si no fueran los ojos, si no hubiera tantas casualidades, si no hubiera tanta desgracia y mala suerte en torno ellos y concretamente el lagarto, tantos putos simbolismos paralelos… Augurios, fantasmas, boitatás…
El varmano se levantó en religioso silencio y salió fuera, sin importarle lo más mínimo lo mal que se viera el gesto. Llenó un cubo en el pozo y se quedó viendo la superficie hasta que la paz del agua le ofreciera algo parecido a su reflejo, algo que le inspirase calma, imposible dada la oscuridad del recipiente. Necesitaba lavarse. No quería que le salieran pinchos en el brazo, que se agrietara como corteza de árbol y piel de serpiente, ni despertarse un día con los ojos sangrantes, maldito y fuera de sí. No quería acabar muerto igual que el jabalí o Sutileza, marcado por destino y desgracia. Como si no estuvieran bastante jodidos, tenían en el torreón el equivalente varmano a un gato negro con una enfermedad maligna que ha pisado 10 espejos rotos debajo de una escalera fusionado con el hombre del saco. Y le tocaba convivir con ello.
Actuó deprisa. Con la cabeza gacha y sin mirar a nadie pasó al salón, cogió una pastilla de jabón y un cristal cargado de los que habían llevado al ir por las cestas y volvió al patio. El de temperatura era el único hechizo que controlaba por conveniencia, asi que lanzó este sobre el agua para calentarla: lo repitió hasta la saciedad, hasta que el agua burbujeó, para que en caso de que el jabón no fuera suficiente, fuera la elevada temperatura lo que se llevase sus males, enfermedades o infortunios contagiados. Remangándose la camisa y silbando entredientes por el mordisco del calor, el varmano comenzó a frotar.
No, no, no.
Dejó de razonar, de querer entender. No se movió, no cambió el rostro a la empalagosa empatía humanoide, suficiente trabajo hacía no demostrando su creciente asco. Que bonito estaba el discurso sobre las 500 variadas formas humanas de marginarte socialmente, pero nada tenía que ver el color de la piel o lo que te gustase llevar a la cama con una maldición que hacía que tu alma sangrase a presión como la cisterna de un camión de bomberos. Porque no, encima no era simplemente llorarla -que ya era bastante preocupante-, era explotarla y dispararla. A la mierda. ¿En qué cabeza cabía eso?
Escuchar el pasado de la especie de Räg hacía flaco favor a su posición, y es que para Nohlem todo lo que decía sonaba a que el mjörní era, como poco, un animal contagiado de rabia latente. Le daba absolutamente igual como había demostrado ser, no es como si los pobres animales salvajes decidieran como comportarse cuando tenían una enfermedad o un parásito dado el momento, la agresividad no era voluntaria. Y eso todavía tenía tratamiento y justificación. Una marca como aquella, no obstante...
Y a él le había empapado con ella.
Cerró los puños sobre sus rodillas e inspiró profundamente para controlar los nervios que se iban apoderando de él. Mito, ciencia o no, por cultura no le entraban tantos palos en la cabeza. Si no fueran los ojos, si no hubiera tantas casualidades, si no hubiera tanta desgracia y mala suerte en torno ellos y concretamente el lagarto, tantos putos simbolismos paralelos… Augurios, fantasmas, boitatás…
El varmano se levantó en religioso silencio y salió fuera, sin importarle lo más mínimo lo mal que se viera el gesto. Llenó un cubo en el pozo y se quedó viendo la superficie hasta que la paz del agua le ofreciera algo parecido a su reflejo, algo que le inspirase calma, imposible dada la oscuridad del recipiente. Necesitaba lavarse. No quería que le salieran pinchos en el brazo, que se agrietara como corteza de árbol y piel de serpiente, ni despertarse un día con los ojos sangrantes, maldito y fuera de sí. No quería acabar muerto igual que el jabalí o Sutileza, marcado por destino y desgracia. Como si no estuvieran bastante jodidos, tenían en el torreón el equivalente varmano a un gato negro con una enfermedad maligna que ha pisado 10 espejos rotos debajo de una escalera fusionado con el hombre del saco. Y le tocaba convivir con ello.
Actuó deprisa. Con la cabeza gacha y sin mirar a nadie pasó al salón, cogió una pastilla de jabón y un cristal cargado de los que habían llevado al ir por las cestas y volvió al patio. El de temperatura era el único hechizo que controlaba por conveniencia, asi que lanzó este sobre el agua para calentarla: lo repitió hasta la saciedad, hasta que el agua burbujeó, para que en caso de que el jabón no fuera suficiente, fuera la elevada temperatura lo que se llevase sus males, enfermedades o infortunios contagiados. Remangándose la camisa y silbando entredientes por el mordisco del calor, el varmano comenzó a frotar.
- ♪♫♬:
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Torreón Sendar
04/07/24, 07:48 pm
El churumbel no estaba seguro de comprender del todo las dimensiones de lo que le ocurría a Räg, como también se le escapaban ciertos matices en algunas palabras de Ethan. Aún así asintió con convicción tras Rick y su angelito de la guarda. A sus diez años ya había contemplado ciertas creencias con las que la gente hacía daño a otras. Aquello no podía ser diferente. Y tal y como se esforzó en demostrar Airi las suposiciones del mjörní solo eran rumores. Su madre decía que las habladurías nunca eran buenas. Por mucho que a él le encantaran los secretos y las conversaciones a escondidas.
Además. La ciudad sí que le había enseñado algo. No le gustaba pegar a nadie ni jugar a cosas muy físicas donde pudiera hacerse daño. Aniol era un niño que rechazaba la violencia. Hasta era capaz de volver del colegio por un camino media hora más largo para no pisar las margaritas y el césped de la vecina. Pero de no ser porque dirigió el hechizo de corte al cuello de la criatura que los acosó en las cuevas subterráneas puede que Aria no fuera la única que faltara en el salón.
Suspiró inflando los mofletes en el proceso y luego se vio conmovido por la manera en que su amigo le apretó la mano mientras las lágrimas empañaban sus ojos. El lagartito morado despertaba ternura en él, así que no le fue difícil apartar a un lado toda la barbarie que parecía albergar su mundo.
—Peru Räg... —Aniol se desprendió de su contacto solo para que éste le contemplara mejor. El rostro del polaco le observaría apenado, e incluso un poco más delgado y menos redondeando por las variaciones constantes que sufrían por las cestas. Habían pasado por demasiado, solo deseaba que comieran todos juntos alrededor de la mesa como una familia normal de desconocidos desaliñados. Podían fingir que sus vidas no corrían peligro. Y que de haber alguien maldito quizás era porque todos lo estaban—. Tú solo eres Räg... a secas... —estaba claro que los Sacerdotes del orden no habían llegado a conocerlo como ellos—. ¡Y sí que eres especial! Pero nu por estu... ¡Puedes hacer magia! ¡Y sabes usar un bastón! ¡Y eres... eres bueno! —lo pensaba, lo creía de verdad.
Sabía la suerte que tenía de haberse topado con un grupo como el suyo y no con otro como el de Sutileza. La bondad de Räg y la del resto era una de las razones por las que podía permitirse dormir a pierna suelta la mitad de las noches que pasaba allí.
Sin embargo el ímpetu forzado del pequeño se fue desvaneciendo a medida que su mirada se perdió en un cortocircuito sin sentido. Sus ojos melosos siguieron la estela gacha de Nohlem, quien había escogido aquel momento para salir al patio sin decir nada.
En realidad era casi el único que se había guardado su consuelo. Aniol parpadeó confuso, sin darse cuenta de que ya no sonreía tanto.
Además. La ciudad sí que le había enseñado algo. No le gustaba pegar a nadie ni jugar a cosas muy físicas donde pudiera hacerse daño. Aniol era un niño que rechazaba la violencia. Hasta era capaz de volver del colegio por un camino media hora más largo para no pisar las margaritas y el césped de la vecina. Pero de no ser porque dirigió el hechizo de corte al cuello de la criatura que los acosó en las cuevas subterráneas puede que Aria no fuera la única que faltara en el salón.
Suspiró inflando los mofletes en el proceso y luego se vio conmovido por la manera en que su amigo le apretó la mano mientras las lágrimas empañaban sus ojos. El lagartito morado despertaba ternura en él, así que no le fue difícil apartar a un lado toda la barbarie que parecía albergar su mundo.
—Peru Räg... —Aniol se desprendió de su contacto solo para que éste le contemplara mejor. El rostro del polaco le observaría apenado, e incluso un poco más delgado y menos redondeando por las variaciones constantes que sufrían por las cestas. Habían pasado por demasiado, solo deseaba que comieran todos juntos alrededor de la mesa como una familia normal de desconocidos desaliñados. Podían fingir que sus vidas no corrían peligro. Y que de haber alguien maldito quizás era porque todos lo estaban—. Tú solo eres Räg... a secas... —estaba claro que los Sacerdotes del orden no habían llegado a conocerlo como ellos—. ¡Y sí que eres especial! Pero nu por estu... ¡Puedes hacer magia! ¡Y sabes usar un bastón! ¡Y eres... eres bueno! —lo pensaba, lo creía de verdad.
Sabía la suerte que tenía de haberse topado con un grupo como el suyo y no con otro como el de Sutileza. La bondad de Räg y la del resto era una de las razones por las que podía permitirse dormir a pierna suelta la mitad de las noches que pasaba allí.
Sin embargo el ímpetu forzado del pequeño se fue desvaneciendo a medida que su mirada se perdió en un cortocircuito sin sentido. Sus ojos melosos siguieron la estela gacha de Nohlem, quien había escogido aquel momento para salir al patio sin decir nada.
En realidad era casi el único que se había guardado su consuelo. Aniol parpadeó confuso, sin darse cuenta de que ya no sonreía tanto.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidadPersonajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Torreón Sendar
05/07/24, 02:02 am
Aunque muchas cosas, quizás otras que se le escapaban, rondaban en su cabeza; Damian solo pensaba en como hincarle el diente a la manzana que tenía en la mano, paseando su vista entre los surcos, muchos de ellos con una fina linea por su paleta faltante haciendo sin quererlo una forma de arte abstracto frutíl mientras la conversación de los adultos seguía su curso.
—Dame un melocotón también, porfa —a petición de Ethan, se permitió abrazar un poco la gula con aquella tercera fruta que llevaba aquel día.
Quizás necesitaba nutrientes para tragar de paso lo que estaba por venir. Rag, su amigo lagarto morado gorsila, parecía muy preocupado por algo que se le escapaba. Claro, ahí conectó con lo que tuvo en la cara ese día de mierda. Era mucha sangre en toda la jeta, pero eso no lo tuvo para nada claro de donde salía o si le habían hecho daño en la naríz como cuando le sangró al italiano por comerse de boca el larguilucho cuerpo de Abel en aquella fuente.
Por desgracia, muchos conceptos se sacaron a la luz de golpe y porrazo. Podría entender la mayor parte de ello pero de una forma muy, muy simple. Tecnicismos, palabras como vestigio o sanguinario… Aparentemente echaba sangre pero, ¿aposta? ¿Sin cortarse ni nada? Damian frunció el ceño, una parte de él quedó fascinado porque, entonces, el que le metió el chorrazo al pájaro cojonero fue…
Damian tuvo una cara embobada, de una creciente sorpresa que lo llevaba de la mano una fascinación. ¿Por qué piensa que es algo malo? ¿Adonde se lo llevarían, a un sitio malo por poder disparar como una pistola con tus ojos? Hasta tuvo un pensamiento infantil de cómo usaría ese “superpoder” de mil y un formas distintas.
La empatía del chico, sin embargo, no tenía planes de seguir pensando así al ver que Rag, de hecho, estaba llorando por ello y Damian bajó las comisuras, cerrando la boca en un suspiro silencioso. Le pesaba ver a su amigo tan mal aunque no entendiese los motivos que, gracias a Ethan, pudo ir comprendiendo poco a poco. Llevando ejemplos que mejor entendía, como lo de gustarte otro de tu mismo género. ¿Rag era así, algo “raro”? ¿Y por qué agresivo? Palabras con mucha razón dijo su amigo acerca de eso, todos tienen mala leche dentro y normal que uno la saque cuando le tocan los cojones.
Observó a Aniol acercarse a Rag, diciéndole lo que él estaba pensando. Si el lagarto era más bueno que el pan, nada le decía que fuese alguien con mala baba ni mucho menos. Su amigo morado siguió hablando, una improvisada clase de historia en la que intentó estar atento. Respondió a Airi, una pregunta que decía que, lo mismo, no era algo tan aparte lo de Rag o los habría a puñados. No conocía su casa pero si había un Rag, tendrían que haber más Rags si ya tienen uno en el grupo.
Damian se levantó, yendo al lado de Rag con algo de duda. En el camino pudo ver a Nohelm, yendo fuera así de pronto. Un gesto que se le hizo curioso por su silencio, tan solo fue sin más.
—Rag pero si tú molas un huevo tío —empezó después de Aniol, afirmando las palabras de su mejor amigo—. No… he entendido ni la mitad de lo que has comentado pero joé, ni de coña te imagino siendo e-eh… malo o estando loco de la cabeza o-o, ¡yo que sé, que te miren malamente por eso! —se agarró a su ropa, girando la cocorota—. Pero si le has bañado al pajarraco ese cuando lo teníamos delante. Yo estaba cagadísimo y, ¡BUM! Bañao. ¡El bicho se rallo tela y nos lo quitamos de encima! —una pequeña sonrisa con un tinte de emoción se encargó de seguir—. ¡A mi me mola si puedes hacer cosas así de guapas, yo no me rallaría tanto porque tu eres la ostia Rag!
Palabras que quizás no eran para decir en ese momento salieron de Damian, alabando algo con mucha simpleza en un intento de animar a su amigo y porque así lo pensaba. De un vestigio maldito pasaba a ser, en el filtro de un niño, una habilidad bien chula.
—Dame un melocotón también, porfa —a petición de Ethan, se permitió abrazar un poco la gula con aquella tercera fruta que llevaba aquel día.
Quizás necesitaba nutrientes para tragar de paso lo que estaba por venir. Rag, su amigo lagarto morado gorsila, parecía muy preocupado por algo que se le escapaba. Claro, ahí conectó con lo que tuvo en la cara ese día de mierda. Era mucha sangre en toda la jeta, pero eso no lo tuvo para nada claro de donde salía o si le habían hecho daño en la naríz como cuando le sangró al italiano por comerse de boca el larguilucho cuerpo de Abel en aquella fuente.
Por desgracia, muchos conceptos se sacaron a la luz de golpe y porrazo. Podría entender la mayor parte de ello pero de una forma muy, muy simple. Tecnicismos, palabras como vestigio o sanguinario… Aparentemente echaba sangre pero, ¿aposta? ¿Sin cortarse ni nada? Damian frunció el ceño, una parte de él quedó fascinado porque, entonces, el que le metió el chorrazo al pájaro cojonero fue…
Damian tuvo una cara embobada, de una creciente sorpresa que lo llevaba de la mano una fascinación. ¿Por qué piensa que es algo malo? ¿Adonde se lo llevarían, a un sitio malo por poder disparar como una pistola con tus ojos? Hasta tuvo un pensamiento infantil de cómo usaría ese “superpoder” de mil y un formas distintas.
La empatía del chico, sin embargo, no tenía planes de seguir pensando así al ver que Rag, de hecho, estaba llorando por ello y Damian bajó las comisuras, cerrando la boca en un suspiro silencioso. Le pesaba ver a su amigo tan mal aunque no entendiese los motivos que, gracias a Ethan, pudo ir comprendiendo poco a poco. Llevando ejemplos que mejor entendía, como lo de gustarte otro de tu mismo género. ¿Rag era así, algo “raro”? ¿Y por qué agresivo? Palabras con mucha razón dijo su amigo acerca de eso, todos tienen mala leche dentro y normal que uno la saque cuando le tocan los cojones.
Observó a Aniol acercarse a Rag, diciéndole lo que él estaba pensando. Si el lagarto era más bueno que el pan, nada le decía que fuese alguien con mala baba ni mucho menos. Su amigo morado siguió hablando, una improvisada clase de historia en la que intentó estar atento. Respondió a Airi, una pregunta que decía que, lo mismo, no era algo tan aparte lo de Rag o los habría a puñados. No conocía su casa pero si había un Rag, tendrían que haber más Rags si ya tienen uno en el grupo.
Damian se levantó, yendo al lado de Rag con algo de duda. En el camino pudo ver a Nohelm, yendo fuera así de pronto. Un gesto que se le hizo curioso por su silencio, tan solo fue sin más.
—Rag pero si tú molas un huevo tío —empezó después de Aniol, afirmando las palabras de su mejor amigo—. No… he entendido ni la mitad de lo que has comentado pero joé, ni de coña te imagino siendo e-eh… malo o estando loco de la cabeza o-o, ¡yo que sé, que te miren malamente por eso! —se agarró a su ropa, girando la cocorota—. Pero si le has bañado al pajarraco ese cuando lo teníamos delante. Yo estaba cagadísimo y, ¡BUM! Bañao. ¡El bicho se rallo tela y nos lo quitamos de encima! —una pequeña sonrisa con un tinte de emoción se encargó de seguir—. ¡A mi me mola si puedes hacer cosas así de guapas, yo no me rallaría tanto porque tu eres la ostia Rag!
Palabras que quizás no eran para decir en ese momento salieron de Damian, alabando algo con mucha simpleza en un intento de animar a su amigo y porque así lo pensaba. De un vestigio maldito pasaba a ser, en el filtro de un niño, una habilidad bien chula.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Sendar
05/07/24, 01:23 pm
Las palabras de Ethan se parecían a lo que a Airi le habría gustado decir si entendiese un poco mejor las desigualdades de Mjörne, o a lo que le habría gustado decir si no albergase dudas. No las albergaba por Räg, sino por puro desconocimiento e imaginación desbordante desde que sabía que todo era posible más allá de los límites de la lógica. Räg parecía tan convencido de lo que decía que Airi solo podía esperar una respuesta a su pregunta mientras Rick también agregaba sus pensamientos a la conversación.
La explicación sobre la historia de Mjörne fue la que empezó a agregar los agujeros en la lógica de su amigo que elle solo podía suponer que había, si quería creer que Räg no era lo que él decía. Empezaba a oler más a creencia que a algo atado a la personalidad, y si bien podía haber mjörnís más violentos que otros… ¿acaso eso no era así para todo el mundo? Al final uno decidía si controlar o no su temperamento dependiendo de cómo lo habían criado. Además, Räg no se había vuelto violento durante los momentos que había sangrado, ni había notado ningún cambio en él.
Cuando llegó la respuesta a su pregunta Räg terminó de confirmar aquellas suposiciones. Si era algo que debiera saberse desde el nacimiento, entonces no había ninguna posibilidad de que Räg perdiese la razón de repente a estas alturas. De hecho, todo aquello sonaba tan extraño que Airi empezó a fruncir el ceño en algunas partes de la historia. ¿Se sometía a algún tipo de abuso a aquellos “sanguinarios”? Si eran como Räg, lo que les estaba contando parecía cualquier cosa menos justo.
—Si… si nunca has visto a nadie y solo lo has oído… ¿cómo puedes creerlo con tanta seguridad? Nadie te conoce mejor que tú, y si nunca has perdido el control hasta ahora… —Airi calló, no quería dar la impresión de estar increpándole. Los niños estaban apoyándole sin reservas y elle quería hacer lo mismo—. Desde aquí no podemos hacer mucho por investigar más tu condición, pero seguro que no es como te lo han contado. No es un tabú para nosotros, si podemos ayudarte en lo que sea lo haremos —le aseguró, mostrándole una breve sonrisa con la que pretendía mostrar confianza. En el futuro quizá pudiesen averiguar algo más, incluso ayudarle a no volver a perder tantísima sangre. Por ahora solo podía demostrarle a Räg que no le tenía miedo ni asco. Airi creía que era un sentimiento que todos compartían, ya que no había prestado mucha atención al ir y venir de Nohlem.
La explicación sobre la historia de Mjörne fue la que empezó a agregar los agujeros en la lógica de su amigo que elle solo podía suponer que había, si quería creer que Räg no era lo que él decía. Empezaba a oler más a creencia que a algo atado a la personalidad, y si bien podía haber mjörnís más violentos que otros… ¿acaso eso no era así para todo el mundo? Al final uno decidía si controlar o no su temperamento dependiendo de cómo lo habían criado. Además, Räg no se había vuelto violento durante los momentos que había sangrado, ni había notado ningún cambio en él.
Cuando llegó la respuesta a su pregunta Räg terminó de confirmar aquellas suposiciones. Si era algo que debiera saberse desde el nacimiento, entonces no había ninguna posibilidad de que Räg perdiese la razón de repente a estas alturas. De hecho, todo aquello sonaba tan extraño que Airi empezó a fruncir el ceño en algunas partes de la historia. ¿Se sometía a algún tipo de abuso a aquellos “sanguinarios”? Si eran como Räg, lo que les estaba contando parecía cualquier cosa menos justo.
—Si… si nunca has visto a nadie y solo lo has oído… ¿cómo puedes creerlo con tanta seguridad? Nadie te conoce mejor que tú, y si nunca has perdido el control hasta ahora… —Airi calló, no quería dar la impresión de estar increpándole. Los niños estaban apoyándole sin reservas y elle quería hacer lo mismo—. Desde aquí no podemos hacer mucho por investigar más tu condición, pero seguro que no es como te lo han contado. No es un tabú para nosotros, si podemos ayudarte en lo que sea lo haremos —le aseguró, mostrándole una breve sonrisa con la que pretendía mostrar confianza. En el futuro quizá pudiesen averiguar algo más, incluso ayudarle a no volver a perder tantísima sangre. Por ahora solo podía demostrarle a Räg que no le tenía miedo ni asco. Airi creía que era un sentimiento que todos compartían, ya que no había prestado mucha atención al ir y venir de Nohlem.
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carismaPersonajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Torreón Sendar
07/07/24, 09:56 pm
Rick no sabía si le quedaban lágrimas o si simplemente podía sentir algo luego de lo ocurrido el día anterior, pero ver el mal estado en el que se encontraba el mjörní estaba consiguiendo que saliera de su pozo de apatía aunque fuera por unos instantes. La angustia de su amigo calaba en él en una pequeñísima parte, pero aquello era todo un logro en esos momentos. El neoyorquino apretó un poquito su hombro, con mucha más calidez que fuerza, sin bajar la pequeña sonrisa cansada que le había ofrecido antes. -(Con calma, no hay prisa)- decía sin palabras todos sus gestos en conjunto.
Se podía hacer una idea sobre la respuesta que Räg le dio al británico. Aún recordaba la conversación que había tenido con él en el salón, dónde entre preguntas curiosas de un huérfano a otro había aprendido un poco de su vida en el templo y lo frustrado que se sentía con el trato de los últimos meses por sus escamas. Cierto era que no lo veía con un cabreo como los de Connor o Damian, pero sabía que era algo que le enfadaba.
Rick escuchó con atención toda la explicación. Conocía algún detalle de otras veces, pero era ahora cuando estaba aprendiendo en profundidad la historia de su mundo. Y, joder, sabía que habían tenido un pasado violento, pero todo aquello le sonaba terrible con los nuevos detalles. Tantas batallas, muertes e inestabilidad... Si ya lo estaban pasando mal allí con dos y un grupo atacándoles, no quería imaginarse la pesadilla de todo un mundo en guerra. Ahora ya conocían toda la carga cultural de un "sanguinario", sí, pero su opinión no había cambiado lo más mínimo.
La pregunta de le sanaí había resultado ser muy esclarecedora. Le pareció una buena señal que su compañero fuera atando cabos a medida que iba respondiendo. Por más que el resto lo tuviera claro, podía imaginarse lo complicado que era cambiar una creencia tan arraigada en su sociedad; por suerte su amigo podría contar con toda la ayuda del grupo para aquel proceso. Y mientras que aquel era el lado positivo de la información, el leve arqueamiento de una ceja indicaba que Rick estaba pensando también en el cuestionable. Desde tan pequeños, viviendo apartados en un sitio con vigilancia... Cómo esperaba que al menos allí pudieran estar tranquilos, porque no sonaba nada bien y se temía lo peor echando la vista atrás a la historia de La Tierra.
Asintió de acuerdo con los primeros argumentos de Airi y lo último que dijo Räg lo llenó de esperanza con los pasos que estaba dando su compañero, aunque era consciente del tinte amargo que tenía, más sabiendo a qué se estaba refiriendo. -Sí, es lo más probable. Por simple estadística- respondió para luego dejar un pequeño silencio, tentado por un momento a apartar la mirada también, pero aquel no era el momento para flaquear. Los ánimos de los pequeños (aunque no podía negar que los de Damian lo dejaron un poco tenso por dentro a pesar de las intenciones del italiano) y le sanaí le devolvieron con más fuerza la determinación de ayudarle. -Exacto, si podemos hacer cualquier cosa ten por seguro que puedes contar con nosotros. Estamos juntos en esto. Como una tribu, ¿no?- añadió un poco más sonriente, dándole un poco más de confianza al recordar aquello que tanto habían dicho los niños, y sin haberse dado cuenta de la ausencia de Nohlem ni conociendo lo que estaba pensando el varmano. Hablando de ellos, el neoyorquino los miró un instante para luego terminar diciendo: -Y estoy de acuerdo, todos somos especiales a nuestra manera.-
Se podía hacer una idea sobre la respuesta que Räg le dio al británico. Aún recordaba la conversación que había tenido con él en el salón, dónde entre preguntas curiosas de un huérfano a otro había aprendido un poco de su vida en el templo y lo frustrado que se sentía con el trato de los últimos meses por sus escamas. Cierto era que no lo veía con un cabreo como los de Connor o Damian, pero sabía que era algo que le enfadaba.
Rick escuchó con atención toda la explicación. Conocía algún detalle de otras veces, pero era ahora cuando estaba aprendiendo en profundidad la historia de su mundo. Y, joder, sabía que habían tenido un pasado violento, pero todo aquello le sonaba terrible con los nuevos detalles. Tantas batallas, muertes e inestabilidad... Si ya lo estaban pasando mal allí con dos y un grupo atacándoles, no quería imaginarse la pesadilla de todo un mundo en guerra. Ahora ya conocían toda la carga cultural de un "sanguinario", sí, pero su opinión no había cambiado lo más mínimo.
La pregunta de le sanaí había resultado ser muy esclarecedora. Le pareció una buena señal que su compañero fuera atando cabos a medida que iba respondiendo. Por más que el resto lo tuviera claro, podía imaginarse lo complicado que era cambiar una creencia tan arraigada en su sociedad; por suerte su amigo podría contar con toda la ayuda del grupo para aquel proceso. Y mientras que aquel era el lado positivo de la información, el leve arqueamiento de una ceja indicaba que Rick estaba pensando también en el cuestionable. Desde tan pequeños, viviendo apartados en un sitio con vigilancia... Cómo esperaba que al menos allí pudieran estar tranquilos, porque no sonaba nada bien y se temía lo peor echando la vista atrás a la historia de La Tierra.
Asintió de acuerdo con los primeros argumentos de Airi y lo último que dijo Räg lo llenó de esperanza con los pasos que estaba dando su compañero, aunque era consciente del tinte amargo que tenía, más sabiendo a qué se estaba refiriendo. -Sí, es lo más probable. Por simple estadística- respondió para luego dejar un pequeño silencio, tentado por un momento a apartar la mirada también, pero aquel no era el momento para flaquear. Los ánimos de los pequeños (aunque no podía negar que los de Damian lo dejaron un poco tenso por dentro a pesar de las intenciones del italiano) y le sanaí le devolvieron con más fuerza la determinación de ayudarle. -Exacto, si podemos hacer cualquier cosa ten por seguro que puedes contar con nosotros. Estamos juntos en esto. Como una tribu, ¿no?- añadió un poco más sonriente, dándole un poco más de confianza al recordar aquello que tanto habían dicho los niños, y sin haberse dado cuenta de la ausencia de Nohlem ni conociendo lo que estaba pensando el varmano. Hablando de ellos, el neoyorquino los miró un instante para luego terminar diciendo: -Y estoy de acuerdo, todos somos especiales a nuestra manera.-
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Sendar
08/07/24, 04:48 am
Esbozó una sonrisa apenas perceptible ante las palabras que le dedicaron los niños. Cada uno a su manera tan diferente, siendo Aniol más delicado y sensato y Damian más… bueno, más él. Se estremeció, no obstante, ante la mención que había hecho el italiano sobre Sutileza. Por suerte para él, probablemente pasaría por un temblor más de los que le estaba costando contener durante aquella confesión y no como una reacción a algo tan concreto. No quería pensar en aquello. Había perdido la cuenta de cuántas cosas seguía relegando al fondo de su mente, enterrándolas para evitar que se sumasen a la montaña de basura que cada vez se mantenía en un equilibrio más y más precario.
—Gr-Gracias… Chicos.
Tras un pequeño apretón más a la mano de Aniol, se soltó para poder acariciar torpemente la cabeza de Damian. Tal vez no se hubiera soltado del polaco si no tuviera inútil su otro brazo. También asintió hacia Rick clavando su mirada enrojecida (esta vez solo por el llanto) en él durante unos instantes cuando reafirmó su suposición. De algún modo, se sentía bien escucharlo de otra persona aunque supiese que había dicho algo con lógica.
La pregunta de Airi, no obstante, resultó muy amarga. No podía negar tampoco la lógica de aquel razonamiento, pero algo dentro de él se revolvía demasiado ante las implicaciones de replantearse algo así. Trató de mirar hacia le sanaí y abrió la boca para hablar. Una vez, y otra.
—Son las enseñanzas del Culto. El Templo cuidaba de mí, ellos no… —Cuando finalmente volvió a lograr que emergiesen sonidos de su estrangulada garganta, el hilo de lo que trataba de decir no se sostenía.
Rägjynn sabía qué quería decir: el Culto a la Sanación no quería hacerles daño. Todo lo contrario: las normas de convivencia y seguridad que se habían establecido gracias a la filosofía del Culto a la Sanación solo buscaban el bien común y el camino del pacifismo para asegurarse de que los mjörnís nunca regresaban a la monstruosidad que habían sido y que casi acaba por completo con ellos. El Templo de Forstëlyr, sede principal del Culto y único hogar que había conocido lo habían acogido, protegido y criado a lo largo de toda su vida. Siempre le habían tratado bien. Muy bien.
Y, no obstante, sabía lo que ocurriría si se descubría su condición de sanguinario. Por eso no fue capaz de seguir replicando las palabras de Airi. En realidad, ni siquiera era la primera vez que se planteaba algo similar. Alys y él habían hablado al respecto en alguna ocasión. Entre susurros, de forma muy breve… En el fondo, ambos sabían que había algo erróneo cuando se llevaron a aquel niño pequeño que lloraba desconsolado.
Prefirió aferrarse a lo siguiente que dijo, así como a lo que añadió el neoyorquino arrancándole otro espectro de fugaz sonrisa.
—Sois… sois los mejores. Los más especiales. Y sí, una tribu —afirmó mientras se levantaba.
Un temblor aun azotaba ligeramente su cuerpo, pero se limpió el rostro de las lágrimas restantes y abrazó de forma muy torpe a los niños. Cuando se separó del segundo fue cuando miró hacia el resto, dándose cuenta de una ausencia. Confuso, localizó a Nohlem a lo lejos, en el patio. No sabía por qué el varmano se había ido, pero la sensación que le había sobrevenido el día anterior al notar que lo evitaba regresó con fuerza en ese momento. Ahora tenía la certeza de que no se lo había imaginado.
>>P-perdonad… Creo que necesito… necesito pensar a solas y… es mejor que me retire. De todas formas no puedo ser de mucha ayuda en nada con este brazo —empezó a dirigirse hacia las escaleras, dándoles la espalda. No quería que vieran que sus ojos volvían a anegarse en lágrimas—. Muchas gracias… otra vez.
No pudiendo contener más el nuevo temblor que volvía con más potencia a su inestable tono, subió las escaleras lo más deprisa que pudo. No volvería a abandonar el dormitorio hasta entrada la noche, cuando su estómago finalmente protestase por la falta de alimento durante tantas horas y tuviese que bajar a una planta baja por fin solitaria para calmar sus quejidos.
¿Por qué pesaba tanto el desdén de una única persona cuando tantas le habían apoyado y ofrecido consuelo? Era una de las tantas preguntas para las que el sanguinario no tenía respuesta.
—Gr-Gracias… Chicos.
Tras un pequeño apretón más a la mano de Aniol, se soltó para poder acariciar torpemente la cabeza de Damian. Tal vez no se hubiera soltado del polaco si no tuviera inútil su otro brazo. También asintió hacia Rick clavando su mirada enrojecida (esta vez solo por el llanto) en él durante unos instantes cuando reafirmó su suposición. De algún modo, se sentía bien escucharlo de otra persona aunque supiese que había dicho algo con lógica.
La pregunta de Airi, no obstante, resultó muy amarga. No podía negar tampoco la lógica de aquel razonamiento, pero algo dentro de él se revolvía demasiado ante las implicaciones de replantearse algo así. Trató de mirar hacia le sanaí y abrió la boca para hablar. Una vez, y otra.
—Son las enseñanzas del Culto. El Templo cuidaba de mí, ellos no… —Cuando finalmente volvió a lograr que emergiesen sonidos de su estrangulada garganta, el hilo de lo que trataba de decir no se sostenía.
Rägjynn sabía qué quería decir: el Culto a la Sanación no quería hacerles daño. Todo lo contrario: las normas de convivencia y seguridad que se habían establecido gracias a la filosofía del Culto a la Sanación solo buscaban el bien común y el camino del pacifismo para asegurarse de que los mjörnís nunca regresaban a la monstruosidad que habían sido y que casi acaba por completo con ellos. El Templo de Forstëlyr, sede principal del Culto y único hogar que había conocido lo habían acogido, protegido y criado a lo largo de toda su vida. Siempre le habían tratado bien. Muy bien.
Y, no obstante, sabía lo que ocurriría si se descubría su condición de sanguinario. Por eso no fue capaz de seguir replicando las palabras de Airi. En realidad, ni siquiera era la primera vez que se planteaba algo similar. Alys y él habían hablado al respecto en alguna ocasión. Entre susurros, de forma muy breve… En el fondo, ambos sabían que había algo erróneo cuando se llevaron a aquel niño pequeño que lloraba desconsolado.
Prefirió aferrarse a lo siguiente que dijo, así como a lo que añadió el neoyorquino arrancándole otro espectro de fugaz sonrisa.
—Sois… sois los mejores. Los más especiales. Y sí, una tribu —afirmó mientras se levantaba.
Un temblor aun azotaba ligeramente su cuerpo, pero se limpió el rostro de las lágrimas restantes y abrazó de forma muy torpe a los niños. Cuando se separó del segundo fue cuando miró hacia el resto, dándose cuenta de una ausencia. Confuso, localizó a Nohlem a lo lejos, en el patio. No sabía por qué el varmano se había ido, pero la sensación que le había sobrevenido el día anterior al notar que lo evitaba regresó con fuerza en ese momento. Ahora tenía la certeza de que no se lo había imaginado.
>>P-perdonad… Creo que necesito… necesito pensar a solas y… es mejor que me retire. De todas formas no puedo ser de mucha ayuda en nada con este brazo —empezó a dirigirse hacia las escaleras, dándoles la espalda. No quería que vieran que sus ojos volvían a anegarse en lágrimas—. Muchas gracias… otra vez.
No pudiendo contener más el nuevo temblor que volvía con más potencia a su inestable tono, subió las escaleras lo más deprisa que pudo. No volvería a abandonar el dormitorio hasta entrada la noche, cuando su estómago finalmente protestase por la falta de alimento durante tantas horas y tuviese que bajar a una planta baja por fin solitaria para calmar sus quejidos.
¿Por qué pesaba tanto el desdén de una única persona cuando tantas le habían apoyado y ofrecido consuelo? Era una de las tantas preguntas para las que el sanguinario no tenía respuesta.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Torreón Sendar
11/07/24, 01:00 pm
Tres semanas después:
Si se viera reflejado en un espejo, nuestro pequeño no reconocería al chiquillo asustado que llegó hace tiempo con su monito de reno. Seguía aterrado, no me malinterpretéis, pero aquel pavor era producto de un origen nuevo y tan retorcido como los pesadillas que le acosaban últimamente. Era demasiado niño para entenderlo, pero es que existía un alivio perezoso cuando no se es capaz de afrontar algo. Si llegaba su fin... podría encogerse de hombros como lo haría un crío de diez años cuando su madre le castiga por algo que no es justo. Porque simplemente... ¿Qué podía hacer él?
Solo que ya no tenía diez años, sino once. Y cortarle el cuello a una criatura enorme entraba dentro de lo que consideraba echarle huevos a la ciudad, como diría Connor.
De modo que allí estaba, sin espejos, pero contemplándose ante las ondas de la bañera que solía usurpar Airi. Se abrazó así mismo, sintiendo el agua gélida despertar su embotamiento. Se negaba a usar cualquier conjuro en un día tan importante como ese, le necesitaban, y podía soportar prescindir del hechizo térmico a esas alturas. Sus hermanas aseguraban que los polacos aguantaban el frío de verdad, pero a lo mejor esa era una de las muchas mentiras que su familia le decía para hacerle creer que el mundo era un lugar bonito.
El churumbel que le devolvía la mirada ahora cargaba con menos ingenuidad. Seguía portando sus ojillos color miel, pero a éstos les acompañaban dos cercos negros de cansancio y preocupación que no le correspondían. Se vía una poquita más mayor, y una poquita más infeliz. Pero estaba más preparado gracias a los entrenamientos y eso hizo que pincelara una sonrisa a medias. Su cuerpo no se definía tan rápido como el de Damian, pero desde luego la situación, la hambruna de los tiempos previos a la despedida de Aria, o el propio estrés, se llevaron parte de su redondez y sobre todo el despunte de sus mejillas.
Tardó poco en vestirse y quedar cerca del puente del Torreón Sendar. No le había gustado lo que había visto en la primera planta. No quería crecer ni dejar de hacer figuritas como Ethan, ni estar tan solo como a veces parecía que lo estaba Rick. Pero para eso tenía que hacer desaparecer el peligro que los acechaba, solo así retornarían a las risas, e incluso puede que se encontrara de nuevo con Ania en la inmensidad del Palacete.
—Vamos a sabotear "la guisa" tralará... vamos a sabotear "la guisa" tralará... —canturreó en voz baja—. Vamos a sabo...tear... la guisaaaaa —sabotear era su nueva palabra favorita. La había aprendido allí, en una de tantas conversaciones de adultos a los que ponía la oreja. Era un concepto chulo del que había entendido un poco lo que le convenía. Y es que no estaba mal fastidiar a los demás si los demás habían intentando mandarte a la casa de campo de tu abuela. O al menos esa fue la conclusión que sacó.
Esperó al resto taconeando el suelo impaciente y preguntándose a quién vería reunirse esa mañana. Sí, las cosas estaban mal, incluso dentro de los muros que los protegían. Algunos de sus amigos se mostraban distantes, Nohlem y Räg ni se miraban a la cara. Y por su parte la Navidad había pasado sin pena ni gloria por su vida al igual que su cumpleaños. Pero es que en esos momentos respirar o toser más fuerte de la cuenta se sentía incorrecto. Los nervios se apoderaban del ánimo, y el propio Aniol sentía cómo su estómago se descomponía por la ansiedad de sufrir un nuevo ataque.
Pero no todo podía ser malo. Su autoestima, si es que no estaba en buen lugar ya, se había incrementado a pasos agigantados. La magia se doblegaba a sus caprichos en un gesto veloz de dedos. Y hasta el elfito y el motero acudieron en su búsqueda para aprender con detalle los recursos de aquel grimorio con el que se toparon en el faro. Además, logró hacer las paces con Damian. En ocasiones continuaban sus trastadas pero a menor escala, ninguno deseaba convertirse en una sandía reventada a diez metros del torreón en mitad de la noche.
Era valioso. Sentía que le querían, y era mutuo. No solo por aprender a coser con ellos ni pasar todo el día pegado a sus espaldas como una lapa. También porque a veces el recuerdo de su hogar en Cracovia se nublaba, difuso, y en su lugar se instalaba el pensamiento constante de que nunca conseguiría regresar a casa.
—¿Os queda muchooooooo? —la mano de Aniol fue directa a su bolsillo, comprobando que la grulla de papel seguía allí. Puede que Ethan ya no creyera en ellas, pero él estaba seguro de que Anastasia aportaba suerte. E iban a necesitarla.
Si se viera reflejado en un espejo, nuestro pequeño no reconocería al chiquillo asustado que llegó hace tiempo con su monito de reno. Seguía aterrado, no me malinterpretéis, pero aquel pavor era producto de un origen nuevo y tan retorcido como los pesadillas que le acosaban últimamente. Era demasiado niño para entenderlo, pero es que existía un alivio perezoso cuando no se es capaz de afrontar algo. Si llegaba su fin... podría encogerse de hombros como lo haría un crío de diez años cuando su madre le castiga por algo que no es justo. Porque simplemente... ¿Qué podía hacer él?
Solo que ya no tenía diez años, sino once. Y cortarle el cuello a una criatura enorme entraba dentro de lo que consideraba echarle huevos a la ciudad, como diría Connor.
De modo que allí estaba, sin espejos, pero contemplándose ante las ondas de la bañera que solía usurpar Airi. Se abrazó así mismo, sintiendo el agua gélida despertar su embotamiento. Se negaba a usar cualquier conjuro en un día tan importante como ese, le necesitaban, y podía soportar prescindir del hechizo térmico a esas alturas. Sus hermanas aseguraban que los polacos aguantaban el frío de verdad, pero a lo mejor esa era una de las muchas mentiras que su familia le decía para hacerle creer que el mundo era un lugar bonito.
El churumbel que le devolvía la mirada ahora cargaba con menos ingenuidad. Seguía portando sus ojillos color miel, pero a éstos les acompañaban dos cercos negros de cansancio y preocupación que no le correspondían. Se vía una poquita más mayor, y una poquita más infeliz. Pero estaba más preparado gracias a los entrenamientos y eso hizo que pincelara una sonrisa a medias. Su cuerpo no se definía tan rápido como el de Damian, pero desde luego la situación, la hambruna de los tiempos previos a la despedida de Aria, o el propio estrés, se llevaron parte de su redondez y sobre todo el despunte de sus mejillas.
Tardó poco en vestirse y quedar cerca del puente del Torreón Sendar. No le había gustado lo que había visto en la primera planta. No quería crecer ni dejar de hacer figuritas como Ethan, ni estar tan solo como a veces parecía que lo estaba Rick. Pero para eso tenía que hacer desaparecer el peligro que los acechaba, solo así retornarían a las risas, e incluso puede que se encontrara de nuevo con Ania en la inmensidad del Palacete.
—Vamos a sabotear "la guisa" tralará... vamos a sabotear "la guisa" tralará... —canturreó en voz baja—. Vamos a sabo...tear... la guisaaaaa —sabotear era su nueva palabra favorita. La había aprendido allí, en una de tantas conversaciones de adultos a los que ponía la oreja. Era un concepto chulo del que había entendido un poco lo que le convenía. Y es que no estaba mal fastidiar a los demás si los demás habían intentando mandarte a la casa de campo de tu abuela. O al menos esa fue la conclusión que sacó.
Esperó al resto taconeando el suelo impaciente y preguntándose a quién vería reunirse esa mañana. Sí, las cosas estaban mal, incluso dentro de los muros que los protegían. Algunos de sus amigos se mostraban distantes, Nohlem y Räg ni se miraban a la cara. Y por su parte la Navidad había pasado sin pena ni gloria por su vida al igual que su cumpleaños. Pero es que en esos momentos respirar o toser más fuerte de la cuenta se sentía incorrecto. Los nervios se apoderaban del ánimo, y el propio Aniol sentía cómo su estómago se descomponía por la ansiedad de sufrir un nuevo ataque.
Pero no todo podía ser malo. Su autoestima, si es que no estaba en buen lugar ya, se había incrementado a pasos agigantados. La magia se doblegaba a sus caprichos en un gesto veloz de dedos. Y hasta el elfito y el motero acudieron en su búsqueda para aprender con detalle los recursos de aquel grimorio con el que se toparon en el faro. Además, logró hacer las paces con Damian. En ocasiones continuaban sus trastadas pero a menor escala, ninguno deseaba convertirse en una sandía reventada a diez metros del torreón en mitad de la noche.
Era valioso. Sentía que le querían, y era mutuo. No solo por aprender a coser con ellos ni pasar todo el día pegado a sus espaldas como una lapa. También porque a veces el recuerdo de su hogar en Cracovia se nublaba, difuso, y en su lugar se instalaba el pensamiento constante de que nunca conseguiría regresar a casa.
—¿Os queda muchooooooo? —la mano de Aniol fue directa a su bolsillo, comprobando que la grulla de papel seguía allí. Puede que Ethan ya no creyera en ellas, pero él estaba seguro de que Anastasia aportaba suerte. E iban a necesitarla.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidadPersonajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Torreón Sendar
12/07/24, 04:13 pm
El tiempo le era efímero para el italiano, llevado por las ruedas de la infancia. Quizás todo volvería a ser como antes, pasarlo bomba como en aquel enorme castillo, jugar todos los días, comer con todos sus amigos. Había un peldaño molesto, en su contra. ¿Por qué había gente tan mala? Era lo único que le quitaba el sueño a veces por la noche: cabellos de color verde, una sombra burlona contemplando su sufrimiento, a veces hasta le acosaba un monstruoso pájaro que ya partió a otro mundo. Estaba seguro, en su casa y en sus murallas. Nadie entraría en su casa, ¿no?
No le gustaba tener esas molestias en su vida. ¿Y si desaparecían y ya?
¿Y si debían hacerlos desaparecer?
La mirada de Damian en concretas noches noches, hacia el techo, no reflejaba odio, ni siquiera ira. Eran ideas simples, como dar un pisotón a un bicho que se te ha subido por la pierna. El entorno, por supuesto, ayudaba a que él se sintiese así. En poco tiempo ya le rodeó muerte, tanto de gente que conocía como de cosas que repudiaba. ¿Se sentía mal? Quizás, como intentar arrancar un motor a medio montar. Lo sentía a medias, felicidad, tristeza. Era raro y no le gustaba tampoco, una sensación de alivio por sus enemigos muertos, pero otros se iban para siempre y no quería que se fuesen.
Por ello se dispuso a entrenar con Connor, Nohlem y Ethan, quería quitarse a los tíos malos de encima para que todos ellos tuviesen un respiro de tranquilidad y así de simple lo consideró. Menos malos, más felices. Damian estaba aún fresco, el puñal de su mano aun no ha segado a nadie pero el italiano quería usarlo en ellos de una forma ciega, un enfado que lo corroía cuando recordaba su brazo roto, esa caída tan puto horrible que tuvieron que soportar todos porque solo querían ayudar a la pelimoco.
Había cosas que, aun con ese subidón de intenciones, lo hacían sentirse pequeño ante el resto. Entrenó con el arco, bajo la tutela de Nohlem. Aunque mejoraba muy poco a poco, fallar tanto le hacía pesar por dentro mucho. Así como ver a su mejor amigo mejorar con algo tan fuera de su alcance como era esa magia tan increíble, que incluso Connor tenía. El pelirrosa también le dejó claro en muchos de sus enfrentamientos cuan grande era la diferencia de fuerza, por mucho que se lo tomara en serio ante esos fuertes agarres.
Aun con todo en su contra, quería ir adelante por cabezonería. Haría aunque sea el daño justo a todos ellos como para devolverles lo del brazo.
No obstante era cierto que Damian, fuera de todo lo del grupo de malos, estaba la mar de majo e hiperactivo con el resto cuando hablaban de tranqui. Era un curioso reflejo de su inocencia, dejado llevar por las alegrías del momento al dejar esa pelotita amarga en una esquina apartada de su cabeza para que no molestase. Jugaba a menudo con Aniol, hablaba con los mayores y atendía a las clases de Rag con frecuencia. Le rallaba un poco esa distancia que Nohlem tenía con su amigo lagarto, esperando que no durara demasiado y ya fuesen felices de nuevo. Algunas noches dormía a pata suelta, desconcentrarse de esos tipos le ayudaba a tener júbilo.
Aquella mañana meneaba la cabeza al ritmo de la canción que canturreaba el polaco, con una sonrisa de oreja a oreja. Su cabellera ondulaba en el aire de tanto mover su cabeza, era cierto que le creció un poco más, acariciando los hombros del chiquillo. Otro cambio curioso fue su cuerpo, más repuesto y menos esquelético por la dieta que estuvo siguiendo desde que llegó a Rocalandia.
No podía estar más contento, iban a putear a esos cabrones yendo a por las cestas y, como Aniol estuvo cantando, sabotearlas. No hacía falta magia ni fuerza para hacer eso, podían ser más listos que los tontos de turno y poco a poco les irían metiendo una patada en el culo.
—¡Veeeenga vaaaamos! ¡Que se nos hace tardeeee! —aplaudió al aire, impaciente y siguiendo a Aniol. Tenía ganas de salir a esa misión secreta de sabotaje chungo junto a Rambo II, superviviente de 40 guerras (juegos de Damian).
No le gustaba tener esas molestias en su vida. ¿Y si desaparecían y ya?
¿Y si debían hacerlos desaparecer?
La mirada de Damian en concretas noches noches, hacia el techo, no reflejaba odio, ni siquiera ira. Eran ideas simples, como dar un pisotón a un bicho que se te ha subido por la pierna. El entorno, por supuesto, ayudaba a que él se sintiese así. En poco tiempo ya le rodeó muerte, tanto de gente que conocía como de cosas que repudiaba. ¿Se sentía mal? Quizás, como intentar arrancar un motor a medio montar. Lo sentía a medias, felicidad, tristeza. Era raro y no le gustaba tampoco, una sensación de alivio por sus enemigos muertos, pero otros se iban para siempre y no quería que se fuesen.
Por ello se dispuso a entrenar con Connor, Nohlem y Ethan, quería quitarse a los tíos malos de encima para que todos ellos tuviesen un respiro de tranquilidad y así de simple lo consideró. Menos malos, más felices. Damian estaba aún fresco, el puñal de su mano aun no ha segado a nadie pero el italiano quería usarlo en ellos de una forma ciega, un enfado que lo corroía cuando recordaba su brazo roto, esa caída tan puto horrible que tuvieron que soportar todos porque solo querían ayudar a la pelimoco.
Había cosas que, aun con ese subidón de intenciones, lo hacían sentirse pequeño ante el resto. Entrenó con el arco, bajo la tutela de Nohlem. Aunque mejoraba muy poco a poco, fallar tanto le hacía pesar por dentro mucho. Así como ver a su mejor amigo mejorar con algo tan fuera de su alcance como era esa magia tan increíble, que incluso Connor tenía. El pelirrosa también le dejó claro en muchos de sus enfrentamientos cuan grande era la diferencia de fuerza, por mucho que se lo tomara en serio ante esos fuertes agarres.
Aun con todo en su contra, quería ir adelante por cabezonería. Haría aunque sea el daño justo a todos ellos como para devolverles lo del brazo.
No obstante era cierto que Damian, fuera de todo lo del grupo de malos, estaba la mar de majo e hiperactivo con el resto cuando hablaban de tranqui. Era un curioso reflejo de su inocencia, dejado llevar por las alegrías del momento al dejar esa pelotita amarga en una esquina apartada de su cabeza para que no molestase. Jugaba a menudo con Aniol, hablaba con los mayores y atendía a las clases de Rag con frecuencia. Le rallaba un poco esa distancia que Nohlem tenía con su amigo lagarto, esperando que no durara demasiado y ya fuesen felices de nuevo. Algunas noches dormía a pata suelta, desconcentrarse de esos tipos le ayudaba a tener júbilo.
Aquella mañana meneaba la cabeza al ritmo de la canción que canturreaba el polaco, con una sonrisa de oreja a oreja. Su cabellera ondulaba en el aire de tanto mover su cabeza, era cierto que le creció un poco más, acariciando los hombros del chiquillo. Otro cambio curioso fue su cuerpo, más repuesto y menos esquelético por la dieta que estuvo siguiendo desde que llegó a Rocalandia.
No podía estar más contento, iban a putear a esos cabrones yendo a por las cestas y, como Aniol estuvo cantando, sabotearlas. No hacía falta magia ni fuerza para hacer eso, podían ser más listos que los tontos de turno y poco a poco les irían metiendo una patada en el culo.
—¡Veeeenga vaaaamos! ¡Que se nos hace tardeeee! —aplaudió al aire, impaciente y siguiendo a Aniol. Tenía ganas de salir a esa misión secreta de sabotaje chungo junto a Rambo II, superviviente de 40 guerras (juegos de Damian).
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Sendar
13/07/24, 10:41 pm
El tiempo pasa diferente cuando no sabes si te vas a morir el día de mañana. Nuevos y conocidos problemas convertían los minutos de un día en siglos y las horas nocturnas en minutos. Cuando despertaba en mitad de la noche por el más leve sonido de sus compañeros en sus respectivas camas, incluso si algunas veces las compartían, el varmano quedaba a merced de la horrible voz de sus pensamientos hasta la llegada del patético sol. Males de ojo, grupos de caza, peleas y la amenaza de la soledad que él mismo se habría labrado por choques culturales fueron su día a día en una primera semana donde todavía había margen a caer más bajo. Y eso era lo peor. Que por mucho que lo empujasen, no había fondo. Nohlem sentía estar en un punto tan oscuro y profundo que no había arriba ni abajo, ni caída ni escalada. Flotaba, ingrávido, desprovisto de equilibrio o dirección, conforme con la presencia de un amigo u otro que le acompañase. Lanzó una bengala de auxilio al proponer buscar el refugio de sus cazadores, por saber de dónde vendría el lobo, y mientras la luz artificial iba muriendo en la distancia sin fruto alguno, con el tiempo y la insistencia una pequeña estrella le devolvió el destello: seguían sin saber donde vivían exactamente, pero ver a esos cabrones ir a por comida y desaparecer en marcadas direcciones ponía margen a su territorio. Desde ese momento la estrella de llamémoslo esperanza se hizo más brillante, guiándole como faro hacia un sentido estable. Que fuera subida o descenso solo los Santos dirían.
Se unió a los entrenamientos por el deseo de vivir y la necesidad de defenderse como ciervos con astas nuevas, fuera con magia o la madera de las armas de práctica, como maestro y aprendiz. Con ellos quemó el tiempo rancio, comenzó a lamentarse por cosas más tontas como el dolor de espalda o un mal golpe en el costado de los brutos de sus amigos, y a reírse por un corte mal hecho o una flecha bien tirada. En la fantasía de darle la vuelta al tablero y los planes que podrían hacer de llegar al refugio enemigo, Nohlem encontró su placebo. Con este entretuvo su mente atormentada por el miedo desde la seguridad de su imaginación, aunque no solo de imaginación iba la cosa; tras sobrevivir ileso a una caída con explosiones, a un jaboso bastante más grande que él y a convivir con un augurio por el que se creía condenados, sus límites se estaban volviendo peligrosamente autolesivos. El altruismo con el que había estado dispuesto a sacrificarse por Connor o incluso la decisión con la que había lanzado aquella flecha a Sutileza meses atrás embotaba su ego. Así pues, el chico al que le aterraba hacerse daño empezó a aceptar poco a poco que en cualquier momento podía morirse, y si eso pasaba al menos sería valiente en el proceso.
Y ya de paso, disfrutaría de los días que le quedasen con vida.
Desde que tenían objetivos y resultados por los que sentir que hacían algo Nohlem estaba más ilusionado: había recuperado peso y sus brazos no daban lástima, la barba que se había dejado tan larga como su desgana desapareció (al menos por un puñado de días) gracias a la siempre bienvenida ayuda de Connor, había mejorado en su asignatura pendiente -la magia- gracias a Aniol, dormía bien y dejaba de pensar gracias a la cálida compañía de Ethan cada noche y el tiempo volaba como las flechas que lanzaba con Damian y Airi. No era solo imaginación, era una realidad que podían poner en marcha, y es que sabotear las cestas del enemigo era una respuesta kármica al mal constante por el que habían pasado ellos. Todavía era pronto para un enfrentamiento cara a cara, los malparidos de sus agresores les sacaban demasiada ventaja y aún no sabían donde encontrarlos, pero no podían quedarse de brazos cruzados y esperar a un tercer ataque cuando ya habían estado tan cerca de matarlos. Otra vez. Con tanto desnivel lo más inteligente no era solo mejorar, sino procupar no ser los más débiles.
Su opinión del augurio- no, de Räg, mejoró considerablemente al ver que este se unía a la causa, y en los últimos días había sido capaz de hablarle con relativa normalidad como gesto de buena fe. El mjörní le seguía dando miedo, pero ya no frotaba inconscientemente su piel allí donde la sangre le había manchado ni evitaba su mirada, aunque tratar el tema con nadie aún le trababa la lengua, incluso si su maldi…-condición poquísimo a poco levantase su curiosidad. Con las semanas había ido rebajando del shock inicial (hay un límite de como de asustado puede vivir uno) pero ese había sido el empujón que le faltaba para volver a aceptarlo. Mejor tener a Räg con ellos y no en su contra, algo que para su desagrado no podía decir de todo el mundo.
Todavía le consumía la bilis si lo pensaba. Rick había resultado ser un abrasivo desgaste a la fina educación que le quedaba.
—Despierta —le había dicho a Ethan esa mañana, dándole un discretísimo beso en la barbilla antes de levantarse de la cama imposiblemente temprano. Por supuesto no le hacía falta decir lo mismo al pobre insomne de Connor.
No tardó en estar listo para la salida. Su reloj biológico se había ido volviendo diligente con la motivación, incluso si subiendo las escaleras de la armería con su fiel arco al hombro y el alfanje más pequeño del torreón se le escapase un largo y sonoro bostezo.
—¿Habéis comido algo antes? —tras pillar una naranja como segundo desayuno y usar el arma para cortar un cacho de piel por la que empezar a pelar, Nohlem abandonó la espada en la mesa y se acercó a ellos masticando un gajo. Definitivamente una semana y media con espadas de madera no le tenían listo para semejante cacharro—. Estáis a tiempo de coger algo más.
Le ofreció un poco a los críos antes de ponerse en marcha.
>>Sí coméis muchas de estas se os pone el pelo como yo.
Se unió a los entrenamientos por el deseo de vivir y la necesidad de defenderse como ciervos con astas nuevas, fuera con magia o la madera de las armas de práctica, como maestro y aprendiz. Con ellos quemó el tiempo rancio, comenzó a lamentarse por cosas más tontas como el dolor de espalda o un mal golpe en el costado de los brutos de sus amigos, y a reírse por un corte mal hecho o una flecha bien tirada. En la fantasía de darle la vuelta al tablero y los planes que podrían hacer de llegar al refugio enemigo, Nohlem encontró su placebo. Con este entretuvo su mente atormentada por el miedo desde la seguridad de su imaginación, aunque no solo de imaginación iba la cosa; tras sobrevivir ileso a una caída con explosiones, a un jaboso bastante más grande que él y a convivir con un augurio por el que se creía condenados, sus límites se estaban volviendo peligrosamente autolesivos. El altruismo con el que había estado dispuesto a sacrificarse por Connor o incluso la decisión con la que había lanzado aquella flecha a Sutileza meses atrás embotaba su ego. Así pues, el chico al que le aterraba hacerse daño empezó a aceptar poco a poco que en cualquier momento podía morirse, y si eso pasaba al menos sería valiente en el proceso.
Y ya de paso, disfrutaría de los días que le quedasen con vida.
Desde que tenían objetivos y resultados por los que sentir que hacían algo Nohlem estaba más ilusionado: había recuperado peso y sus brazos no daban lástima, la barba que se había dejado tan larga como su desgana desapareció (al menos por un puñado de días) gracias a la siempre bienvenida ayuda de Connor, había mejorado en su asignatura pendiente -la magia- gracias a Aniol, dormía bien y dejaba de pensar gracias a la cálida compañía de Ethan cada noche y el tiempo volaba como las flechas que lanzaba con Damian y Airi. No era solo imaginación, era una realidad que podían poner en marcha, y es que sabotear las cestas del enemigo era una respuesta kármica al mal constante por el que habían pasado ellos. Todavía era pronto para un enfrentamiento cara a cara, los malparidos de sus agresores les sacaban demasiada ventaja y aún no sabían donde encontrarlos, pero no podían quedarse de brazos cruzados y esperar a un tercer ataque cuando ya habían estado tan cerca de matarlos. Otra vez. Con tanto desnivel lo más inteligente no era solo mejorar, sino procupar no ser los más débiles.
Su opinión del augurio- no, de Räg, mejoró considerablemente al ver que este se unía a la causa, y en los últimos días había sido capaz de hablarle con relativa normalidad como gesto de buena fe. El mjörní le seguía dando miedo, pero ya no frotaba inconscientemente su piel allí donde la sangre le había manchado ni evitaba su mirada, aunque tratar el tema con nadie aún le trababa la lengua, incluso si su maldi…-condición poquísimo a poco levantase su curiosidad. Con las semanas había ido rebajando del shock inicial (hay un límite de como de asustado puede vivir uno) pero ese había sido el empujón que le faltaba para volver a aceptarlo. Mejor tener a Räg con ellos y no en su contra, algo que para su desagrado no podía decir de todo el mundo.
Todavía le consumía la bilis si lo pensaba. Rick había resultado ser un abrasivo desgaste a la fina educación que le quedaba.
—Despierta —le había dicho a Ethan esa mañana, dándole un discretísimo beso en la barbilla antes de levantarse de la cama imposiblemente temprano. Por supuesto no le hacía falta decir lo mismo al pobre insomne de Connor.
No tardó en estar listo para la salida. Su reloj biológico se había ido volviendo diligente con la motivación, incluso si subiendo las escaleras de la armería con su fiel arco al hombro y el alfanje más pequeño del torreón se le escapase un largo y sonoro bostezo.
—¿Habéis comido algo antes? —tras pillar una naranja como segundo desayuno y usar el arma para cortar un cacho de piel por la que empezar a pelar, Nohlem abandonó la espada en la mesa y se acercó a ellos masticando un gajo. Definitivamente una semana y media con espadas de madera no le tenían listo para semejante cacharro—. Estáis a tiempo de coger algo más.
Le ofreció un poco a los críos antes de ponerse en marcha.
>>Sí coméis muchas de estas se os pone el pelo como yo.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Torreón Sendar
14/07/24, 12:43 am
Para Jasper, su hermano pequeño siempre había sido mar. Uno en calma y sosiego, de los que se pierden en su propio balanceo y permite a aquellos que se adentran en su costa despejarse en unas olas tranquilas. Ethan no lo creía pero en parte actuaba como tal, meciendo las embarcaciones de los demás mientras se hundía en lo más profundo de su propio océano. No sabía salir a flote, solo que ahora, le estaba cogiendo gusto a caminar sobre el fondo del mar. ¿Qué podía perder un náufrago cuando ya estaba ahogado?
Nada.
Aún tenía el ancla clavada en la arena, el peso tirante de una responsabilidad continua y la pesadilla de quien siendo bueno le tocaba ser malo. Al menos tenía motivos para ello ahora que el futuro era tan lejano que solo el presente más inminente importaba. Encontró una utilidad en los collares, un divertimento en los entrenamientos y un cariño en sus amigos. Nohlem le regalaba calor, Connor seguridad, Airi entendimiento, Rag empatia, Rick cordialidad y los niños el ánimo como para querer seguir entrenando, así que como piedra que no se da cuenta de su constante desgaste hizo de sus prácticas una obligación y de sus descansos una alternativa olvidable.
Estaba cansado, como tantas otras mañanas en las que abusaba del ciclo infinito del amuleto curativo. Su cuerpo estaba sano, pero la fatiga mágica golpeaba una mente agotada por el continuo trabajar. Despegarse de las sábanas había sido como tratar de escapar de un horrendo abrazo y hasta el pequeño regalo de Nohlem se quedó en una ensoñación a medio camino de ser o no real. Su motivación al margen de lo que pudiera parecer no era la venganza, si no la esperanza de darse cuenta de que sus enemigos no eran menos humanos que ellos y que por tanto, podrían sangrar igual.
Claro que le disgustaba la idea de tener que hacer daño a otra persona, casi tanto como el haber presenciado de primeras como se le hinchaba el cuello a su compañera. Claro que a veces se preguntaba si habría niños sin desayuno en el otro torreón, pero entonces recordaba el brazo imposible de Damian tras la caída y esos matices negros se volvían tan grises como lo era esa ciudad. No era tan sencillo como acusar a unos u otros de estar haciendo o no lo correcto como consideraban algunos adalides de la justicia, era mucho más complicado, mucho más real. En una guerra nunca habría vencedores y desde luego, aunque pudieran regresar a sus hogares no habría triunfo alguno que celebrar.
A los hechos podía remitirse, no los conocían cuando trataron de matarlos envenenados y aún así no les tembló el pulso para hacerlo. Sí les pusieron cara cuando les tendieron una trampa a sabiendas de que serían tan estúpidos como para ayudar. Vieron su buena fe, vieron a los pequeños que les acompañaban y lejos de achantarse se aprovecharon de ello. Claro que Ethan sentía repulsión ante la idea de matar a alguien, pero si tenía que elegir quién caería antes nunca se sentaría a esperar a que señalasen de nuevo a los de su grupo. No servía la defensa cuando esta se convertía en una supervivencia fallida, ahora tocaba atacar antes de que uno más de ellos tuviera que ser enterrado entre polvo y ruinas.
La idea de investigarlos le pareció estupenda por lo que no tardó en proponer devolverles su propia moneda acaparando los únicos recursos que podían, la comida. Obtener las bañeras fue como una dulce victoría, un mensaje que indicaba que no solo estaban vivos si no que ahora no iban a seguir huyendo como ciervos asustados, si querían cazar sería mutuo y si debía mancharse las manos para que otros no tuvieran que hacerlo, así sería. Solo debían de acordonar la zona, encontrar donde se escondían y así, al menos, equiparar parte de la desventajosa situación actual. Ethan no perdonaba y sin saber sus rostros si recordaba su voz, que ganas tenía de cerrar la boca a ese tremendo hijo de puta.
Ahora la luz del alba les daba la bienvenida mientras los planes seguían en marcha. El sol se sentía más brillante que nunca y ahí, en el patio, estaba descansando apoyado sobre el muro de piedra. Apenas quedaban ya figuritas sobre el pozo, un duelo que tras el primer arrepentimiento ahora le causaba cierta paz, como quien se libraba de una deuda que llevaba mucho tiempo tratando de saldar. No podría salvar a nadie creando ninguna de ellas pero sí podría tratar de hacerlo con su lanza y su daga. Una adornando su espalda y la otra escondida en la baja espalda, afianzada al cinturón que portaba. El murmullo del interior le hizo perder el hilo de pensamientos por lo que, tras atarse con más firmeza una coleta alta (que esta vez sí recogía bien todo su pelo) se encaminó al encuentro de su grupo.
-¿Ya estamos todos? -Preguntó distraído tentado por el ofrecimiento de Nohlem. Ahora que podían comer le resultaba absurdo simplemente no hacerlo. -La verdad, siento que ser pelirrojo me quedaría horrible pero si que quiero una naranja.
En su pecho adornaba el brillo jade del colgante mágico, ahora guardado sobre su camiseta para no perder por error ninguna carga en caso de emergencias. El adorno ámbar al contrario se mantenía guardado en su bolsillo con bastante menos capricho pues a diferencia del que portaba ese si lo cedía con mucha más sencillez. No era raro el caso en el que Connor lo llevase puesto para tener mejor cubierto a la caballería pero mientras esperaban le gustaba tenerlos en su posición, como una urraca oscura que solo quiere algo brillante en su vida, o en este caso, un no mágico tratando de conservar los únicos encantamientos que si podía activar.
-Deberíamos igualmente irnos pronto o van a volver a tomar los alimentos volando, que al menos si llegamos tarde podamos saber a dónde se va con ellos.
Nada.
Aún tenía el ancla clavada en la arena, el peso tirante de una responsabilidad continua y la pesadilla de quien siendo bueno le tocaba ser malo. Al menos tenía motivos para ello ahora que el futuro era tan lejano que solo el presente más inminente importaba. Encontró una utilidad en los collares, un divertimento en los entrenamientos y un cariño en sus amigos. Nohlem le regalaba calor, Connor seguridad, Airi entendimiento, Rag empatia, Rick cordialidad y los niños el ánimo como para querer seguir entrenando, así que como piedra que no se da cuenta de su constante desgaste hizo de sus prácticas una obligación y de sus descansos una alternativa olvidable.
Estaba cansado, como tantas otras mañanas en las que abusaba del ciclo infinito del amuleto curativo. Su cuerpo estaba sano, pero la fatiga mágica golpeaba una mente agotada por el continuo trabajar. Despegarse de las sábanas había sido como tratar de escapar de un horrendo abrazo y hasta el pequeño regalo de Nohlem se quedó en una ensoñación a medio camino de ser o no real. Su motivación al margen de lo que pudiera parecer no era la venganza, si no la esperanza de darse cuenta de que sus enemigos no eran menos humanos que ellos y que por tanto, podrían sangrar igual.
Claro que le disgustaba la idea de tener que hacer daño a otra persona, casi tanto como el haber presenciado de primeras como se le hinchaba el cuello a su compañera. Claro que a veces se preguntaba si habría niños sin desayuno en el otro torreón, pero entonces recordaba el brazo imposible de Damian tras la caída y esos matices negros se volvían tan grises como lo era esa ciudad. No era tan sencillo como acusar a unos u otros de estar haciendo o no lo correcto como consideraban algunos adalides de la justicia, era mucho más complicado, mucho más real. En una guerra nunca habría vencedores y desde luego, aunque pudieran regresar a sus hogares no habría triunfo alguno que celebrar.
A los hechos podía remitirse, no los conocían cuando trataron de matarlos envenenados y aún así no les tembló el pulso para hacerlo. Sí les pusieron cara cuando les tendieron una trampa a sabiendas de que serían tan estúpidos como para ayudar. Vieron su buena fe, vieron a los pequeños que les acompañaban y lejos de achantarse se aprovecharon de ello. Claro que Ethan sentía repulsión ante la idea de matar a alguien, pero si tenía que elegir quién caería antes nunca se sentaría a esperar a que señalasen de nuevo a los de su grupo. No servía la defensa cuando esta se convertía en una supervivencia fallida, ahora tocaba atacar antes de que uno más de ellos tuviera que ser enterrado entre polvo y ruinas.
La idea de investigarlos le pareció estupenda por lo que no tardó en proponer devolverles su propia moneda acaparando los únicos recursos que podían, la comida. Obtener las bañeras fue como una dulce victoría, un mensaje que indicaba que no solo estaban vivos si no que ahora no iban a seguir huyendo como ciervos asustados, si querían cazar sería mutuo y si debía mancharse las manos para que otros no tuvieran que hacerlo, así sería. Solo debían de acordonar la zona, encontrar donde se escondían y así, al menos, equiparar parte de la desventajosa situación actual. Ethan no perdonaba y sin saber sus rostros si recordaba su voz, que ganas tenía de cerrar la boca a ese tremendo hijo de puta.
Ahora la luz del alba les daba la bienvenida mientras los planes seguían en marcha. El sol se sentía más brillante que nunca y ahí, en el patio, estaba descansando apoyado sobre el muro de piedra. Apenas quedaban ya figuritas sobre el pozo, un duelo que tras el primer arrepentimiento ahora le causaba cierta paz, como quien se libraba de una deuda que llevaba mucho tiempo tratando de saldar. No podría salvar a nadie creando ninguna de ellas pero sí podría tratar de hacerlo con su lanza y su daga. Una adornando su espalda y la otra escondida en la baja espalda, afianzada al cinturón que portaba. El murmullo del interior le hizo perder el hilo de pensamientos por lo que, tras atarse con más firmeza una coleta alta (que esta vez sí recogía bien todo su pelo) se encaminó al encuentro de su grupo.
-¿Ya estamos todos? -Preguntó distraído tentado por el ofrecimiento de Nohlem. Ahora que podían comer le resultaba absurdo simplemente no hacerlo. -La verdad, siento que ser pelirrojo me quedaría horrible pero si que quiero una naranja.
En su pecho adornaba el brillo jade del colgante mágico, ahora guardado sobre su camiseta para no perder por error ninguna carga en caso de emergencias. El adorno ámbar al contrario se mantenía guardado en su bolsillo con bastante menos capricho pues a diferencia del que portaba ese si lo cedía con mucha más sencillez. No era raro el caso en el que Connor lo llevase puesto para tener mejor cubierto a la caballería pero mientras esperaban le gustaba tenerlos en su posición, como una urraca oscura que solo quiere algo brillante en su vida, o en este caso, un no mágico tratando de conservar los únicos encantamientos que si podía activar.
-Deberíamos igualmente irnos pronto o van a volver a tomar los alimentos volando, que al menos si llegamos tarde podamos saber a dónde se va con ellos.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio.
Re: Torreón Sendar
14/07/24, 05:20 pm
A veces sentía que toda su puñetera vida se trataba de cuentas pendientes y venganzas. Conflictos internos y externos, violencia extrema y muertes agónicas. A veces, sentía que era un jodido esclavo de su propia ira y de las circunstancias que le rodeaban. Que no tomaba acciones por mero placer o gusto, si no que se limitaba a hacer lo que tenía que hacerse en todo momento. Una vida repleta de reacciones y contraataques. En el orfanato su papel fue el de una jodida víctima, hasta que se obligó a adaptarse y escapó de allí. En el club asumió el rol de Wyvern de confianza de Eva, un matón de tres al cuarto y sin mucho que ofrecer más que sus putos puños y su lealtad ciega. Después dio un paso más allá con la traición de Roderick y Markus. Volvió a reaccionar y contraatacar. Pasó de matón a asesino. Y ahora se encontraba en una ciudad de monstruos, rodeado de amigos pero también de enemigos que los querían muertos. Y otra vez llegaba el momento de adaptarse y cambiar. Reaccionar y contraatacar. No podía negar que una parte de él estaba conforme con aquello, pues era la única vida que había conocido. ¿Aquel grupo quería guerra y violencia? Él deseaba darles una y muchas más. Hasta que fueran conscientes de la puta tremenda cagada que habían hecho. Hasta que fueran conscientes de que nadie se metía con él, ni mucho menos con los suyos.
Las semanas pasaron sin pena ni gloria. Pues el ambiente general del torreón fue gris y tétrico a partes iguales. Había demasiado que asimilar tras todo lo ocurrido. La emboscada de aquel grupo, el derrumbe... La lucha contra aquella bestia... El descubrimiento de que Aria ya estaba muerta cuando llegaron. Puede que no le hubiera importado personalmente demasiado aquello, la verdad, joder. Aquella chica solo decía locuras por la puta boca y nunca entablaron conversación, pero era de su grupo y como tal se lo tomó como un ataque hacia todos. Por suerte no todo habían sido malas noticias. Los colgantes que solía llevar Ethan fueron de mucha utilidad, y si no que se lo dijeran a su puto torso desgarrado. Cuando llegó su turno de ponérselo el dolor remitió hasta que solo quedaron unas grandes cicatrices como recuerdo de aquella lucha por la supervivencia...
Durante aquellas tres semanas Connor cogió la costumbre de pasarse la yema de los dedos por aquellas nuevas cicatrices. Recorriendo los surcos en parte de su estómago, costillas y pectorales. Hasta acabar allí donde le faltaba medio pezón. Casi como si le hiciera falta hacerlo para recordarle lo cerca que había estado de morir como un cabronazo. Aunque también le recordaba lo mucho que Nohlem y él habían hecho sangrar a ese hijoputa peludo. Por no hablar del corte final de Aniol. Se sentía mucho más seguro de lo que habría creído en un principio, teniendo en cuenta las circunstancias, pero realmente creía que podían lograr sobrevivir. Habían matado a un monstruo a base de mazazos, flechazos y magia. Solo tenían que repetirlo con aquel grupo de cosechados hasta que no quedara ni el último de ellos. Y así lo dejó ver al resto de sus compañeros: Si la ocasión era clara había que tomar acción y joder a esos hijoputas como fuera. Una creencia que compartían quizá todos menos Rick, al cual desde entonces Connor no le dirigía la palabra si no era necesario. No entendía aquella postura tan jodidamente pasiva y defensiva, y pronto lo asimiló con la cobardía que tanto caracterizaba a Abel. Porque esa debía ser la única explicación posible, cojones. No escondía precisamente lo mucho que le tocaba los cojones su actitud, a decir verdad... Por otro lado, y al contrario que Nohlem, el motero siguió hablando con Räg como siempre. No creía que fuera un peligro para nadie, porque si Räg era violento entonces él era una puta monjita de la caridad.
Connor siguió entrenando como siempre junto a Ethan, Nohlem y también Damian, quizás con más frecuencia. Pues sentía que había un reloj interno con una cuenta atrás echada, hasta que llegara el momento de volver a pelear con esos cabrones. Incluso se interesó por la magia y tuvo algunas preguntas para Airi y Räg. Pero sobretodo se valió de la habilidad y resistencia con los hechizos de Aniol para aprender poco a poco, también apoyado en Ethan el cuál pese a no tener magia se sabía mejor que él los puñeteros hechizos y le ayudaba a memorizarlos. Y ya puestos aprendió el de tinte para el pelo, porque podía soportar tener más cicatrices en el cuerpo. Pero no que su cresta fuera del color naranja de su jodido amigo felino. Sus amigos fueron su apoyo en esas semanas, pues otro problema asomó la puta cabeza para joderle más aún aquella existencia. Simple y llanamente no podía dormir. Lo que había parecido un par de noches fortuitas se volvió una costumbre y poco a poco empezó a rendir menos en los entrenamientos físicos y mágicos. Sus ojeras se hicieron más oscuras y pronunciadas, le costaba más mantener la concentración y su cuerpo no paraba de pedir un descanso que no llegaba casi nunca. Joder, si hasta tenía que dar gracias si dormía ocho horas a la semana... Si alguien tampoco conciliaba el sueño no le resultaría raro verlo patrullando por las noches los pasillos, armado con la maza y en silencio. O bien sentado en el salón con la vista fija en la puerta que daba al exterior. Un centinela vigilante entre las sombras. Casi esperando que aquellos cabrones de mierda irrumpieran de repente echando la puerta abajo. Una parte de él deseando que así fuera y abrazando el conflicto. Pues el insomnio y la falta de cigarrillos, a la cuál aún no estaba acostumbrado, aumentaban su irascibilidad ya de por sí alta. Por el contrario era frecuente verlo algunas pocas veces durmiendo de día en cualquier lugar, descansando todo lo que no lo había hecho durante la noche. Camas, sofás, sillas y el patio de entrenamiento eran un lugar excelente...
Aquella mañana, Connor estaba preparándose para salir junto al resto. Era la mañana en la que iban a joderles las cestas como debía hacerse al otro grupo, no solo quedarse con su comida. Pero antes echó un vistazo al chaleco del club destrozado que había en la cama y que ya no se ponía en las salidas al exterior. La prenda estaba limpia de sangre, suciedad y mugre, pero aún mantenía los desgarros y agujeros de la caída. Aún así se había negado a arreglarla con costuras de mierda. Un chaleco de Wyvern debía repararse en el club. En casa. Y era otra excusa perfecta para volver a Texas sano y salvo. Connor suspiró con cansancio y pesar mientras acariciaba el cuero del chaleco. Antes de recoger la maza del rincón del cuarto y bajar las escaleras con el ceño fruncido.
-¿Quién cojones querría ser pelirrojo, joder?...- Respondió con sorna a Ethan y echándole una mirada amistosa a Nohlem a modo de saludo hacia todos, cuando bajó la planta. Su tono de voz era divertido, pero le traicionaba el cansancio de noches enteras sin dormir. Delatando un rostro pálido y ojeroso. Le faltaban energías y fuerzas, pero le sobraban ganas de joderles las cestas a esa gente. Apretó con suavidad y afecto los hombros de Ethan y Nohlem, antes de revolverles el pelo a Aniol y Damian con una cansada sonrisa al ver cantar a uno y mover la cabeza con ritmo a otro.- Vamos a joder a esos hijos de puta pero bien, cabroncetes...-
Connor ya estaba listo, pues había desayunado como tres horas antes en plena noche.
Las semanas pasaron sin pena ni gloria. Pues el ambiente general del torreón fue gris y tétrico a partes iguales. Había demasiado que asimilar tras todo lo ocurrido. La emboscada de aquel grupo, el derrumbe... La lucha contra aquella bestia... El descubrimiento de que Aria ya estaba muerta cuando llegaron. Puede que no le hubiera importado personalmente demasiado aquello, la verdad, joder. Aquella chica solo decía locuras por la puta boca y nunca entablaron conversación, pero era de su grupo y como tal se lo tomó como un ataque hacia todos. Por suerte no todo habían sido malas noticias. Los colgantes que solía llevar Ethan fueron de mucha utilidad, y si no que se lo dijeran a su puto torso desgarrado. Cuando llegó su turno de ponérselo el dolor remitió hasta que solo quedaron unas grandes cicatrices como recuerdo de aquella lucha por la supervivencia...
Durante aquellas tres semanas Connor cogió la costumbre de pasarse la yema de los dedos por aquellas nuevas cicatrices. Recorriendo los surcos en parte de su estómago, costillas y pectorales. Hasta acabar allí donde le faltaba medio pezón. Casi como si le hiciera falta hacerlo para recordarle lo cerca que había estado de morir como un cabronazo. Aunque también le recordaba lo mucho que Nohlem y él habían hecho sangrar a ese hijoputa peludo. Por no hablar del corte final de Aniol. Se sentía mucho más seguro de lo que habría creído en un principio, teniendo en cuenta las circunstancias, pero realmente creía que podían lograr sobrevivir. Habían matado a un monstruo a base de mazazos, flechazos y magia. Solo tenían que repetirlo con aquel grupo de cosechados hasta que no quedara ni el último de ellos. Y así lo dejó ver al resto de sus compañeros: Si la ocasión era clara había que tomar acción y joder a esos hijoputas como fuera. Una creencia que compartían quizá todos menos Rick, al cual desde entonces Connor no le dirigía la palabra si no era necesario. No entendía aquella postura tan jodidamente pasiva y defensiva, y pronto lo asimiló con la cobardía que tanto caracterizaba a Abel. Porque esa debía ser la única explicación posible, cojones. No escondía precisamente lo mucho que le tocaba los cojones su actitud, a decir verdad... Por otro lado, y al contrario que Nohlem, el motero siguió hablando con Räg como siempre. No creía que fuera un peligro para nadie, porque si Räg era violento entonces él era una puta monjita de la caridad.
Connor siguió entrenando como siempre junto a Ethan, Nohlem y también Damian, quizás con más frecuencia. Pues sentía que había un reloj interno con una cuenta atrás echada, hasta que llegara el momento de volver a pelear con esos cabrones. Incluso se interesó por la magia y tuvo algunas preguntas para Airi y Räg. Pero sobretodo se valió de la habilidad y resistencia con los hechizos de Aniol para aprender poco a poco, también apoyado en Ethan el cuál pese a no tener magia se sabía mejor que él los puñeteros hechizos y le ayudaba a memorizarlos. Y ya puestos aprendió el de tinte para el pelo, porque podía soportar tener más cicatrices en el cuerpo. Pero no que su cresta fuera del color naranja de su jodido amigo felino. Sus amigos fueron su apoyo en esas semanas, pues otro problema asomó la puta cabeza para joderle más aún aquella existencia. Simple y llanamente no podía dormir. Lo que había parecido un par de noches fortuitas se volvió una costumbre y poco a poco empezó a rendir menos en los entrenamientos físicos y mágicos. Sus ojeras se hicieron más oscuras y pronunciadas, le costaba más mantener la concentración y su cuerpo no paraba de pedir un descanso que no llegaba casi nunca. Joder, si hasta tenía que dar gracias si dormía ocho horas a la semana... Si alguien tampoco conciliaba el sueño no le resultaría raro verlo patrullando por las noches los pasillos, armado con la maza y en silencio. O bien sentado en el salón con la vista fija en la puerta que daba al exterior. Un centinela vigilante entre las sombras. Casi esperando que aquellos cabrones de mierda irrumpieran de repente echando la puerta abajo. Una parte de él deseando que así fuera y abrazando el conflicto. Pues el insomnio y la falta de cigarrillos, a la cuál aún no estaba acostumbrado, aumentaban su irascibilidad ya de por sí alta. Por el contrario era frecuente verlo algunas pocas veces durmiendo de día en cualquier lugar, descansando todo lo que no lo había hecho durante la noche. Camas, sofás, sillas y el patio de entrenamiento eran un lugar excelente...
Aquella mañana, Connor estaba preparándose para salir junto al resto. Era la mañana en la que iban a joderles las cestas como debía hacerse al otro grupo, no solo quedarse con su comida. Pero antes echó un vistazo al chaleco del club destrozado que había en la cama y que ya no se ponía en las salidas al exterior. La prenda estaba limpia de sangre, suciedad y mugre, pero aún mantenía los desgarros y agujeros de la caída. Aún así se había negado a arreglarla con costuras de mierda. Un chaleco de Wyvern debía repararse en el club. En casa. Y era otra excusa perfecta para volver a Texas sano y salvo. Connor suspiró con cansancio y pesar mientras acariciaba el cuero del chaleco. Antes de recoger la maza del rincón del cuarto y bajar las escaleras con el ceño fruncido.
-¿Quién cojones querría ser pelirrojo, joder?...- Respondió con sorna a Ethan y echándole una mirada amistosa a Nohlem a modo de saludo hacia todos, cuando bajó la planta. Su tono de voz era divertido, pero le traicionaba el cansancio de noches enteras sin dormir. Delatando un rostro pálido y ojeroso. Le faltaban energías y fuerzas, pero le sobraban ganas de joderles las cestas a esa gente. Apretó con suavidad y afecto los hombros de Ethan y Nohlem, antes de revolverles el pelo a Aniol y Damian con una cansada sonrisa al ver cantar a uno y mover la cabeza con ritmo a otro.- Vamos a joder a esos hijos de puta pero bien, cabroncetes...-
Connor ya estaba listo, pues había desayunado como tres horas antes en plena noche.
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