La fiesta de la mansión - RV Gakuen

Recuerdo del primer mensaje :



La casa estaba de las últimas dentro de la urbanización privada, pero incluso si alguno no tenía la dirección exacta sería fácil saber cual de todas era. Había tantas luces encendidas dentro y fuera del edificio que brillaba en la distancia. Según se fueran acercando al destino los invitados notarían la vibración de la música en el ambiente, que dadas las dimensiones de los terrenos del resto de viviendas no debería suponer un problema para los vecinos. A pesar de ser una urbanización antigua las calles parecían totalmente nuevas, casi todas las casas eran de estilo victoriano e iban de chalets a mansiones pasando por putos palacetes, y si bien la de los hermanos no era la más grande no se quedaba atrás en impresionante: parecía una casa señorial sacada de la Habana. Las verjas eran altas pero permitían ver el interior, bordeadas de arbustos de hibiscos, palmeras y otras plantas tropicales, un inmenso sauce llorón asomaba por detrás de la construcción y el portón estaba abierto de par en par en un exceso de confianza por la seguridad del vecindario. La imagen podría parecer de otra época si le restabas que estuviera sonando Bad Bunny a todo trapo o que en la calle ya hubiera varios coches de este siglo aparcados.

En las escaleras que daban a la puerta principal Kahlo atendía a los recién llegados mientras esperaba a que todos sus invitados apareciesen. La chica estaba perfectamente maquillada para la ocasión y llevaba el pelo -teñido de blanco como ya venía siendo habitual- recogido en un elaborado moño trenzado. Vestía con una camisa blanca con rayas muy abierta (no era a posta, el primer botón estaba a la altura en la que estaría el 3er o 4to botón en una camisa normal), unos pantalones de talle alto y unos zapatos con un poco de tacón. En las orejas llevaba los aros de oro más grandes que tenía, una cadena de oro que encajaba con el escote, uno o dos anillos por cada dedo de su mano izquierda, las uñas pintadas de un rojo muy oscuro y tantísimas pulseras y brazaletes como para que cualquier gesto que hiciera con esta sonase como el trineo de Papá Noel.
Al sol le faltaba muy poco para ocultarse del todo y la brisa hacía que apuntase a ser una noche de verano perfecta… si su hermano y sus amigos no la liaban.

Y pensando en el rey de Roma, apareció detrás suya. Vestía parecido a ella, aunque había rebajado el nivel de elegancia: una camisa veraniega negra con estampados de hojas de palma y flores rojas, de momento cerrada hasta arriba, unos pantalones marrones y unas vans negras. Llevaba dos anillos en cada mano, un colgante con una moneda de oro y sus aretes de siempre. Ya tenía pintalabios en la mejilla, y por lo pronto solo en la mejilla.

—¿Cuántos faltan?
—A mi que me cuentas, Nohlem. No me has dado una lista de gente —dijo lamiéndose el pulgar para borrarle el pintalabios como si de un niño manchado de helado se tratase—. Yo estoy esperando a los míos y diciéndole a tus amigos que se ahoguen en la piscina.
—I mi qui mi cuintis Nihlim- espera, ¿les estás diciendo qué?
A Kahlo se le escapó una risa con el tono preocupado que puso.
—Solo hazme el favor de no perderte tan pronto, que la gente llega y no sabe donde estás. Y si rompen algo es responsabilidad tuya.

Nota:

Airi no se atrevió a decir nada de lo del número, que además bastante ocupados estaban asegurándose de que el tipo desmayado siguiese respirando. Por suerte las luces que anunciaban la llegada de la ambulancia no tardaron en verse, pero lo que llegó no era un vehículo, sino una cetoambulancia. No sabía que todavía usasen alguna en el hospital comarcal, después de que hubiera protestas contra su lentitud en tierra. Quizá venía de un centro sanitario cercano que el buscador le había sugerido usando la geolocalización del móvil.

Todo parecía ir sin incidentes, hasta que uno de los camilleros les pidió los datos para los costes médicos. El nerviosismo se extendió por el grupo, como era lógico. Airi empezó a juguetear con las manos y mirar de reojo a sus compañeros, creyendo que realmente tendrían que pagar aquel desliz suyo por los nervios del momento. Räg fue el primero en ser capaz de abrir la boca, dándole esperanzas a Airi de que todo aquello fuera un error… pero no lo era, y mientras le sanaí pensaba cómo se lo iba a decir a sus padres, Räg empezó a dar su nombre.
—¡No! ¿Qué haces? Para, es mi culpa, yo los llamé —dijo en voz baja mientras le agarraba un brazo y lo agitaba, tirando de él hacia atrás. Tawar estaba también enfadado y protestando al mismo tiempo, pero tampoco quería que causase problemas a los de la ambulancia que, a fin de cuentas, solo estaban trabajando. Y el chaval desmayado realmente necesitaba la atención médica. Se armó de valor y se puso delante del camillero.
»Perdone, fui yo quien os llamó, no él, coge mis datos, por favor. —Con una mano temblorosa sacó el DNI de la cartera y se lo puso delante. Sopesaba la idea de Tawar pero… ¿quiénes eran ellos para pedirle dinero a Nohlem, por mucho que hubiese ocurrido en su fiesta? Si hubiese llamado a urgencias nada de eso estaría pasando.

El tipo de la cetoambulancia se encogió de hombros y empezó a anotar, pero cuando llegó a la fecha de nacimiento dijo:
—¡Hey! Sois menores. Mira, no voy a preguntar qué hacéis aquí, pero necesito los datos de un adulto.

Airi empezó a sudar en frío.

Rick

-¡Ah, buen gusto! De los de esa época controlo un poco, los más conocidos, aunque hay tantas variantes que no sabría diferenciar del todo.- respondió animado a los intereses musicales de Kalna. Aunque ahora iba más elegante, teniendo en cuenta eso y las veces que se habían cruzado por el campus, Rick podía verla fácilmente como la vocalista de alguna banda heavy. No tenía ni idea de si tendría voz como para ello, pero el estilo lo tenía. -Si tienes alguna recomendación me la apunto para escucharla más adelante- añadió juguetón, tanto por genuina curiosidad para encontrar nuevos grupos como por seguir esa partida de póker que empezaba a ser evidente. Estaba siendo toda una sorpresa, pero una totalmente bienvenida y que esperaba que durara más que solamente la noche. Quería hablar más con ella, conocerla.

El móvil barato con Rosalía dejó de sonar, dando paso a unas primeras notas que el neoyorquino reconoció al instante. No recordaba si la había añadido él o el varmano, probablemente los dos incluso, pero daba gracias a que estuviera sonando. Se le iluminó la cara mirando a Kalna. -Vale, esto está mucho mejor. Y también es cosa de Nohlem- bromeó siguiendo el ritmo ya con el pie. Se fue extendiendo por todo su cuerpo mientras se preparaba. Justo antes de que entrara la melodía principal, declaró: -Ahora sí, observa.- Rick comenzó a bailar, esta vez con todo su arte que tanto había practicado. Los pasos de swing se entremezclaban con algunos más improvisados y modernos. Manos y pies se estiraban y cruzaban por el espacio que tenían, siguiendo los ritmos de una canción que ya había bailado más veces.

A mitad de un sencillo shuffle, se centró de nuevo en su acompañante. -Si me estoy emocionando de más puedo bajar un poco. La cosa es poder bailar los dos, al fin y al cabo.- dijo  ligerísimamente preocupado de que Kalna no consiguiera seguir sus pasos. Quería que ambos se lo pasaran bien, aunque quisiera pavonearse un poco antes ella.

Erknest

La bebida le había hecho más efecto del que esperaba, porque en su "carga heroica" no recordaba tener la piscina tan cerca. Erknest se encontraba ahora tan tranquilo flotando en la piscina, con un vaso vacío y pensando si así es como se sentían los murlocs antes de que llegara su personaje a cargárselos por unos míseros puntos de experiencia.

Siguió hablando con el grupo de desconocidos al que se había unido. No tenía ni idea de quienes eran ni si iban siquiera al mismo campus, pero parecían buena gente. Uno le quería sonar, pero no sabía de qué. Le extrañaba que ese se hubiera quedado callado con lo charlatán que estaba siendo, de hecho ¿se estaba echando una siesta en el suelo? -(Tendrías que haberte pillado una almohada, bro)- pensó sin darse cuenta de lo que en realidad le pasaba. El burbujeo del vómito y la chica que se acercó a ayudarle le alertaron por fin del verdadero estado del "dormido".

Con toda la tranquilidad y la calma del mundo, Erknest nadó hasta las escaleras de la piscina y subió, caminando de vuelta hasta el grupo. Le costó entre que andaba yéndose hacia los lados de vez en cuando y que se equivoco de multitud un par de veces. -Tendría que haber preparado el hechizo de lucidez...- balbuceó antes de llegar a su destino.

Allí se encontró con que había llegado también una ballena con patas (Ostras, ¿el jefe de la dungeon?), unos médicos que se llevaron al chaval y un grupito más pequeño que estaba hablando con uno de los camilleros. En un principio no prestó atención a la conversación, estaba demasiado concentrado despidiéndose del inconsciente con la mano con más efusividad de la que uno esperaría. Sin embargo, uno del grupito, que tenía un cosplay bastante conseguido de lizalfos, empezó a preguntar a su alrededor por alguien que pudiera ayudar. Como buen héroe, el chico entendió que había llegado su momento.

Dio un par de pasos en dirección a Rägjynn, casi gritando: -¡No temas! ¡Aquí estoy para ayudar! Mayor edad, con carné del coche y to' lo que haga falta.- Quería aparecer ante el joven lagarto como el caballero que creía ser, aunque el intento de reverencia que hizo para presentarse casi lo hizo caerse de boca. -Erknest, Caballero Ciervo de la Alianza. A tu servicio. ¿Qué es lo que pasa?-

Airi le detuvo. Le miró con cierta culpabilidad y una parte de él quería decirle que no pasaba nada, pero entendía perfectamente como se sentía le sanaí, así que le dejó hacer sin más.

Se rascó la cabeza con nerviosismo mientras Tawar se indignaba.
—Eh... pues... no lo sé... Creo que en principio pagaría el propio afectado o sus padres y les avisarán... Pero... no lo sé muy bien —su nerviosismo era evidente y no se estaba expresando todo lo bien que podía—. ¡Oh, no! Ya sé que andan sobrados de dinero, pero no podría meter a Nohlem en este marrón cuando él ni siquiera está por aquí ahora mismo, sería demasiado yo creo... Además sus padres se podrían enfadar —se apresuró a añadir.
Le dijo también a le repobladore que si quería se subiese encima de su hombro, su cabeza o donde quisiera si se sentía más segure.

Parecía que el camillero ya se iba a ir en cuanto tuviera anotados los datos de Airi, pero entonces surgió un nuevo problema: necesitaban los datos de alguien mayor de edad. El mjörní no tenía la capacidad de sudar, o hubiera acompañado a le sanaí en eso, pero también sintió como si se le escapase el aire del cuerpo y probablemente su tripa se vería más pálida de lo normal en ese momento. ¿Iban a tener que llamar a Nohlem después de todo? Por mucho que observase a su alrededor no le veía y, aunque Kahlo sí estaba por allí, en su nerviosismo no llegó a localizarla.

—¡Ahm... Perdonad! —empezó a hablar en voz alta, tratando de dirigirse a la gente de alrededor para que le escuchasen por encima de la música—. Hay... ¿Hay alguien mayor de edad aquí que nos pueda echar una mano? ¡Hay un chico en coma etílico, necesitamos ayuda de alguien mayor de edad lo antes posible!

Fue entonces cuando aquel chico vestido con una combinación de colores y estampado... peculiar y que minutos antes se había tirado a la piscina vestido y gritando alguna cosa de videojuegos se les acercó para ofrecerse. El mjörní no pudo evitar intercambiar una mirada con sus amigues, algo inseguro acerca del tipo de ayuda que podía ofrecerles alguien que claramente llevaba también una buena cogorza encima, pero la verdad es que estaban un poquito agobiades y no estaban como para rechazar un ofrecimiento de ayuda.

—Pues... E... Ernes... Verás, es que los auxiliares necesitan los datos de una persona mayor de edad para poder llevarse al chico que necesita ir al hospital. Como aval por si acaso hiciese falta hacerse cargo de los gastos... Eh... ¡No te preocupes, si te llaman para pedirte dinero avísame! Yo te doy mi número luego, pero por favor si pudieras darle tus datos a este señor... —hablando atropelladamente, señaló al auxiliar, que los miraba con cara hastío y se notaba claramente su impaciencia.

Tardó un par de segundos de más en procesar la reacción de Rick. Habría esperado una respuesta educada y ya, pero no que demostrase tanto interés como para pedirle recomendaciones y todo. Se sentía especialmente halagada por aquello, y es que parecía haber interés genuino en aquella petición.
—¡Claro! Luego te doy mi número y te recomiendo lo que quieras —y podían hablar más. Y agregarse al Instagram, o a otra red social.

No conocía de nada la canción que estaba sonando, y aquel estilo le era bastante desconocido, así que optó por hacer caso al neoyorkino y verle bailar a él. La canción tenía ritmazo, y no tardó en empezar a seguir el rimo, con mucha menos soltura que Rick pero cogiéndole poco a poco el tranquillo.
—¡Pues suena muy bien! —y luego bajó levemente la voz, para dejar la segunda parte entre ellos— Y tú bailas mejor.

No se sintió para nada ofendida ante la sugerencia de bajar el ritmo por ella, y sonrió con decisión, como si aquello fuese más bien algún tipo de reto tonto para que se esforzara en hacerlo mejor. Sus pupilas se afilaron ligeramente por la concentración, volviendo a lo que sería un tamaño normal en humanos.
—Ah, ni de broma, con lo bien que lo haces sería un desperdicio —sonrió. Se lo estaba pasando bien probando pasos nuevos con aquel estilo —Además, empiezo a pillarle el tranquillo a esto.

La sonrisilla en la cara de Rick se había mantenido durante todo el baile, ya desde que Kalna se había tomado a bien lo de las recomendaciones. No es que fuera super fan del metal (aunque le gustaban unas cuantas canciones y grupos), pero como ya habían dicho ambos, a veces se encontraba oro donde menos se esperaba. Estaba contento por lo bien que iba todo, ni se le pasó por la cabeza que técnicamente iba a cumplir el reto que le habían puesto.

El neoyorquino soltó una leve risilla al ver que le estaba gustando la canción. Aunque Caravan Palace le parecía un grupo buenísimo, entendía que tal vez no fuera del gusto de ella, pero le alegró ver que nada más lejos de la realidad. El cumplido por otra parte le pillo de sorpresa, y aunque se puso un pelín nervioso por unos instantes no perdió el hilo del baile. No tenía ni idea si sabía como bailaba Nohlem en realidad (seguramente el varmano se quejaría con aquella afirmación), pero no iba a ser él quien pudiera en entredicho sus palabras. -Oh, gracias- respondió juguetón guiñando un ojo sin dejar atrás los pasos.

Por lo demás, le tranquilizaba que Kalna no viera mal que se dejara llevar por el ritmo. Al chico le apetecía venirse arriba un ratito y, además, le gustaba que incluso ella se estuviera animando a probar. -Perfecto entonces- respondió alegre. Luego, añadió devolviendo los cumplidos anteriores: -Y vas bastante bien desde luego. Con un poco de tiempo hasta me podrías superar.- Era algo exagerado, vale, pero si ella se lo proponía le animaba a intentarlo. Podía hacerle de profesor si quería...

El baile continuó, con fuerzas renovadas ahora que tenía carta blanca para desmelenarse en la pista. Aunque no pasó demasiado tiempo, después de un poco se dio cuenta de un detalle. -(Por intentar que no se diga)- pensó antes de volver a hablar a Kalna: -Es un poco más complicado, pero si quieres probar el swing se puede bailar también en pareja. Tampoco es tan distinto de lo que llevamos hasta ahora.-

Kahlo no paró de canturrear hasta que Fleur, lejos de ponerse a bailar, decidió sentarse como toda una señorita indignada. Esta vez la varmana iba preparada y supuso que sería parte del juego, por lo que no le costó reírse con ellas de sus ocurrencias y las de Maila. A esta última no obstante le dirigió una mirada casi, casi seria, analizándola de con una ceja bien alzada.

—Claro... —pronunció despacio, en voz lo suficientemente alta como para que también la escuchase la francesa—. Será todo un honor. Ahora que... cuando quieras recuperar a tu dama no prometo ponértelo fácil, querida.

Igual que había hecho Maila con ella, Kahlo le dedicó una reverencia a Fleur antes de ofrecerle su mano mecánica, tan blanca como porcelana y reluciente gracias a los detalles en oro. Agarró con suavidad la de la chica y, antes de tirar de ella para ayudarla a levantarse, le besó el dorso. Lo malo es que al poco de estar listas la canción acabó.

—¡Venga ya! —se quejó al aire entre risas. Lo bueno es que conocía la siguiente canción: no era ningún regueton hardcore, ni memes ni música country o canciones hiperpop gallegas que por alguna razón el sordo de su hermano había permitido pasar, ¡era swing! Sus ojos se iluminaron—. Oh. ¡Ohh!

Kahlo subió sobre la punta de sus pies como un balancín (trabajo difícil cuando llevas un poco de tacón) esperando impacientemente que la canción terminase de arrancar. Movía los pies de lado a lado igual que la mano de Fleur suavemente, y toda esa espectativa se convirtió en pura energía cuando en la canción se marcó el ritmo. Su baile era tan alegre como femenino, comedido únicamente para no tener que soltar a la francesa y permitir que esta pudiera seguirla bailando. Kahlo terminó por cogerle también de la otra mano, tomando un rol de guía donde poco a poco, según la otra se fuera soltando y toda vergüenza quedase diluida por el frescor de la noche, Kahlo la pegaría y separaría de sí misma para hacerla girar en un baile sin normas que le recordaba a los que ella y su hermano tenían de pequeños.

—¡Vamos Maila! —exclamó con una sonrisa radiante en su dirección en un pequeño momento de tregua—. ¡Ven aquí!

No había esperado ponerle nervioso con ese cumplido, porque Rick bailaba bien y suponía que era algo que habría oído más a menudo, pero había disfrutado que aquello fuera seguido de un guiño que le terminaba de confirmar que aquel juego iba a dos bandas y no se lo había estado imaginando hasta entonces. Soltó una risita nerviosa cuando él decidió devolvérselo, en una afirmación que estaba claro que era exagerada pero que no por ello dejaba de alimentar su ego.
—Si encuentro un profesor tan bueno como tú seguro que puedo aprender —le dedicó un guiño, esperando que Rick pillase la indirecta. Era buena excusa para verse más después de la fiesta y pasar un buen rato. Y además aprendería algo nuevo, que era algo que siempre estaba bien.

Tenía que acordarse de preguntarle cómo se llamaba el grupo, o la canción, o algo, porque lo estaba pasando bien dejándose llevar por el ritmo y de tratar de seguir los movimientos de Rick con cada vez más soltura. Sus pupilas se dilataron levemente cuando Rick sugirió bailar en pareja, y notó un leve calor en sus mejillas que esperaba que no se notase demasiado. Aquella posibilidad no la había contemplado, pero la mera idea de ella se le antojaba especialmente deseable.
—¡Ah! Suena divertido. Te dejo llevarme —dijo, tendiéndole la mano. Era obvio que, siendo él el que sabía bailar, iba a hacerlo, pero no podía evitar tener todo el control posible hasta que fuera necesario cederlo.

Iba a ser raro que alguien le hiciera de guía bailando. No es que hubiera sido nunca fan de los bailes de salón ni nada de eso, pero había tenido que aprender porque su madre quería, y siempre había sido la que dirigía, como le correspondía como mujer libense. Iba a ser raro estar al otro lado, pero tampoco lo estaba viendo como algo negativo. Después de todo lo que había pasado esa noche, dejarse llevar era lo que más le apetecía.

Fleur

Fleur se regodeó unos instantes más desde la comodidad de su silla. Cuando Maila pareció entrar en el juego de lleno la francesa pestañeó varias veces de manera exagerada y fingió algo de indignación siguiéndole el rollo a su novia.

—Oh, por supuesto, estoy muy enfadada... —gruñó, a pesar de que la sonrisa que escondían sus labios pregonaba a los cuatro vientos todo lo contrario.

Por suerte para ella Kahlo no se quedó atrás, y su elegancia y caballerosidad pronto la tomaron de la mano para sacarla a bailar. Hasta el implante con detalles en oro lucía con buen gusto.

La joven no quiso cortar el contacto ni siquiera cuando sintió el beso en el dorso. Esbozó una mueca divertida de sorpresa, fue tan estimulante que casi resultó eléctrico.

Ella también se deshizo en risas cuando la canción que se disponían a bailar murió al poco, pero la siguiente que comenzó a sonar era perfecta para poder soltarse y Fleur, que aquella noche irradiaba frescura, se dejó llevar por la música y los pasos de la varmana. Normalmente acostumbraba al ballet clásico, pero ese detalle no significaba que no pudiera bailar otros estilos más actuales.

Con una sonrisa permanente decorando su rostro no le costó nada asumir el rol de ser guiada por su anfitriona. Era fácil porque no podría haber despegado sus ojos de los movimientos de la chica ni aunque hubiera querido. Se mostraba femenina, divertida y magnética. ¿Debía ser algún imán, no? Porque de lo contrario no entendía como sus pies se acercaban cada vez más a ella, aprovechando la cadencia de la música.

Sumida en aquel sueño a penas se había acordado de que su pareja seguía existiendo a menos de un metro de ambas, así que cuando Kahlo se lo hizo recordar Fleur echó la cabeza hacia atrás con las mejillas coloradas y con una expresión ambigua que la invitaba también a unirse. Oh, cuánto deseaba que Maila enloqueciera un poquito en una ristra de celos. Así tomaría de su propia medicina.

Tomó ventaja de los segundos en los que la hawaiana tardaría en llegar hasta ellas y Fleur siguió la estela de sus propios giros y las risita aflorada que brotaba de su garganta para quedar muy cerca de la varmana, como quien no quería la cosa. Sus ojos celestes se posaron en los suyos con delicadeza disfrutando de la nueva proximidad. Se sentía vaporosa, y flameante. Sus dedos apenas rozaron las comisuras de Kahlo una vez en un toque muy imperceptible, como si aún tuviera algo del pintalabios corrido. Fue un gesto travieso cargado de intención, al que acompañó con una malicia infantil.
—Mmm —gimió bajito, por debajo de los golpes de la base instrumental—. Hueles a ella.

Con la misma fugacidad con la que remató su última frase se despegó, virando su dirección y con el corazón latiendo fuerte en un aviso de lo que sería una noche inolvidable.

Tayron

Poco a poco el barco comenzó a hacer aguas y hundirse en un océano de incertidumbre. Los tripulantes estaban saltando por la borda y pronto el belga se quedó luchando por mantener la cabeza a flote. Se estaba quedando solo. Bueno, era un pensamiento muy dramático, probablemente relacionado con el alcohol. Pero era verdad.

No era tan tonto como para creerse que Ethan y Nohlem pudieran volver a su encuentro en absoluto, o al menos de momento. Maldeciría al gato por dejarle un poco tirado, pero es que en el fondo ni siquiera le había invitado por lo que solo podía encogerse de hombros y pensar corroído por la envidia que ojalá se lo estuviera gozando bien.

Rick, aquel chico resultón se encontraba fuera de cobertura. Y Connor y Colmillo (su chico lindo, o mejor dicho, el chico lindo) parecían estar envueltos en una conversación importante en la que el lémur tenía pocas ganas de ahondar.

De modo que las alternativas eran Amira, la cual le caía bien. Y Chromsa y Adam, a los cuales no conocía en absoluto. Tayron quería continuar con el buen rollo, y no permitiría que la fiesta decayera, por mucho que su ánimo lo hubiera hecho un poco.

A la mierda Colmillo, pensó de manera repentina y afectado por su propia bebida. Le había pedido que le esperara para meterse en la piscina pero la verdad es que se había quitado de en medio. Y no le debía nada... ¿no? Si alguien más le tonteaba y quería follárselo podía. Alguien que no fuera tan doblado como él. Mierda, que mala pata tenía.

El que tampoco iba muy fino era el ruso. Su presencia tan grande e imponente se había reducida por lo que era una buena cogorza. Tayron le dedicó una mirada ceñuda a su novio, que no expresaba más que desconcierto y un poco de preocupación. Desde que Chromsa se había marcado aquel rapeo y él le había hecho la base le caía mucho mejor.

—¡Bueno! —dio varias palmadas en el aire, ignorando el comentario de Amira hacia su amigo. Ya eran varias veces con las que jugaba a meterse con su ropa y él no quería que el chico pasara ningún apuro porque aquel tipo de comentarios se dieran delante suya, alguien con quien no tenía confianza— ¿Nos tiramos de cabeza a la piscina... o qué? —dijo, arrastrando un poco las palabras y percatándose de que era un poco hipócrita por estar juzgando a los que bebían mucho. Él no había soltado las copas en ningún momento—. Colmillo... sí... —respondería a la duda de Adam, con la sinceridad característica que empieza a mostrar alguien que va un poco borracho—. Colmillo está to bueno, pero está ahí con su colega el de los malos humos. Una pena... que nos deje aquí... ¿No? En plan... Yo paso de él... ya que pasa de mí. Aunque esté to bueno, creo que eso ya lo he dicho —dejó su bebida a un lado—. ¡Si me esperáis me cambio en dos segundos! —diría, antes de desaparecer hacia los baños para ponerse su bañador.

Rick

Era consciente de lo que insinuaba la libense con aquello, ya sin siquiera contar el guiño. Rick no se quedó atrás y le siguió el juego con un falso sacrificio: -Bueno, si no encuentras ninguno siempre puedo hacer hueco para ocupar el cargo.- No terminaba de creerse lo bien que estaba yendo todo teniendo en cuenta el caos que había sido la noche hasta hacía bien poco, pero no iba a ser él quien fuera a quejarse.

La chica tuvo suerte que por todo el revuelo general no se fijara en el rubor de sus mejillas, pero el cambio en las pupilas no pasó desapercibido para el neoyorquino. Estaba acostumbrado por ver a Nohlem (tanto con Ethan como con otros ligues), así que más o menos se podía imaginar el por qué de ello. Sonrió con gusto cuando aceptó, acercándose y tomando la mano que le ofrecía. -Perfecto- dijo para luego añadir: -Si cuando le pilles un poco el tranquillo quieres que cambiemos, me puedo amoldar fácil. Al final, es más una escucha mutua mientras se improvisa que un baile cerrado, así que no es tan complicado.-

Terminada la explicación y la propuesta para luego, empezaron a bailar esta vez juntos. Rick empezó algo suave, sin giros ni lanzamientos demasiado bruscos para que Kalna se fuera familiarizando con los distintos pasos. -Lo importante es el juego de pies. No te cortes con ellos- comentó mientras seguían el compás de la música y demostrando su parte a lo que se refería. Rápidos movimientos, cruces y alguna que otra patada de vez en cuando servían de ejemplo de lo que podía hacerse. Lo estaba disfrutando de lo lindo, aunque el chico notó un pequeño detalle. Estaba acostumbrado a bailar con más gente, así que tener la otra mano en la cintura o en la espalda según el momento no le suponía demasiado problema. Pero en esos momentos podía notar un ligerísimo rubor interno (esperaba mucho que no se estuviera exteriorizando) con el contacto del cuerpo de la libense. No recordaba otra situación en la que hubiera sentido lo mismo. Bendito sea Colmillo por todo el alcohol que había en aquel combinado y que le había dado parte del empujón para soltarse.

Chromsa

El ochorio se sonrojó un poco con los halagos de su pareja. Le gustaba el entusiasmo de Adam, aunque no podía parar de preocuparse por el estado en el que estaba aunque le hubiera dicho que se encontraba bien. -¡Gracias!- respondió a las palmadas en la espalda con una sonrisa. -Aunque espero que no se esté metiendo en problemas, o la esté liando mucho.-

Al menos el ruso se dio cuenta de que se estaba pasando con la bebida, lo cual le alegró al ver que paraba y buscaba soluciones para rebajar un poco los efectos del alcohol. -Tienes que tener un poco más de cuidado para la próxima- le reprochó más con preocupación que enfado. -Si te quedas sin magia el hechizo lo conozco, así que puedo usarlo- añadió cálidamente con una mano en su espalda.

Mientras tanto, el brujo pudo ver como Colmillo se desenvolvía con la prueba que le había puesto. Fue... una cosa. Había sido un fallo suyo no especificar que hablaba de los vasos de plástico, pero porque no esperaba que fuera a usar los vasos de chupito. De cristal. Que podían romperse. Vio al borde de la silla como los tres se hacían añicos contra el suelo, buscando la forma de explicárselo a Nohlem cuando volviera y deseando que no fueran muy caros. Asintió despacio cuando el chico decidió sustituir los vasos con pelotas, suspirando algo aliviado con el cambio. El resto del reto fue curioso y, aunque se le habían caído algunas veces, el entusiasmo no le había faltado al continuar. Aplaudió cuando se terminó el reto, algo apurado todavía por el estropicio que habían hecho.

Viendo que la mitad del grupo se había ido, se propuso entrar a la piscina. -¡Claro, buena idea!- comentó. Tenía ganas de probar el agua, aunque esperaba que estando dentro no hubiera mucho revuelo y pudieran tener un espacio tranquilo. La piscina era bastante grande, así que alguno debía haber, ¿no? -Sí voy. Ahora volvemos- respondió a Adam y luego avisó al resto antes de ir a cambiarse.

Entraron en la casa de los varmanos y no tardaron en encontrar un baño donde cambiarse. En cierto momento escuchó golpes, probablemente de alguna habitación cercana. Se asustó un poco pensando que habían llamado a la puerta o algo así, mirando del tirón al ruso. Tampoco sabía qué era y nadie abrió la puerta, así que sería en otro sitio. -(¿Qué estarán haciendo para montar tanto alboroto)- se preguntó inocentemente ignorando lo que Ethan y Nohlem estaban haciendo no muy lejos de donde estaban.

Una vez guardaron la ropa en la bolsa, volvieron al exterior. Estuvo atento a Adam por el camino, que se había apoyado en él para poder andar. Algo preocupado, le hizo un hechizo despejante para aliviar un poco el vaivén. -Ya estamos- anunció en cuanto llegaron junto al grupito. El fauno había escogido un bañador verde oscuro, bastante sencillito.

Amira recordó el gusto algo cuestionable que tenía su pareja (incluso él mismo a veces no podía defenderlo) por un momento, aunque al no ver tampoco a Colmillo el ochrorio se interesó en lo que estaba respondiendo Tayron a su pareja. Se notaba ya en la voz que el chico iba por el mismo camino que el pegaso, tanto como el ligero mal de amores que tenía. -Claro, te esperamos- le respondió antes de empezar a añadir para intentar subirle el ánimo: -No se si está pasando de ti en verdad. Me ha parecido que estaba muy...- pero el chico con cola de lémur ya se había ido.

—Sería todo un honor —medio bromeó. El sentimiento era totalmente serio, pero estaba siendo educada de más a posta como para complementar el fingido sacrificio que estaba haciendo Rick al ofrecerse a hacerla de profesor.

Escuchó su explicación con interés, y aunque quería dejarse llevar su cabeza estaba mucho más cómoda sabiendo que tenía algo de control en la situación, recurso que no iba a desperdiciar si era necesario. Toda una vida de reglas estrictas y presión por estar siempre encima de todo no se olvidaba fácil, por bien que lo estuviera pasando y por mucho que la situación fuera bastante relajada.

Le dedicó una sonrisa a Rick cuando le cogió la mano, disfrutando de su contacto suave, y se dejó guiar. Tenía experiencia de sobra con tacones, por altos que fueran, así que podía seguir el movimiento de pies sin miedo a tropezarse o acabar pisando a su acompañante por despiste. Siguió sus consejos, probando movimientos nuevos con los pies, tratando de no mirar demasiado abajo para ver que hacía y centrándose en Rick. No iba a bromear con que estaba empezando a sonrojarse, porque no es que a ella precisamente se le notase poco lo que sentía con las pupilas enormes, y si Rick era amigo de Nohlem seguro que sabía bien por qué era y no iba a colar cualquier excusa para disimularlo.

—Si quieres ir algo más fuerte puedo seguirte, eh —le dijo una vez hubo pillado el juego de pies. Era bastante básico aún, pero se lo estaba pasando bien y se veía capaz de dejar atrás los movimientos más suaves con los que habían empezado.
Estaba disfrutando con los giros, y especialmente con el contacto de las manos de Rick en su cuerpo cuando era necesario por el baile. No era nueva en eso de bailar con gente, y tenía experiencia de sobra con ligues, pero había algo de especial en todo aquello. Aunque fuera solo que se lo estuvieran tomando con relativa calma, solo tonteando un poco y bailando, y que tal vez no llegase a nada más. Y si lo hacía… bueno, ella no iba a ser quien se quejara.

Le tranquilizaba ver que aún con los tacones Kalna podía seguir el ritmo sin demasiada dificultad. Verla probar nuevos movimientos, juntos al compás, era maravilloso. Además, teniendo en cuenta que no apartaba la mirada de la libense, se fijó que no era el único que el contacto le estaba costando. Las pupilas la delataban, tan parecidas a como cambiaban a las del varmano. No sabía si era porque ni siquiera a su amigo le había visto las pupilas tan abiertas o por lo obvio del motivo de que se hubieran dilatado para empezar, pero aquello hizo que el rubor de sus mejillas se intensificara. Si antes no sabía si se habría dado cuenta, ahora estaba seguro de que lo haría. Aunque, a decir verdad, poco le importaba a esas alturas que lo notara.

La chica se estaba defendiendo bastante bien y, de hecho, lo que dijo a mitad de baile le sacó una sonrisilla a Rick. -Con mucho gusto- respondió primero, para luego bajar un poco el tono y soltar algo de lo que mentalmente se arrepintió al instante -Será como desees- El neoyorquino tenía facilidad para las conversaciones con quien fuera, pero reconocía que cuando se pillaba por alguien... la cosa cambiaba un poco -Quiero decir, si te apetece, claro- se excusó más bajito aún, más rápido y mirando fugazmente a otro lado. Lo bueno es que le había pedido ir más fuerte con el baile, así que antes de que pudiera preguntar al respecto (muy listo él, no caía que podía preguntarle mientras bailaban) subió el ritmo a la danza.

Ya con el permiso de su compañera, Rick daba rienda suelta a los pasos más intensos y algo más complicados que tantas veces había practicado con Nohlem. Los movimientos eran ahora más exagerados y veloces, pero no por ello menos elegantes y juguetones. Aunque la había visto acostumbrarse a los pasos anteriores, estaba atento por si por el entusiasmo se estaba pasando de más y Kalna necesitaba que bajara un poco la velocidad de los giros o la frecuencia de los lanzamientos. Desde fuera alguno de los que estaba cerca empezaba a mirarlos con curiosidad por el estilazo que estaban presentando con aquel espectáculo.

Se lo estaba pasando genial y, aun quedando canción y probablemente más tiempo en la pista, esperaba con ganas la primera clase de baile. Ya luego o al día siguiente tendrían tiempo de sobra para concretarla, pero de momento no quería que se acabara el contacto tanto literal como figurado.

El corazón se le saltó un latido con aquella frase de Rick. Seguro que estaba malinterpretándola y que no era más que una forma de hablar, pero aquel “como desees” en un tono tan bajo estaba haciéndola imaginar cosas que no tenía claro que el neoyorkino quisiera, y más viendo cómo se había corregido rápido. Normalmente se hubiera lanzado igual, especialmente viéndole sonrojado, pero tenía miedo de que eso fuera a arruinar el momento. Y después de cómo había empezado la noche, prefería conformarse solo con un par de bailes a encima acabar mal con Rick.
—Bueno, no tenemos que hacer nada que tú no quieras —susurró, aprovechando un momento de cercanía. No quería cerrarse oportunidades, pero estaba yendo con cuidado en un juego lento, como si una mala jugada fuera a poner fin a todo.  

Aquel ritmo estaba siendo perfecto. Le había costado un poco más pillarlo, pero ni de broma quería bajarlo. Esa noche había ido para ser libre y alejarse de todas las normas rígidas, y aquellos giros rápidos se lo estaban dando. Que la gente mirase le daba igual. No le era ajeno el ser el centro de atención, y por ella como si grababan un vídeo para que el recuerdo les durase más.

Esperaba que a Rick no le molestase que les mirasen, aunque viendo que era él el que se estaba luciendo desde el principio sospechaba que no, o no demasiado. Estaba segura de que habría cotilleos al día siguiente, y en cierta manera le hacía gracia. Probablemente había gente que esperaba que uno de los dos acabase liado con Serena, y aquel giro de los acontecimientos no se lo esperarían.
—Sabes que mañana van a cotillear de esto, ¿no? —le dijo, bajito, con una risita.

La verdad era que le hacía algo de gracia, pero tampoco iba a darle más importancia. Prefería centrarse en bailar, en pasarlo bien y, sobre todo, en Rick. Era la única persona en aquellos momentos que le importaba lo más mínimo.

Para su suerte, Kalna se estaba adaptando bastante bien al cambio de intensidad así que se olvidó rápido de la posibilidad de bajar y se concentró en disfrutar del momento. Dentro de lo que cabía, se lo estaba pasando bien salvo por el creciente nerviosismo que intentaba mantener alejado en algún rincón de su cabeza. Si ya el contacto le resultaba algo más complicado que de costumbre, la respuesta que le dio la chica una de las veces que quedaban juntos antes de otro giro le produjo un escalofrío por todo el cuerpo que, de no ser por los años de experiencia, lo habría hecho tropezar rompiendo con el ritmo perfecto que llevaban. Un impulso, surgido de su vena algo intensa, le hizo contestar mentalmente: -(¿Qué no quiera? Lo quiero todo)-, a lo que al instante respondió con su parte racional: -(Quiero decir, estando cómodos me gustaría pasar más tiempo bailando, hablando... Lo que sea, pero contigo)- El intercambio mental quedó en que el rubor de sus mejillas se intensificó y sonrió un pelín alterado al no esperarse aquello. Ya que interpretara aquello como quisiera.

El baile continuaba, con ánimos crecientes y con cada vez más gente a su alrededor. A Rick no le molestaba aquello en absoluto (algunas veces incluso no podía negar que le gustaba pavonearse un poco), aunque le daba un poco de cosa por la libense. Se le pasó bastante rápido en cuanto comprobó que no le daba importancia al gentío, más bien se estaba concentrando en mirarlo a él... Tragó saliva disimuladamente y mantuvo el contacto visual. No es que quisiera cortarlo, de todos modos.

El comentario le sacó una risilla también a él. Lo único que le importaba al neoyorquino en aquel momento eran los pasos, la música y ella, el resto como si desaparecían. Con la misma picaresca que había usado Kalna, dijo: -Seguramente, pero en todo caso eso será algo de lo que preocuparse mañana.- Después de un giro que los separó un momento terminó con una sonrisa acompañada de una propuesta: -Ya que estamos, ¿qué te parece si les damos un buen espectáculo del que hablar?-

Lejos parecía quedar ya la incertidumbre de lo que fuera a pasar con Serena. Probablemente que apareciera ella entre el público sería lo único que podría pararles ahora mismo y, en realidad, Rick no lo tenía tan claro. Con Kalna sentía algo. Ya a la mañana siguiente se encargaría de ordenar el qué, pero ahora mismo lo único que quería era seguir a su lado.

No sabía bien cómo tomarse la falta de respuesta. Que se sonrojase más y sonreía parecía positivo, pero que no lo siguiera con ningún comentario hacía que se planteara que a lo mejor se había pasado, y que al final sólo quisiera bailar y pasarlo bien. A Kalna le valía, aunque si por ella fuera aquello podía llegar a más. Tampoco quería que Rick se enfadase con ella por eso, aunque no sabía por qué exactamente. Solo era un capricho de esa noche, ¿no? Vale, sí que quería que la enseñase a bailar swing, y halar más con él, pero… Ya pensaría en ello en otro momento al día siguiente, cuando le importase algo más que pasarlo bien en la fiesta.

Y vaya que si lo estaba pasando bien. Entre el baile, el que les mirasen, aquellos comentarios que volvían a darle esperanzas de que no estaba leyendo de más en los gestos de Rick y que realmente no le había molestado lo anterior.
—Me parece perfecto —sonrió con decisión.
Que al día siguiente cotilleasen lo que quisieran, esa noche era de ellos dos. A esas alturas el amarillo de sus iris debía de ser anecdótico, pero tampoco le importaba que Rick viese lo que sentía. No era como si pudiera evitarlo de todas maneras.

Siguieron bailando, aunque Kalna le daba vueltas a las últimas palabras de Rick. A lo mejor había interpretado todo mal y aquello en lo que pensaba terminaba de hacer que el neoyorkino quisiera de bailar con ella, pero no podía con la incertidumbre de que a lo mejor sí había leído correctamente. La posibilidad de que estuvieran los dos dándole vueltas a los mismos pensamientos, en un punto muerto en el que ninguno quería mover ficha por miedo estaba ahí, y cada vez sentía más la necesidad imperiosa de romper ese estado.

Por los grandes felinos, que fuera lo que tuviera que ser. Se acercó a él, aprovechando la vuelta de un lanzamiento, y le besó. Notarle parar de bailar fue casi la confirmación de que no quería aquello y que se había lanzado a una piscina vacía. Ahora se apartaría y… ¿Y no lo estaba haciendo? Sintió como la tensión acumulada en su cuerpo desaparecía.

La sonrisa de Rick aumentó en cuanto Kalna aceptó, tan emocionada como él con la idea. -Muy bien, allá vamos- declaró antes de continuar con el baile.

Los pasos que estaban haciendo no distaban de los anteriores en cuanto a la rapidez respecto a la música, pero el neoyorquino intentaba usar aquí y allá algunos movimientos más llamativos y complicados. Se sentía en un trance como pocos había tenido bailando, perdiendo la visión de lo que había a su alrededor y centrándose solamente en ella. Tenían una compenetración curiosa, teniendo en cuenta que era la primera vez que danzaban juntos, pero nadie se lo creería viéndolos. El chico tenía la creencia que para lucirse en la pista tenía que haber química entre los bailarines y tenía clarísimo que ahora mismo sobraba mucha allí.

Durante un ratito estuvieron en silencio, siguiendo la coreografía según les inspirasen los ritmos de la música. Rick hizo otro lanzamiento, idéntico a los anteriores. Esperó a tener a Kalna cerca para continuar... Y entonces llegó el inesperado beso. Muchas veces había imaginado su primer beso con la chica que le gustaba en distintos momentos, aunque nunca había surgido la oportunidad. Esperaba que fuera mágico, de esos que paraban el mundo a su alrededor. Tal vez se emocionaba mucho al pensar en ello, pero desde luego lo veía como un momento especial. Hasta hacía bien poco esperaba ese beso con Serena, pero sin embargo el universo había tenido otros planes. Y allí estaba, en medio de la fiesta rodeado de gente y con Kalna, con quien había entablado una buena relación en un escaso tiempo por la casualidad, besándole.

En cuanto notó el contacto de sus labios se quedó totalmente congelado, con los ojos abiertos incrédulo a lo que estaba pasando. Miles de impulsos llegaban a su cerebro, buscando la forma en que seguir, mientras un calor inmenso recorría todo su cuerpo. A pesar de los escenarios en que se había imaginado, no sabía qué hacer... Pero, en realidad, ¿no era mejor dejarse llevar?

Los rastros de preocupación se diluyeron en la boca de la libense. Rick solo puso atención en ellos, siguiendo tímidamente sus movimientos. Igual que él la había guiado en el baile, era su turno de que llevara las riendas. La mano que tenía libre, hasta ahora en el aire, encontró descanso en su mejilla, llegando allí con suavidad. Dejó que el tiempo volase, poco le importaba. Nunca se lo había imaginado así, pero el primer beso fue incluso mejor de lo que podría haber soñado.

No tenía ni idea de cuánto pasó, pero en cierto momento retiró un poco la cabeza totalmente rojo. En algún momento había cerrado los ojos para centrarse mejor en las sensaciones y mirarla ahora le aceleraba más el pulso. -No era ese tipo de espectáculo al que me refería, pero me gusta.- soltó como una pequeña broma pícara. Esperaría por si había una respuesta y por algún signo de cuales eran los planes de la chica. Por su parte, estaba más que dispuesto a un segundo pase, a un tercero o a todos los que fueran. No le apetecía soltarla ahora.

Estaba tan preocupada por la posibilidad del rechazo que casi no se había planteado otras opciones. La noche había sido una mierda hasta que habían hablado y se habían puesto a bailar, y casi esperaba que volviera al mismo cauce. Que Rick correspondiera era algo que quería, y a lo que le tenía esperanzas, pero que se sentía casi tan irreal como todo lo que estaba alrededor. Las figuras de la gente que tenían alrededor no eran más que un borrón sin sentido, y la música casi parecía lejana, como si de repente hubieran bajado el volumen.

Cerró los ojos por inercia, haciendo que lo poco que había de realidad en el momento se difuminara del todo. El tiempo pronto dejaría de tener sentido también, como si se hubiera parado de golpe. La mano libre se quedó en el aire, sin saber muy bien qué hacer con ella. Los nervios no estaban ayudando, y se estaba sintiendo torpe. Aquel estaba lejos de ser su mejor beso, y aún así se sentía maravilloso. Tanto o más que el contacto de la mano de Rick en su mejilla, que la hizo estremecerse ligeramente.

Aunque antes o después tenía que pasar, y aquel comentario la hizo sonreír. Había dejado de estar nerviosa cuando la había correspondido, pero aquella confirmación era música para sus oídos.
—Perdona, es que me moría de ganas por besarte —susurró. Sabía bien que no hacía falta que se disculpase ni se justificase, pero sentía la necesidad de hacerlo.

Se planteó su siguiente movimiento. Podían irse a un lugar más apartado, donde no les estuviera mirando a saber cuánta gente… Pero es que entonces tendría que moverse, y no le apetecía lo más mínimo en aquel instante. Ah, que le dieran a todo. Volvió a besarle, esta vez con mucha más confianza. La mano libre ascendió hasta su cuello, donde se posó con delicadeza. Necesitaba redimirse por el beso anterior.